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'Los Abrazos Rotos': Abrazos rotos, pero también tibios

Vía El Séptimo Arte por 19 de marzo de 2009

Harry Caine, antes conocido como Mateo Blanco, es un director de cine - ahora ciego - reconvertido a escritor que pasa sus días entre nuevos proyectos con la ayuda de su colaboradora más leal y el hijo de ésta. Tras leer en el periódico la muerte de un importante financiero, los acontecimientos se precipitan cuando poco después el hijo del mismo, se presenta en su casa pidiéndole ayuda para escribir un guión para una película. A partir de aquí Harry comienza a recordar sus años como director y cómo conoció a Lena, su gran amor.

En este nuevo trabajo se reconoce fácilmente el estilo y buen hacer del Almodovar clásico. Con unos personajes en cierta forma consumidos por el dolor y evocando la mirada a su pasado más reciente, un buen guión con intrigas por descubrir, y una imagen con una paleta de colores cálidos y vivos, típicos ya en la filmografía del artista. Repite con Penélope Cruz tras Volver, y con diferencia es la mejor entre el reparto (algo irregular por cierto) y lo mejor de la película. Con ella en pantalla el film gana muchos enteros e incluso arrastra al resto de sus compañeros que también suben el nivel de sus apariciones, pero sin ella todo resulta más soso, el guión pierde en intensidad y dinamismo, y como espectador el deseo es que su presencia se prolongue hasta el final. Porque si bien la rama central de la historia resulta de sobra interesante y casi emocional - con algún golpe de humor brillante como esa lectora de labios - no puede decirse lo mismo de las historias que se derivan de ella, que a modo de conclusión y encarnados en el personaje de Blanca Portillo como foco de todas ellas carecen del elemento sorpresa y la emotividad que parecen querer transmitir a la audiencia, quedándose en sólo pretenciosas.

La sensación al acabar es que Almodovar ha conseguido de nuevo convencerme y entretenerme con este nuevo trabajo, pero se ha quedado lejos de impresionarme, y eso es algo que de forma inevitable equivale a tener la impresión - o casi certeza - de que un cambio de estilo para su próximo proyecto sería más que conveniente. Por suerte, con la enorme muestra de humor de Chicas y Maletas - la película dentro de la película - es fácil darse cuenta que eso no supone problema alguno para alguien con semejante talento, pues intacto está.

por Jason

(+ Críticas...)
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