'Transcendence' - El cazador de bits
Que el pastiche que responde al nombre de 'Transcendence' (en español, "transcendencia") es un filme fallido es algo que muy pocos discutirán, menos aún en público o a grito pelado. Para entendernos el resultado viene a ser, espiritualmente hablando, similar al del 'Cazador de sueños' de Stephen King que prácticamente tumbó la carrera del hasta entonces siempre interesante Lawrence Kasdan. O sin necesidad de irnos tan lejos, un modelo de producción relativamente parecido a lo que fue hace unos meses 'Cuento de Navidad', el caro pero poco lúcido debut en la realización en este caso del guionista Akiva Goldsman. Una especie de híbrido entre ambas en ciertos aspectos que, sencillamente, transpira "indifference" (en español, pse).
Lo dicho, 'Transcendence' es un filme fallido, lo que irremediablemente y por definición la convierte en una producción frustrante... pero a la vez sugerente. Me explico: fallar supone haberla tenido, y en su debut como realizador Wally Pfister la ha tenido con una historia que, eso sí, demandaba un creativo al frente con una mayor experiencia. ¿Cuantas veces habremos fantaseado con un resultado alternativo a una determinada jugada que, inexorablemente, ha marcado el destino de un partido y/o un torneo? 'Transcendence' es algo así, o como amar y haber perdido, o como plantarse delante del portero para a lo Julio Salinas en el mundial del 94 haber fallado. En 'Transcendence' encontramos algunos conceptos e ideas poderosas, así como el potencial y unos (generosos) medios para haber sido una gran película...
... que sin embargo no es, quebrando su propio ideario a través de una indefinición general, la que aporta el miedo, la duda y la impersonalidad que suponen los cauces de una falsa superproducción que malgasta 100 millones de dólares en lo imposible, intentar contentar a todos al no sucumbir ante el riesgo que supone tomar partido (y coger al toro por los cuernos). Un vano intento que tiñe de vacua neutralidad lo que parece un catálogo de situaciones a lo IKEA. Esto es, plantea con agilidad una interesante hilera de dudas e inquietudes morales/intelectuales/espirituales que, sin embargo, ejecuta de manera trivial y con demasiada superficialidad, en una flojísima y endeble comprensión de la lógica del producto fílmico a modo de farragosa, meliflua y complaciente entradilla. Siempre nos quedará el consuelo que de que nadie se quite la camiseta...
La historia de Jack Plagen se posiciona en la línea de la serie B idónea para realizadores de la quinta de Brad Anderson o Vincenzo Natali, curtidos en los sainetes de la literatura fantástica antes que en los acercamientos populistas de buena parte de los años 80. Títulos como 'Juegos de guerra' o 'El experimento Filadelfia' que, bajo el influjo del populismo impuesto por George Lucas y Steven Spielberg, se excusaban en algunas grandes ideas para rendirse al servicio de la distracción del espectador más conformista. Sin embargo 'Transcendence' mata la chispa de la indulgencia al dotar de una imberbe "transcendencia" a este "quieronopuedo Nolanesco" apocado y pusilánime, el cual deambula a la deriva en el naufragio que supone la simulación demagógica de un juego de niños.
Pfister y los productores visten a su juguete de puta de lujo, tratando de convalidar sus carencias con el movimiento y los agujeros con unos actores que no tienen más personaje que sus apellidos. Y las ideas al fondo, en un rincón de esta timorata producción que siquiera se atreve a intenta lucir palmito, con un acabado visual muy contenido y poco brillante que induce a creer en un desfalco mayor que el que puede haber cometido Agapito Iglesias con el Real Zaragoza. Esto es, un alma de serie B vestida de blockbuster que coquetea de forma vacua y superficial con algunos grandes conceptos. Al menos, siempre al menos, se trata de un pastiche de lujo que nunca aburre, irrisoriamente imprevisible y que ofrece algunas ideas con las que juguetear en nuestra cabeza antes de irnos a dormir.
Nota: 5,5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
6/10.
Le doy un 4.