El director Fernando Meirelles, articulador de excelsas cintas como lo son Ciudad de Dios y El jardinero fiel, está presente este año, con la adaptación de otra novela llevada al cine. En esta ocasión es la novela del portugués José Saramago, publicada en 1995 bajo el nombre de Ensayo sobre la ceguera. A pesar de una filmografía bastante mínima, Meirelles ha sabido demostrar el talento al retratar hasta cierto punto cualidades de interacción humana en estas adaptaciones que parece le llaman la atención. En Ceguera (Blindness, Japón/Brasil/Canadá-2008), vuelve un tanto a la marginación que retrató perfectamente en Ciudad de Dios; todo esto con la visión de personajes más definidos. Pero entre tanta ceguera parece que Meirelles no vio algunos detalles muy notorios en esta producción.
La novela Ensayo sobre la ceguera (Ensaio sobre a cegueira) de Saramago, es uno de sus libros más conocidos del autor junto con Todos los nombres; y es considerada una de las más importantes novelas de la literatura latinoamericana. Las razones son obvias si uno se da oportunidad de leer el libro, y es que retrata a la perfección un segmento de la población que nos puede parecer lejano pero a la vez cercano y en cualquiera de los dos casos un aterrador inicio pre-apocalíptico, donde el hombre se consume ante el hombre, y ante su propia impotencia. La novela relata cómo una extraña epidemia de ceguera azota todo un país. Los afectados son puestos en cuarentena, pero las calles aún así, acaban llenándose de ciegos que son víctimas de esta inexplicable ceguera blanca. A partir de ello, las personas se vuelven en porción desmedidamente miserable desarrollando sus instintos. Algo interesante en la novela, es que los personajes dentro de la novela, están perfectamente definidos en base al egoísmo mostrado, y todo en afán de sobresalir de entre el pánico y lograr la sobrevivencia. ¿Suena alejado de la realidad? No, es naturaleza del ser humano, es una cuestión que nos viene intrínseca. De esta manera si se analiza tanto la novela como la película como parábola de una sociedad actual algo destartalada, las distintas aristas de la cinta darán para mucho más.
En esta cinta dramática y de suspense, el guión fue escrito por Don Mckellar, y cuenta con las actuaciones de Julianne Moore, Mark Ruffalo, Alice Braga, Gael García Bernal, Sandra Oh y Danny Glover. Y de igual manera, como ocurre en la novela, una curiosa epidemia de ceguera sacude un país. Las primeras víctimas son confinadas a un hospital sin recibir ninguna explicaciones. Entre estas personas, está una mujer (Moore) que conserva su vista en secreto para poder acompañar a su marido (Ruffalo), un oftalmólogo que ha quedado ciego repentinamente. De igual manera, como en la novela, se obvian los nombres de varios de los personajes, porque no importan, porque al final en esta sociedad todo se reduce a ser prácticamente iguales, con una misma deficiencia que los pone al tú por tú, los nombres no importan, y el reconocimiento por parte de los personajes y del espectador hacia los propios personajes queda minimizada ante un exhaustivo trabajo de guión, todo esto ante la clara descripción que se hace de cada uno de los actores de la trama.
Desde un punto de vista morboso y apocalíptico, Meirelles nos entrega una cinta posible y realista que pudo haber quedado reducida a nada, como a muchas cintas les pasa con este tipo de narraciones apocalípticas en donde todo se viene debajo de repente y la soledad de un todo compuesto se hace presente. A Ceguera no le ocurre lo mismo, pero pisa un terreno muy inhóspito con lo estilizado del film. Ceguera tiene más bien un poco más de Niños del hombre, en la que hay imposibilidad para una circunstancia en común, pero existe dentro de todo ese envolvente, una probabilidad meramente particular, agente de cambio y catalizador. En esta ocasión es el personaje de Moore, nuestro guía en la trama para seguir los diversos acontecimientos de los enfermos en cuarentena. También es el personaje que despierta nuestro inconsciente para atestiguar vía la imagen lo que seríamos capaces de hacer nosotros mismos al sabernos en esa situación, tomando toda responsabilidad ante los hechos, atestiguando un final del cual no se tomará parte de la misma manera que el resto. ¿Qué hacer y qué ver? ¿Y qué no hacer y qué no ver en un mundo donde nadie ve nada y nadie te verá hacer nada? ¿Cuál es la responsabilidad?
El espectador verá cosas que no quiere ver o que verá con cierto aire de rechazo, esa mirada de incomodidad hacia la miseria que nos quisiera resultar ajena; ese des-humanismo que pareciera palpable. Pero Meirelles también estilizó el filme para reflejar la falta de punto de vista que los personajes experimentan; y este es uno de los detalles que tienen a más dar un traspié, porque es tan estilizada la imagen y elaborada que puede llegar a molestar o cansar. Tanto desenfoque de la lente, movimientos en ocasiones torpes, tanto grano y luz en la imagen parecen inadecuados. No lo son; pero parecen inadecuados. Al final está justificado y haya sido o no la intención, se nota un cierto aire de maniqueísmo, de ganas de sorprender de Meirelles, quedándose en la delgada línea que define a una buena cinta de una meramente artística. Por eso esta cinta resultará tan subjetiva como se le quiera ver, al igual que esta crítica, y no debe ser categórico lo aquí expresado, puesto que la perspectiva de análisis está visualizada desde la misma comprensión de Ensayo sobre la ceguera, una novela que lleva al lector a valorar la fe, la tolerancia, y la vida misma pero al máxime. Ceguera logra llevar al máximo todo esto de igual forma, pero es un retrato muy pesimista que se queda sólo en ello.
Énfasis. Le falta énfasis. Esas ganas de sobresalir en todos los aspectos por encima de lo agresivo del guión. En términos artísticos, nos sabemos probadas la vena histriónica de Moore –aquí algo repetitiva en expresión-; ¿pero qué pasa con los demás? Meirelles ha hecho un logrado trabajo, pero muy inferior a los anteriores. Y es que este es el más manipulado en su tendencia audiovisual. Ceguera es una buena adaptación, y desde luego que el séptimo arte no es menor a la literatura ni viceversa, y esta pregunta ya hasta está de más; pero lo que si hay que visualizar, es que cuando no se puede retratar el espíritu de una obra, pues no se puede y punto, aunque mucho se le parezca y se le asemeje. Ahora la cuestión es utilizar la vista... para leer el libro, y ya luego veremos.
(+ Críticas...)