Buscador

Twitter Facebook RSS

'Cinco metros cuadrados': No sin mi casa

Vía El Séptimo Arte por 10 de noviembre de 2011

¿Por qué siempre que vemos una película española tendemos a recalcar que es una película española? Ya sea para lo que sea aunque no sea para nada en particular es algo que suele surgir de forma natural, espontánea, como cuando hubo una época en la que erróneamente había quien consideraba oportuno añadir la orientación sexual de una persona a la hora de ser presentada. Es más, casi siempre la nacionalidad antecede a cualquier filme que no provenga de esa patria de adopción que nos hace sentir que Brooklyn es más nuestro que Vallecas y el perrito caliente más típico que el jamón de Teruel. ¿Acaso importa? En ocasiones si, y hacer uso de su nacionalidad sirve de verdad a la causa... como es el caso, donde una terraza del tamaño del título se erige en un adalid de ese derecho fundamental al que ni Rubalcaba ni Rajoy parecen capaces de situar en su sitio, si me permiten la indiscreción.Si bien el cine es cine hable en el idioma en que hable es innegable que la cultura local influye, y mucho, en lo que sea que se ruede y en cómo se muestre en la gran pantalla por más que los sentimientos sean internacionales, una de las pocas cosas que en verdad son de todos y de nadie a la vez. Por eso a veces conviene matizar que el "española" ni está empleado de forma gratuita... ni especialmente de forma despectiva, acepción que podemos dar por sentado suele ser la más habitual entre un público al que le cuesta conectar con lo que le debiera de ser más propicio hacerlo, aun sin negar que lo más propicio en alguna que otra ocasión indigna de mención sea precisamente desconectar.

'Cinco metros cuadrados', CMC para los amigos, no sólo es una película española sino que además lo es con orgullo, el mismo que esgrime sin ocultarse en beneficio de posibles ventas internacionales y por el que más de uno la rechazará de inicio sin darle la oportunidad de ser rechazada por méritos propios, si acaso y llegado el caso, y haciendo malo el dicho aquel de que pagan justos por pecadores. Y lo es desde el punto de vista de que toma un pedazo de la realidad que nos rodea, la de esta tierra que ha algunos nos gusta considerar algo llamado España, y la interpreta de una forma tan cercana a nosotros que parece como si fuera, durante el 90% de su metraje, tan real como la de verdad de la buena, la que al sacar la mano por la ventana podemos tocar. ¿Cuántas veces vemos alguna que otra película sin entender según qué cosas? ¿Cuántas veces, por ejemplo, nos hemos preguntado que si de verdad será tan estúpida como parece la vida en los institutos norteamericanos?

El problema de 'Cinco metros cuadrados', donde ya ni es amiga ni CMC, es que es tan cercana en cuerpo y alma que lo que luce como drama en la gran pantalla es accesible como tragedia en la vida diaria, una de tantas en la que un final que se sale por la tangente y haría las delicias del Joliwoó más rancio no tiene por qué salir al rescate de su en esta ocasión excelente protagonista, un Tejero que demuestra que además de dar el pego como portero en televisión también puede actuar, si se lo propone, que lo suyo con Malena Alterio es algo más que química, y que junto a José y Luis son una terna, palabra que hoy sí que uso como es debido, muy decente para dar la cara ante el cabezón. Cuando a una la catalogan como la gran triunfadora de algo, ya sea donde sea aunque más si el asunto suena tan serio como Málaga, peligroso se queda corto ante las posibles expectativas que puedan surgir de la alfombra roja; 'Cinco metros cuadrados' cumple, tal vez sin rematar, sin merecerse ese "gran"... pero que nos quiten lo bailado.

CMC, y aquí sí es una amiga, es una producción dueña de una inteligente puesta en escena, con buena caligrafía, un reparto ejemplar, un ritmo muy fluido y un montaje muy hábil a la hora de ignorar perfectamente los tiempos muertos de un guión muy conciso, claro y medido que dan lugar a una narración donde no hay nada de grasa, superfluo, y a la que tan sólo le sobran los últimos minutos, un final no muy amigable demasiado efectista y condescendiente que resquebraja la sensación de falso docudrama conducido por mano sobria que hasta ese momento predominaba, y que nos devuelve antes de tiempo a la realidad de una sala de cine. Lástima que Max Lemcke no haya sabido cerrar con la misma solvencia con la que ha sabido desarrollar un filme siempre interesante del que no obstante podemos seguir extrayendo una más que temible moraleja "como la vida misma": que al igual que ya ocurriera con 'Margin Call' o 'The Company Men' nadie sigue sin saber dar un final creíble y convincente a la llamada (y padecida) crisis...

Nota: 6.8

Por Juan Pairet Iglesias

< Anterior
Siguiente >

Comentarios

  • Avatar de Banacafalata
    Banacafalata 12 de Noviembre de 2011, 12:57:20 PM
    ¡Así no hay quien viva!

