Precedida por un siempre potencial y peligroso éxito sorpresa en su país de origen nos llega 'La boda de mi mejor amiga', nueva comedia surgida de la factoría de Judd Apatow. Y si, aunque a ratos no lo parezca 'La boda de mi mejor amiga' es en su mayor parte una comedia, por momentos incluso muy efectiva, a pesar de que hereda algunos de los principales defectos de la citada línea de producción del nuevo gurú de la comedia norteamericana que deslucen en mucho el resultado final. Sirva de ejemplo su propia 'Hazme reír'; particularmente, su insensato y absurdo intento de impregnar de seriedad dramática a un relato que no la necesita y un absolutamente desmedido e injustificado exceso de metraje que eleva a las dos horas de duración lo que nunca deberían ser más de 100 minutos.
Aun a riesgo de ser acusado de, a esta "boda", que en nada tiene que ver con la más satisfactoria cinta que P. J. Hogan le dedico al mejor amigo de Julia Roberts, le salva un tanto la cara el estar protagonizada por mujeres, algo a lo que se le ha dado una desmedida relevancia que no debiera ser tal pero que le otorga un toque personal y particular, así como una perspectiva algo distinta a lo habitual. No obstante y al igual que ocurriese con la icónica imagen que se podía ver en el cartel original de 'Escape de Nueva York' de John Carpenter, imagen que le sirvió de inspiración a JJ Abrams para una escena de 'Monstruoso', la imagen de un grupo de amigas "a lo Resacón" apenas si tiene lugar y ni es representativo ni es aprovechado para hacer de esta pretendida comedia algo más que otra estúpida comedia norteamericana con algún que otro momentazo demasiado aislado como para que termine de cuajar una propuesta que no le hace honor a su éxito comercial al otro lado del charco.
Por simple inercia tendemos a comparar unas películas con otras, o simplemente a comparar para en no pocas ocasiones hacernos entender. Es algo que está en cada uno y que cada uno lo hace a su manera. En mi caso ya sea justo o no para cualquiera de las dos contendientes me resulta verdaderamente complicado no comparar a 'Super' con 'Kick-Ass' o a 'Thor' con 'Linterna verde', casi tanto como a buen seguro me resultará complicado no caer en la tentación de hacer lo propio con 'Noche de miedo' o 'Conan', versiones 2011, y sus respectivos originales ochenteros. De igual manera se me antoja complicado no comparar 'La boda de mi mejor amiga' con 'Resacón en Las Vegas' sin que necesariamente podamos hablar de dos títulos que ni se lo merezcan ni que sean afines. Simplemente es así. O tal vez sea porque filmes como 'La boda de mi mejor amiga' sirvan para revalorizar el trabajo de gente como Todd Philips en ambas entregas de la ya franquicia, y en las que se vislumbran una dosis de inteligencia, habilidad y verdadero interés por hacer de la función una función que merezca de verdad la pena sin pretensión alguna por ser lo que ni se es ni merece la pena ser, y además sabiendo dónde, cómo y cuanto tiempo, tres cuestiones fundamentales de una buena comedia que algunos insisten en no entender.
La guerra entre las dos mejores amigas de la novia que ni por asomo lo son entre ellas por convertirse en la dama de honor preferida de esta es el eje principal que sustenta el film, un eje que lejos de focalizar toda la atención es salpicado por diversos detalles paralelos como una aburridísima, tópica e insustancial relación entre la protagonista y un policía que rompe el relato cada vez que se presenta, recreación torpe del que una vez más es un innecesario interés romántico que le mete relleno y desvía la atención sobre lo que no debiera de ser más que una desbocada comedia sin prejuicios, algo con lo que no por casualidad coquetea en aquellas ocasiones en las que mejor funciona, véase la impagable escena en la que las damas de honor se prueban los vestidos tras comer en un restaurante brasileño... Así su irregular, repleta de altibajos e inconsistente narración con ansias de irreverencia infundada se extiende a cerca de unos muy excesivos 120 minutos de metraje que diluyen en mucho la fuerza cómica del relato, sobrecargado de elementos recreados de forma un tanto torpe que no conducen a ninguna parte, de cara a la galería y que bañados en un exceso de vago dramatismo de manual le quitan progresivamente la gracia a unos cada vez más insulsos chistes cuya atención se desvía, incluso antes de llegar a su muy edulcorado tercio final, hacia el reloj una vez se ha sobrepasado el límite de lo que, en esencia, es como cualquier otra historia de entretenimiento sin pretensiones a la que se le ha dado demasiado margen para naufragar.
Lejos de las expectativas 'La boda de mi mejor amiga' es toda una decepción tanto como película como comedia, una producción cuyo visionado es salvable pero a todas luces fallida, bastante corriente salvo detalles puntuales -algunos excelentes, no obstante, como la aportación de un no acreditado Jon Hamm- y muy sujeta a un patrón comercial en el que alrededor de un concepto se han elaborado de manera un tanto difusa una suma de sketches con forma de guión que delatan claramente la procedencia de las mentes creativas que se esconden detrás. El indudable carisma de Kristen Wiig, mucho mejor como actriz que como guionista a tiempo completo y que recuerda a la Sandra Bullock de 'Mientras dormías' y demás títulos por los que nunca le hubieran regalado un Oscar, y sobre el que descansa buena parte de la responsabilidad en detrimento de unos secundarias muy desperdiciadas no es suficiente como para sobreponerse del todo a la por otro lado desganada, impersonal y plana puesta en escena del igualmente televisivo Paul Feig, un trabajo bastante poco lucido tras las cámaras que se ve refrendado por un montaje bastante inocuo y aséptico en líneas generales, y cuyo gusto por el exceso (véase la interminable escena en la que los personajes de Wiig y Byrne rivalizan con su discurso) termina por convertir escenas potencialmente graciosas en escenas que se hacen las graciosas, no sin cierta desesperación para el espectador. Y es que no es tanto el resultado, que al menos tiene un pase, como la sensación de que en mejores manos o con algo más de maña la cinta podría haber dado para mucho más.
Nota:
5.5
Por Juan Pairet Iglesias
Je!, ahora que lo pienso... creo que me he excedido...
Será la falta de costumbre...
Le doy un 6,5.
Existe un claro matiz entre la comedia norteamericana y la europea: generalmente, la norteamericana surge del cómico mientras que la europea de la historia. Es por eso que muchas comedias norteamericanas "flojean" argumentalmente, porque más que con un guión trabajan con una escaleta.