La vida como contrabandista de Krsitófer parece ser agua pasada. Hace tiempo tuvo serios problemas con la ley por pasar alcohol de forma ilegal de los Países Bajos a su Islandia natal, además, lo único que quiere ahora es sentar la cabeza y estabilizarse para que su familia crezca en un entorno adecuado. No obstante, el destino, en forma de problemas financieros y de un amigo cuyas intenciones no están del todo claras, pondrá a nuestro protagonista de nuevo en el lucrativo negocio del contrabando, con todos los riesgos que ello conlleva.
Un, dos, tres... cosas que sabemos de Islandia. Es una isla del norte de Europa; tiene un clima que combina frío ártico con bocanadas de aire tropical; están tan o más jodidos que nosotros por la crisis económica mundial; sus impronunciables volcanes expelen cantidades record de ceniza; su mejor futbolista de la historia no acabó de cuajar en el Pep Team... y usando el comodín Miss España, allí vive gente maravillosa. Poco conocemos del más famoso proveedor mundial de bacalao, y una de las razones puede ser el poco cine que nos llega de esas tierras. Hecha la queja, puesta sobre la mesa la solución, ya que en dos semanas llegarán a nuestras salas dos títulos provenientes de esas tierras, el primero de ellos ‘Reykjavik-Rotterdam’, seleccionado para representar a Islandia en la última edición de los Oscar.
Que no se escandalicen los seguidores del cine más convencional, y que tampoco se ilusionen demasiado los amantes de los exotismos del séptimo arte, pues el filme de Óskar Jónasson es un producto que muestra máxima fidelidad a los esquemas del thriller made in USA. Eso lo sitúa en el siempre incómodo punto intermedio que supone ser una pequeña decepción para aquellos que esperaban ver en él un entretenimiento técnicamente aceptable (en este aspecto se hace demasiado evidente la falta de un presupuesto considerable, lo cual es a la vez una de las principales causas de un estilo algo telenovelesco), y los que ansiaban una vía para acercarse a una cinematografía que a priori pudiera plantear alternativas frente a los clichés de las películas de intriga/acción que cada semana invaden la cartelera.
En la otra cara de la moneda, sería injusto no admitir que ‘Reykjavik-Rotterdam’ se descubre también como una cinta muy cumplidora -para los dos tipos de público previamente citados-. Si bien comentábamos antes que se le podía reprochar el seguir demasiado al pie de la letra los manuales de un cine que por lejanía geográfica y cultural debería hacérsele más ajeno (aunque nunca es demasiado tarde para recordar que no hay nada que no pueda resolver la globalización), también hay que recordar que como ejercicio de género es una experiencia bastante satisfactoria. En efecto, el film de Óskar Jónasson es ante un todo una historia que sin demasiados alardes consigue captar la atención del espectador sin exigirle nunca demasiado esfuerzo, lo que actualmente ya significa un pequeño triunfo.
El trío protagonista encarna cada uno una trama que a veces se separa de las demás para luego acabar siempre convergiendo, creando un todo que, a pesar de que le cueste un poco arrancar, va cogiendo ritmo en constante crescendo, regalando detalles interesantes, como la constante amenaza de negar a nuestros héroes un final digno a sus logros, o todas las peripecias que se dan en Rotterdam, deudoras del mejor cine de mafiosos de Guy Ritchie, y que sin duda componen el tramo más ameno de la cinta. De modo que, las posibles decepciones que en un principio podía suscitar ‘Reykjavik-Rotterdam’ caen en el olvido, y aunque no podamos hablar de un producto especialmente memorable, no menos cierto es que esta ruta de contrabandistas es una excusa ideal para que nuestro cerebro se evada durante hora y media. Todo lo demás sería pedirle caviar al bacalao.
Nota:
5,5 / 10
por Víctor Esquirol Molinas
Visto su remake norteamericano resulta al menos curioso comprobar la americanización de los elementos de su trama. Como dice Repo un filme bastante correcto cuyo mayor virtud es el ritmo trepidante con el que cuenta todo, apenas 80 minutos para lo que 'Contraband' emplea 30 minutos más, lo que por otro lado repercute en el que sería su peor defecto, la indiferencia que provoca donde todo parece ocurrir por el simple hecho de ocurrir.
En ciertos aspectos ambos filmes son compatibles, complementarios, sin que uno sea mucho mejor que el otro: el filme norteamericano pule algunos aspectos que en el islandés quedan muy mal dibujados y su reparto le dota de mucha solvencia, mientras que el original es mucho más directo y más consciente de que no es gran cosa, siendo probablemente la mayor diferencia entre ambos que, fiel a la costumbre de los grandes estudios, en la versión norteamericana todo ha de ser explicado y todo tiene que tener un por qué. Por lo demás aunque muy similares, me quedo con el final original... una pequeña diferencia muy sustancial. Y quien las haya visto ya sabrá a qué me refiero.
Básicamente son lo mismo aunque con matices distintos, lo que provoca que resulte cuanto menos curioso ver ambos filmes para comparar sus diferentes maneras. Al original, eso sí, aunque sólo sea por ser el original (lo que tampoco es decir mucho porque de "original" poco) y mucho más breve, vamos a darle un plus de nota, que no se diga: 6.25.
Jojo si ésta es la del 2008 :vergüenza, tema resuelto