    Fue la incontestable triunfadora en el pasado festival de Málaga alzándose con cinco premios, los de mejor película, actor principal y secundario y guión como también el premio de la crítica. Vista hoy Cinco metros cuadrados, puede poner de mala leche, pero nos los conocemos por desgracia tan bien que no nos puede sorprender. Como podría sorprendernos a estas alturas si hace ya cincuenta años que Marco Ferreri en El Pisito nos planteaba una situación que guardaba bastante en común con la película de Lemcke. En aquella ocasión una pareja que llevaban ya más de diez años de relación veían como la única opción que tenían para poder salir de casa y acabar en un piso propio era hacer que el novio se casase con una anciana para poder heredar su casa, y aunque aquí no tengamos la mala leche y el retorcido humor que destilaban los guiones de Azcona, realmente lo que plantea Max Lemcke en su nueva película acaba siendo prácticamente lo mismo.

    Álex y Virginia se van a casar el próximo mayo, antes de ello compran un piso sobre plano, para cuando llegue la boda la casa ya debería estar lista para que ellos entren a vivir, los meses pasan y las obras no avanzan, los sueños van quedándose por el camino, la vida se va carcomiendo y todo por culpa de una sucia y vil estafa, los años pasan y la obsesión por llegar a tener simplemente lo que es tuyo puede ser una losa que acabe destruyendo al mismísimo ser. La cinta de Lemcke llega tarde, hace cinco o seis años se habría convertido en una película necesaria e imprescindible, vista hoy día no deja de ser un reflejo terrible y minucioso de todo lo que conlleva a esa estafa inmobiliaria, un robo perfecto, de auténtico guante blanco y que no deja de convertirse en una película de lo más interesante.

    Lemcke hace un retrato perfecto tanto de sus personajes como del principal problema que encuentran, la película, que se va desarrollando durante varios años, encuentra la manera perfecta para abordar la destrucción de su protagonista, ya desde esa conversación en la cama empezamos a intuir una caída cuesta abajo y sin frenos. El patetismo cada vez es más evidente, los sueños se ven frustrados y se convierten en bonitas metáforas en forma de piso piloto. Es sin duda el punto más interesante de la película y desde luego no podría ser igual sin la sorprendente y espectacular interpretación de Fernando Tejero, un Tejero que tiene la misma garra y carisma que López Vázquez o Alexandre tenían en su época. Y Tejero no está sólo, le acompaña una Malena Alteria que poco tiene que envidiar a su compañero de reparto. Pero no sólo son sus personajes los que encuentran un fiel retrato, desde el principio todo el método de la estafa está llevado con un cuidado tremendo, se manchan las manos políticos y empresarios, es un juego al fin y al cabo para ellos, y eso consigue ponernos de muy mala hostia.


    Pero todo lo minucioso y duro del retrato que por un lado consigue Lemcke, lo pierde por la otra parte. Porque sí, es inevitable cabrearse con todo lo que estamos viendo, pero aún así se siente que al relato le falta demasiada garra, un poco más de fuerza y exposición. Además el realizador se empeña en ocasiones en abusar demasiado de la denuncia, olvidándose por completo de que está rodando bajo un filtro cinematográfico, un poco más de sentido del humor habría venido bien para aligerar este aspecto y es que la trama se para en muy breves ocasiones a reírse, aunque eso sí, cuando lo hace es con brillantes momentos de humor negro. Por suerte, sobre todo al final, el realizador se acuerda de que está haciendo cine y pese a que podamos acusarle de ser quizá algo sensiblero, lo cierto es que consigue un remate espectacular y además consecuente con todo lo que había contando sabiendo sonreír también a todo ese halo de negatividad que imprimía a la película.

    A Cinco metros cuadrados se le pueden achacar muchas cosas, el hecho de no haber llegado unos años antes, la falta de garra o la tendencia hacia la denuncia (defecto bien conocido entre algunos cineastas españoles), pero apoyada sobre todo por la fuerza interpretativa de sus dos protagonistas, Cinco metros cuadrados es una película igualmente interesante, un minucioso retrato no sólo sobre la especulación inmobiliaria sino también sobre la decadencia del ser humano a través de las obsesiones y los sueños rotos. Además también supone el redescubrimiento de un Tejero como actor, injustamente encasillado (ya estaba sensacional en Los Lunes al Sol) y que aquí demuestra ser capaz de derrochar un talento excepcional.

    Lo mejor: Fernando Tejero
    Lo peor: Demasiada tendencia a la denuncia.
    Nota: 6
  • Avatar de Amármol
    Amármol 28 de Marzo de 2012, 02:34:56 AM
    8/10

    yo tampoco conozco a la comercial de ventas; pero tambien he tenido ganas de llorar
  • Avatar de Juan.Fernández
    Juan.Fernández 28 de Marzo de 2012, 11:40:50 AM
    Esta película gano en la pasada edición del festival de Málaga por ser la menos mala, dicho de la boca de uno de los miembros del jurado
  • Avatar de jescri
    jescri 31 de Marzo de 2012, 10:28:51 AM
    No terminó de gustarme demasiado la película, aunque está claro que es un drama que puede tocar la fibra, especialmente de la muchísima gente que se ha visto en esa injusta situación.

    A destacar el papel de Fernando Tejero en lo positivo y un final demasiado forzado en lo negativo.

    Nota: 5,5.