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'Perdona si te llamo amor': Cuelga tú primero... No, tú... ¡No, tú! (Reloaded)

Vía El Séptimo Arte por 18 de junio de 2014

''Oooii... mi novio es TAN cookie... es que me lo comería a besos. Bueno chicas, de hecho, ¡ya me lo como a besos!'' Primer estallido de decibelios. Un topo que estaba enterrado 5 metros bajo tierra y a 10 kilómetros del epicentro, pierde su súper-capacidad auditiva, quedando así a merced de los depredadores que le rodean. A las chicas esto no les importa (en realidad no les importa nada que no sea ellas mismas), de modo que siguen cacareando. ''¡Calla tía, que lo que queremos saber son los detalles guarrillos!'' ; ''UUUUH!!!'' (segunda bomba sonora... y media ciudad a oscuras) ''Vale chicas, os lo cuento... ¡pero sobre todo que no salga de aquí!'' ; ''¡Claro, tía! ¿Por quién nos tomas? ¿Acaso has olvidado que somos... súper-amigas-de-la-muerte-hasta-la-muerte?'' ; ''¡Sí! ¡¡¡SÚPER-AMIGAS-DE-LA-MUERTE-HASTA-LA-MUERTEEE!!!'' Y hasta aquí llega la paciencia de los estadounidenses. El presidente Obama, harto de tener que remplazar, una y otra vez, todos los cristales de la Casa Blanca, ha ordenado al FBI, a la CIA y a la NASA que trabajen codo con codo (con codo...) para averiguar qué coño está pasando aquí. ''¡Maldita sea, señores! ¡Este planeta se va al carajo y a nadie parece importarle!''

Todo empezó a mediados de los noventa, pero como siempre ha sucedido en la historia de la humanidad, los primeros avisos fueron considerados como pequeños accidentes sin importancia. Nada de lo que preocuparse. Pero el suceso se repitió... con más frecuencia; con más intensidad. Y las mentes más brillantes del país más brillante sobre la faz de la Tierra no parecían acercarse a explicación alguna. Un drama. El nivel de desesperación era tal que se comenta que hubo quien hasta intentó ponerse en contacto con el espíritu de J. Edgar Hoover. Lo que hiciera falta con tal de arrojar algo de luz sobre el asunto. Como era de esperar, la experiencia se saldó en un rotundo fracaso, pues aquel pobre iluso terminó con las cenizas del difunto en la boca, sangrando por los ojos y balbuceando una serie de palabras de las cuales sólo pudo rescatarse... ''Italia... ¡España!'' A partir de ahí, nada. El caso se archivó por falta de pruebas, indicios, o de cualquier posible línea de investigación. Al final, el Presidente dio carpetazo al asunto asumiendo que en este mundo, hay eventos paranormales que escapan a nuestra comprensión... y que igualmente este planeta está lleno de gente cuyas motivaciones jamás podrán llegar a entenderse. Es así.

Y no sólo estaba pensando Barack en la población adolescente, sino también en todos aquellos seres cuyo cableado cerebral ha sufrido, por causas más o menos naturales, algún tipo de percance. Podríamos hablar, por ejemplo, del cuerpo de políticos (con sus respectivos asesores y acreedores) al mando del ayuntamiento de una urbe extremadamente preocupada por la imagen que da al resto del mundo. Resulta que los distinguidísimos miembros de tan distinguido órgano gubernamental negaron los permisos de rodaje a una serie que, al parecer, y siempre según la versión oficial, no hacía demasiado honor a la realidad Histórica del país... en cambio, entregaron las llaves de la ciudad a unas personas que llegaron ahí mostrando un desprecio absoluto hacia cualquier forma de inteligencia, tipo de buen gusto y, por supuesto, toda realidad imaginable. En aquel mismo instante, el Líder del Mundo Libre se despertó con la frente empapada en un sudor gélido. Algo le decía que muy pronto tendría que volver a cambiar las ventanas de su humilde residencia.

