'Summer Camp' - El espíritu del vino
'Summer Camp' es una de esas películas que hay que ver bajo el influjo del "espíritu del vino". Una actitud que para los no habituados la podríamos resumir de la siguiente manera: "Bueno... vamos a llevarnos bien, porque sino van a ver hondonadas de hostias aquí, eh". Y lo mismo que le digo una cosa le digo la otra: una película que no tiene por qué ser necesariamente buena, lo que no quiere decir necesariamente que no podamos disfrutarla. De hecho, se puede y sin prejuicio alguno. Todo depende mayormente de, lo dicho, nuestro afinidad para con el "espíritu del vino".
Alberto Marini, guionista de renombre gracias a 'Extinction', 'Mientras duermes' o la nunca suficientemente reivindicada 'El desconocido', prueba suerte en la dirección con esta "tontá" que apadrina Jaume Balagueró, por aquello de sumar algún nombre a su cartel. Lo mejor de todo, sin duda, es que Marini tiene muy claro no sólo lo que quiere y cómo lo quiere, sino también a dónde puede llegar con lo que hay (sin caer en la condescendencia de las dos últimas entregas de '[•REC]'). Ya desde el inicio mismo apuesta por hacer partícipe al espectador dentro de su juego para, luego, durante todo el metraje, jugar con su percepción sobre lo que este espera que va a pasar y lo que luego pasa.
Así pues, la película (¿o habría que llamarlo partida?) sabe jugar con inteligencia al despiste, y a la sorpresa, en un continuo cambio de marcha que bebe mucho del imaginario colectivo, el slasher adolescente y el omnipresente olor a zombi, revelándose muy consciente del suelo que pisa así como de a quién se dirige esta obra de claro talante festivalero. Y es que en general, a pesar de sus limitaciones, 'Summer Camp' consigue levantar la simpatía del respetable merced a un ritmo frenético, un sentido del humor muy autoconsciente y su habilidad para contrarrestar esas mismas limitaciones arrojando su humildad a la cara del espectador con mucho orgullo.
Y claro, después de un suspiro de 80 minutos uno no puede evitar que se le escape una mueca de complicidad pues, bajo la apariencia de otra estúpida película de terror se esconde una no tan estúpida película de terror. Y ese es, gente de mal vivir, el auténtico "espíritu del vino".
Por Juan Pairet Iglesias & Diego Sánchez Izquierdo
@Wanchopex / @DSaniz
En cuanto al final:
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Le doy un 5,5.
Estoy de acuerdo peeeero...
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