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'Need for Speed': El rápido y el malo

Vía El Séptimo Arte por 03 de abril de 2014

El que el cine ha dejado de ser la industria del entretenimiento más potente es ahora mismo una realidad incontestable. Ahí están los números que ha barajado, por ejemplo, la nueva perla de Rockstar Games, para hacer que el vértigo se apodere hasta de los peces más gordos que mueven los hilos en el negocio del séptimo arte. El que cuando estemos hablando de videojuegos (los actuales reyes en lo que a business se refiere) lo estemos haciendo también de arte es algo que sirve, básicamente, para ver hasta qué punto ciertos sectores se resisten a aceptar o a adaptarse a unos tiempos que, con un poco de suerte, van a hacer que salgan disparados de sus roñosas poltronas. No hay más que ver la manera en que ciertos gurús siguen empleando el término ''videojuego'' a modo de -hiriente- comparativo con tal de cargarse a la película que más odian. ''Tiene alma de videojuego''; ''Su desarrollo parece sacado de un videojuego''; ''Personajes de videojuego'', dicen, como si jamás hubiera existido Shigeru Miyamoto, o Hideo Kojima, o Sid Meier, o Ken Levine, o Peter Molyneux, o...

El videojuego, tatuémonoslo todos de una maldita vez, es un arte que, como tal, está perfectamente implementado en el proceso de creación artística. Puede inspirarse en libros, obras teatrales, álbumes de música, películas... para inspirar, al mismo tiempo, a otras muchas manifestaciones artísticas. El que los saltos efectuados desde la videoconsola a la gran pantalla (y viceversa) de momento no hayan destacado precisamente por su calidad (con alguna que otra honrosa, por no decir brillante, excepción), cabe atribuirlo principalmente al mal enfoque llevado a cabo por ambos componentes de la relación, empeñados igualmente en que ésta (que por otra parte, y es importante, es todavía demasiado reciente) se refrende del modo más ventajoso a corto plazo, es decir, a través de sus respectivas cuentas de ingresos. Es por esto que el desembarco de la franquicia ''Need For Speed'' a los cines de todo el mundo es, a priori, una mala noticia para todos aquellos convencidos en que las ''Nintendos'', las ''Xbox’s'', las ''Play Stations'', y todas las demás, merecen el respeto del que hasta ahora se las ha privado.

La famosa saga del asfalto de Electronic Arts no parece que vaya a poder brindar suficientes argumentos sólidos a la hora de intentar dignificar la base desarrolladora, pues ninguna de sus entregas (al menos ninguna de las que quien escribe ha tenido la oportunidad de probar) ha hecho grandes aportaciones a la mencionada causa. Personajes sólidos, una historia atractiva o, sobre todo (porque es ahí donde ha estado la auténtica revolución), un mimo especial por la narrativa... ninguno de estos factores parece estar en la lista de prioridades del estudio encargado... y tampoco parece haberlo estado en la de la productora, lo cual convierte a la película 'Need For Speed' muy posiblemente en una de las pocas adaptaciones fieles que el cine le ha dedicado al videojuego. No se ha hablado aquí, de momento, sobre la ahora tan crucial calidad artística; sí sobre la coherencia traductora a la hora de acercarse a un producto centrado, casi exclusivamente, en suministrar un subidón de adrenalina, menester en el que, no hay que olvidarlo, también puede haber mucho arte.

En este sentido, la elección del director Scott Waugh para pilotar este nuevo (?), lujoso y potentísimo coche de carreras, parece digna del mejor jefe de escudería. Y es que todos los argumentos (tanto los que juegan en su favor como los que pueden hacerlo en su contra) al fin y al cabo aconsejan dicha elección. Especialista en escenas de acción que se ha jugado el tipo en infinidad de películas, su primera experiencia ''seria'' detrás de las cámaras fue junto a Mike McCoy en la incómodamente trepidante (a ratos... y a otros muchos aburridísima) 'Acto valor', descarado panfleto pro ejército estadounidense en el que, aparte de poner al heroico marine como el ejemplo por excelencia de realización suprema del individuo, se dejaba claro que nada ni nadie puede escapar a la mortífera justicia (?) yankee. ¿Era moralmente reprobable justificar con tanta alegría el uso -letal- de la fuerza como mejor vía para la resolución de conflictos? ¿Era indignante ver reducido el papel de ''policía del mundo'' por parte de los Estados Unidos al más estúpido de los... de los... videojuegos?

Pues sí, la verdad. Y mucho. Pero por lo visto trascendió el buen pulso de Waugh para la acción (tuviera ésta o no connotaciones del todo condenables). Esto, sumado a su más que latente idiotez y despreocupación por las posibles víctimas colaterales, como se ha dicho, le convertía en el descerebrado que 'Need For Speed' pedía a gritos. Y efectivamente. Como si se tratara de aquel mítico motorista del Dr. Slump que, literalmente, no podía apearse de su vehículo (si lo hacía, moría) tanto los videojuegos como su respectiva adaptación son productos alérgicos a la pausa y a la calma, momentos en los que uno se ve obligado a abrir la boca por aquello de interactuar con los que le rodean y, consiguientemente, evidenciar lo estúpido que es. Por el contrario, es en el momento en que el semáforo se pone en verde cuando salen a relucir todas sus virtudes. El problema, eso sí, es que su referente más obvio (la revalorizadísima 'A todo gas') llega a la línea de meta con el cronómetro excesivamente a su favor. Estamos ahora ante una copia, menos carismática y mucho más descompensada, pero una copia capaz de hacernos pensar en su referente, lo cual ya es un mérito a tener en cuenta.

Si se lo propusiera, Justin Lin podría doblar (y en más de una ocasión) a Scott Waugh, quien ya tiene suficiente trabajo en terminar la carrera sin que su bólido termine como uno de los ''Autos Locos''. Lo consigue, con sabor agridulce, pero con la cabeza bien alta, eso sí. Y es que a pesar de que su dramatismo canse (difícilmente una película de estas características puede aguantar un metraje demasiado largo... el de más de dos horas de este caso se antoja, obviamente, como excesivo, y aun suerte que ahí está Aaron Paul, uno de los grandes sufridores de este siglo, capaz a estas alturas de convertir, sin quererlo, la tragedia más cruda en la más disparatada de las comedias) y de que su machismo sea digno del mejor museo arqueológico, lo importante es que la estupidez de 'Need For Speed' divierte y su acción (así como su racionamiento) cumple. No con una nota brillante, pero sí con la suficiente para convertir la mayoría de sus defectos en algo parecido a la virtud. Véase el elevadísimo número de víctimas inocentes que van cobrándose los héroes de la función. A nadie le preocupa. Lo importante es tomar bien la siguiente curva, derrapar en el momento adecuado, adelantar limpiamente (o no) al rival... ganar. Las víctimas aplastadas en el asfalto, son lo de menos. Hasta es divertido... aunque claro, por lo que más quieran, no lo prueben en casa. Y apaguemos ya la consola, o el proyector (lo mismo da), que las ganas homicidas van en aumento y, a estas alturas, el depósito del gozo ya está suficientemente lleno.

Nota: 5 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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