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'London Boulevard': Agitado, no revuelto

Vía El Séptimo Arte por 11 de noviembre de 2011

Agitado, no revuelto. En realidad es así como le gusta a James Bond su Vodka Martini, popular "frase de cine" que por alguna extraña razón que desconozco en su paso del inglés al español intercambió el orden de las palabras. Y si hablo de esta curiosidad no es sólo ni por haberla descubierto recientemente ni por rellenar parte de una crítica... qué también; según la versión oficial, esa que nunca ha de coincidir necesariamente con la verdad, si lo digo es para introducir 'London Boulevard', un filme "agitado" pero no "revuelto" cuyo metraje parece compartido por varias películas distintas que a pesar de las apariencias nunca dan la sensación de remar en favor de la misma corriente, y que de igual manera que yo me permito la licencia de hablar de un James Bond que no viene al caso se permite la libertad de no siempre respetar la aparente lógica de sus personajes ni la coherencia de su historia.Puede que en el fondo agitado y revuelto vengan a significar prácticamente lo mismo, de ahí que no haya una verdadera trascendencia en los distintos gustos de James Bond según el idioma, pero en una primera instancia y sin meditación alguna tras una lectura rápida bien puede parecer lo contrario. Fuera de lo que pueda o no significar dentro del ámbito de los cócteles, hablo más bien de lo que vendría a ser una apariencia. 'London Boulevard' también es una apariencia, un filme que aparenta ser una serie de cosas sin terminar de ser ninguna de ellas; un filme que sin ser ni bueno ni malo, dejémoslo en interesante aunque fallido, es dueño de una serie de elementos que si bien podrían funcionar de forma independiente es en su mezcla, en cómo interactúan unos con otros, donde no terminan de cuajar. Se le ven maneras, se le reconocen intenciones... pero una vez sobre la arena da la sensación de que no termina por saber cómo coger al toro por los cuernos.

William Monahan, hasta ahora sólo guionista y además de prestigio, ha intentado lo que no pocos intentan en su primera vez, demostrar tanto que vale como que tiene personalidad para esto, incurriendo en aquello que tanto le advertía Yoda evitar a Luke: hazlo o no lo hagas... pero no lo intentes... pero no de la forma prevista. Porque Monahan le pone su empeño y aparentemente la película como tal luce bien a nivel visual y sonoro, puede que de prestado y sin personalidad de serie pero sin que al primerizo que se esconde tras las cámaras podamos reprocharle de forma ética ni a nivel estético no dar la talla, si acaso en un montaje poco pulido que condiciona un ritmo algo inestable. Sin embargo los réditos de este empeño contrastan con la aparente dejadez que hasta ahora le era la faceta más productiva al interesado, la de escribir, quien presenta un libreto cuya credibilidad puede ser puesta en entredicho en cualquier momento del que surge una carne picada a la que no logra dar la forma de una pretendida hamburguesa.

La excusa por la cual se ha rodado 'London Boulevard', el guión y adaptación de una novela de Ken Bruen, es de todo menos sólido y adolece de una falta de convicción terrible diseminando sus escenas de tal manera que parece que reinterpretan su propia ficción de forma caprichosa, aleatoria, fortuita, sin que algunos personajes y/o situaciones terminen por justificar ni su existencia ni su convivencia con el resto del metraje. Y no es algo que podamos achacarle a su inmaculado reparto encabezado por un carismático Colin Farrell, una descentrada en la trama Keira Knightley o un Ray Winstone como siempre robándole minutos a la película, y a los que cabe sumar un ecléctico grupo de secundarios que resuelven con oficio una papeleta que sin ellos podría haber caído en peores urnas. A lo largo del irregular metraje de la cinta nos encontramos con una especie de intento fallido por realizar una especie de historia multifacética a todos los niveles, de abarcar cuantos más posibles aspectos, personajes, facetas y tonos posibles sin que en este caso la agitación de sus momentos más brillantes logren revolverse con los instantes más contradictorios desde un punto de vista formal o argumental.

Que William Monahan ha trabajado con Martin Scorsese se nota, como también se nota que al menos de momento William Monahan no es Martin Scorsese. Tampoco es Guy Ritchie, por más que haya dejado constancia en 'London Boulevard' de su afinidad moral con el ahora reconvertido a director de blockbusters. A diferencia de por ejemplo 'Snatch. Cerdos y diamantes', una de las muchas fuentes de las que parece beber el debut como realizador del hasta ahora guionista William Monahan, en 'London Boulevard' la línea divisoria entre cada uno de sus elementos se dejan ver tan claramente como una gota de aceite en un vaso de agua. Eso no quita ni para que la propuesta no resulte simpática ni para que esta carezca de interés; es más, a ratos incluso parece que va sobrada de ambas cosas. La lástima es que es tan evidente que nos la están contando que uno nunca termina por dejarse llevar, lo que deja mucho margen para que nos hagamos demasiadas preguntas en torno a un filme con tan pocas respuestas. Lo dicho... agitado, pero no revuelto.

Nota: 6

Por Juan Pairet Iglesias

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Comentarios

  • Avatar de Turbolover1984
    Turbolover1984 03 de Diciembre de 2011, 03:29:59 PM
    Hace unos años William Monahan ganaba el Oscar a mejor guión por Infiltrados película que la recuerdo correcta pero muy sobrevalorada. En esta ocasión vuela en solitario sin que Martin Scorsese le coja de la mano y realiza su primer trabajo tras las cámaras.

    Las sensaciones tras el visionado son extrañas. Al igual que me pasó el año pasado con Stone, es una mezcla extraña en su ejecución y es un fallido intento aún no se de que. La historia es sencilla: Colin Farrell acaba de salir de la cárcel y le ofrecen un trabajo como "manitas" para la casa de una famosa (Keira Knightley) y también guardaespaldas si hace falta en un momento dado. Como cabía esperar, le persigue su pasado de criminal y no paran de insistirle en que la banda no se puede dejar, con Ray Winstone a la cabeza de la misma. Mención a parte para esa amiga que le recomienda a ella como trabajador a uno de los mayores gangsters del lugar para que cuide una casa llena de cosas de valor como obras de arte o cochazos.

    La idea es buena, las actuaciones son más que correctas (destaca el malo de la película) pero al final lo poco rescatable es su BSO. No se que idea tenía el director en su cabeza pero es como si metieras en una batidora la citada Infiltrados con una película de Guy Ritchie, le dieras a mezclar y rodaras lo que te sale sin juntar los pedazos ni ordenarlos.

    Falla en el montaje, la película va a golpes, el ritmo es inexistente, sus situaciones y diálogos resultan insulsos y encima le mete un factor de romance con calzador y sin necesidad de ello dando la sensación de que lo hace porque lo mandan los cánones. Todo rematado con un tufillo a pretenciosidad.

    Pasa directamente a la lista de una de las peores películas que he visto de las estrenadas en 2011.

    Un 3.8