Es lo que hay. A joderse. Y a prepararse, porque el fenómeno (?) Federico Moccia, al igual que las malas hierbas, no muere... y perdona si te mando a tomar por saco. Perdona, en serio... cosas del cansancio y la impotencia. ¿Justificados? Sí, más aún después de tener que pasar dos veces por el mismo martirio. El que la 'Perdona si te llamo amor' de 2014 comparta cada letra con la 'Perdona si te llamo amor' (¿ven?) de 2008 es, más que una clara evidencia de la cara dura de la propuesta, así como de la vagancia del departamento de... de... ¿naming? (¿existe esto?), una prueba irrefutable de que en este sector tan tramposo sigue habiendo hueco para la honestidad. Es un remake, correcto. Es quizás el remake más fiel desde aquella memorable autofelación ejecutada por Michael Haneke en la readaptación (¿seguro?) de su inigualable (seguro) 'Funny Games'. Copia certificada, y con el beneplácito (segurísimo) de esa criatura grimosa en el ojo del huracán de tanto petardeo híper-glaseado con polvitos mágicos rosas-y-brillantes-de-la-muerte-hasta-la-muerte.

Federico Moccia nunca muere, y en países tan abonados a la diarrea romántica, se hace fuerte. ''Italia... ¡España!'', gritó el fantasma de Hoover... y no se equivocaba. ¿Dónde sino en el país de Berlusconi o en la milenaria nación de Don Mariano iba a sentar sus bases dicho movimiento? Lo preocupante no es que Federico Moccia exista, sino que haya tanta, tantísima gente dispuesta a engullir los fluidos que emanan de sus agujeros más insalubres. No... Mentira. Lo que al fin y al cabo es más inquietante es que haya tanta, tantísima gente dispuesta a repetir. Como para reírse de los reclutas del Sargento Hartman. Fran Araujo y Manuel Burque, los guionistas de la criatura que ahora nos martiriza, consiguen que el Google Translate eche humo. La labor de traducción es a todas luces impecable... el proceso de aniquilación de la personalidad del trabajo original (sí, es mucho asumir), también. Cada vomitona, flatulencia y escupitajo salpica desde el mismo ángulo, suena con la misma frecuencia... infecta con la misma virulencia. El escenario cambia, eso sí. Ahora estamos en Barcelona, la ciudad que selecciona con sumo cuidado los productos que se pasean por sus calles.

La luz del Mediterráneo más occidental baña este horroroso déjà vu protagonizado por la troupe de niñatas más insufrible, la panda de puretas más casposa y una de las voces en off más metafóricamente apaleables de la historia. ''A Álex le habían robado el corazón... ¡y ni siquiera podía poner una denuncia!'', dispara ésta última en una de las primeras escenas del filme. De nuevo, la sinceridad levanta la mano y se dispone a hablar. ''No miento, los tiros van a ir exactamente por ahí.'' Dicho y hecho. Federico Moccia Seal of Approval; absténganse los diabéticos. Como ya sucediera hace seis años, lo ''barely-legal'' es empleado como un anzuelo de lo más rancio. Trampa: alguien intenta vendernos, por enésima vez, la chuminada esa de que el amor no entiende de edades, amén de otros muchos slogans diseñados para clavarse en lo más hondo de los corazones más débiles. Puro fast-food romanticoide. No hay drama, ni comicidad, ni mucho menos intensidad emotiva. Sí que hay, por el contrario, esa tan execrable condena a la pobre figura del solterón, porque ya se sabe, quien no vive en pareja es un jodido monstruo. Quien no disfruta con las conversaciones telefónicas de dos tortolitos es, directamente, un puto imbécil. Aunque mucho peor es quien te obliga a vivir la misma pesadilla... y cuidado, sigue habiendo un 'Perdona pero quiero casarme contigo' (por favor...) que sólo cuenta con una versión italiana. Socorro.

Nota: 2 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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