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'La sombra de los otros': Sombra eres, y en sombra te convertirás

Vía El Séptimo Arte por 31 de mayo de 2012

Después de que su padre le haya mostrado el por qué le ha invitado a conocer al personaje de Jonathan Rhys Meyers, Julianne Moore pone fin a la escena comentándole que "el numerito te resta credibilidad". En el mismo instante que escuché esta frase me la apunte para hacer de ella mi argumento en su correspondiente crítica porque, como era de suponer, 'La sombra de los otros' es de esa clase de filmes a los que dicha frase define perfectamente pues el "numerito" de su puesta en escena le "resta la credibilidad" necesaria, si es que sobre el papel hubiera tenido alguna opción, para que cuando llegue el momento de la verdad, aquel en el que sabemos que las cosas se van a poner "jodidas", sintamos algún tipo de interés en ver como acaba todo... y no en que simplemente acabe todo.Los hemos visto ya demasiadas veces como para que según que tics de ese mal llamado cine de terror tengan algún tipo de efecto sobre nosotros, no digamos ya para insuflar en nuestros corazones algo remotamente parecido a miedo... al menos que hablemos de miedo a tirar las palomitas de un sobresalto traicionero, que de esos aún hay quien sabe meterlos. No sé, el hecho de que alguien se agache dentro de un coche es una invitación a que cuando vuelva a erguirse en la ventanilla del coche aparezca alguien que, ante la situación, suele decir algo así como "Perdona, ¿te he asustado?", y porque como ya sabemos durante la primera hora de película todo el mundo es bueno hasta que, en su tramo final, se revela aquello de que "nada es lo que parece", probablemente el tagline más famoso de la historia del cine. Y esta es solo una de las variantes, que si nos pusiéramos se nos ocurrirían tantas como el número de animales que juegan al escondite a la espera de una mirada indiscreta para disfrutar de sus 5 segundos de fama.

Por eso mismo cuando a Julianne Moore, dentro de su coche, se le cae algo al suelo, se agacha a recogerlo y vuelve a levantar la cabeza el ver asomar a Jonathan Rhys Meyers al otro lado de la ventanilla "por sorpresa" -como bien subraya la música- rematando el momento con un "Perdona, ¿te he asustado?", no es que cause más emoción que, en todo caso, la de ver a Jonathan Rhys Meyers diciendo "Perdona, ¿te he asustado?", una de esas experiencias que sin acritud alguna hacia el que fuera el Rey Enrique VIII en la pequeña pantalla tienen un gran número de posibilidades de ser olvidadas de aquí a finales de este mismo mes de mayo, las mismas que en verdad tiene 'La sombra de los otros' de cumplir un destino similar, de perderse entre el amplio número de títulos incluidos en IMDb como una simple entrada cualquiera, y que parafraseando a su título y en un alarde de ingenio por mi parte podríamos decir que es "la sombra de cualquier otra" por el estilo, uno de esos filmes intrascendentes, irrelevantes, anodinos y con sabor a déjà vu que parecen hechos por puro compromiso cuyo impacto es similar al de una mosca en el parabrisas de un coche a 120 km/h, kilómetro arriba kilómetro abajo.

¿Y qué más se puede decir de un filme que llega con un retraso que duplica al que le ha impuesto Paramount a 'G.I. Joe: La venganza'? Muy probablemente, y sin excusa del 3D de por medio, este sea uno de esos proyectos que las distribuidoras compran o bien sobre plano confiando en el nombre de su protagonista o bien como parte de algún otro acuerdo, una producción que según les llega a las manos se intuye más como un marrón con el que nunca no se sabe muy bien que hacer, un filme casi tan peligroso como cualquier otro de los últimos protagonizados por quién se hace llamar Nicolas Cage. No iban muy desencaminados los hermanos Wayans bautizando aquella tontería cachonda como 'Scary Movie', un género que cuando ni se hace bien ni se le impregna algún tipo de personalidad se convierte en una sombra propenso a provocar la carcajada en todo aquel espectador con un mínimo de incredulidad. Y no, definitivamente 'La sombra de los otros' no da cobijo alguno a los incrédulos, si acaso a los fervientes capaces de tener la conciencia tranquila después de haberse tragado sin pestañear un telefilme de sobremesa. Julianne Moore, tía, tú antes molabas... ¿qué te ha pasado?

Nota: 3

Por Juan Pairet Iglesias

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