'Kubo y las dos cuerdas mágicas' - El mundo en la palma de tu mano
Hace cosa de un mes, cuando me puse a escribir sobre aquella tontería titulada 'Mascotas' (que por suerte ya he olvidado), mencioné no por casualidad a LAIKA, compañía responsable de la producción de 'La novia cadáver', 'Los mundos de Coraline', 'El alucinante mundo de Norman', 'Los Boxtrolls' y la que ahora nos ocupa. No hace falta que diga que es lo que une de forma evidente a una producción con otra... pero lo voy a decir porque siempre hay algún que otro despistado: Su técnica de animación stop motion, fotograma a fotograma o "a mano", como la conocen algunos marcianos que no parecen tener muy claro que un lápiz, un pincel o un ratón de ordenador también se mueven "a mano".
De entre la confrontación del cine de Chris Meledandri (conocido bajo el seudónimo de Illumination Entertainment) y el de LAIKA surge una evidencia que, si bien puede que no sea tan real como para ser cierta, si parece influir de manera inconsciente en un juicio de valor altamente predefinido. Dos tendencias claras en lo que a películas de animación se refiere, la animación por ordenador por un lado y cualquier otra técnica por el otro. Y mientras la primera da igual que haya costado dos, diez o cuatrocientos duros que siempre parece hecha para un gran público que no suele tener demasiados problemas para aceptarla como si tal cosa, la segunda no parece gozar de ni del mismo privilegio ni en la misma medida.
En cierto sentido ya me estoy posicionado despreciando una cinta como 'Mascotas', aunque no se trate ni de eso ni de tomar partido. La técnica indudablemente influye, y es posible que el encanto de LAIKA no fuera el mismo de haber estado moldeado con un ordenador. Eso podría parecer de no ser por la escasa repercusión de las muy apreciables 'Ratónpolis' y 'Arthur Christmas: Operación regalo', los dos intentos de Aardman por intentar llegar con el CGI a dónde la plastilina nunca les ha conseguido llevar. En ese sentido, y dejando a Pixar al margen, parece existir una tendencia natural por menospreciar el éxito y sobrevalorar el fracaso, algo que resulta aún más patente en un terreno tan infantilizado y a la vez empaquetable -con lazo- como el animado.
Es una lástima que el éxito comercial no siempre atine con nuestros gustos, nos ocurre a todos, del mismo modo que resulta frustrante la sensación de que el éxito se alcanza mediante la prostitución. Y en el caso que nos ocupa, es una pena que según que películas gocen de unas oportunidades que a otras se les niegan, en ambos casos prácticamente por inercia. A partir de ahí parece un cliché: 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' es la clásica cinta de animación que unos cuantos rechazarán por la misma razón que será abrazada por unos cuantos menos, el ser algo en apariencia tan artístico como para igualmente en apariencia no ser lo que se dice popular. O algo así que se le parezca, perdonen si no me explico bien.
La realidad es que siento que me repito, especialmente cuando hablo de animación. La primera versión de este texto, de hecho, es la que ha motivado esta reflexión. No por ello 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' deja de ser una delicia, especialmente por una técnica y BSO tan brillantes como para merecer el precio de una entrada de por sí solas; también por poseer eso tan raro de encontrar dentro de unos moldes tan esquemáticos (sobre todo CGI), un alma que la eleva por encima de su guión. Claro que es fácil, la técnica importa tanto como para poner de manifiesto, de manera innegable, el esfuerzo, cariño, mimo y voluntad que requiere una producción como 'Kubo y las dos cuerdas mágicas'. Pero, ¿y eso es todo? ¿es ese el único valor diferencial?
No del todo... pero casi: es en aquellos momentos en los que intenta parecerse a títulos como 'Mascotas', y de paso resultar más llevadera para los chavales, cuando la última obra de LAIKA no termina de funcionar como si funciona cuando abraza sin rubor su auténtico espíritu, logrando con ello momentos de auténtica magia. Como ya sucedía con sus anteriores filmes, un recuerdo tan romántico como a la vez irresistible cuyo colorido folklore sirve para tapar sus pequeñas irregularidades, vagamente molestas pero nunca ofensivas y convenientemente apaciguadas por la riqueza de su textura... para quién tenga edad, y puede que tal vez también voluntad, de y por apreciarlo.
Porque 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' también pone de manifiesto que, después de todo, puede que no sea la técnica la que divida en dos al cine de animación. Puede que sea incluso más sencillo: Con o sin niños. Y a diferencia de 'La fiesta de las salchichas', la última producción de LAIKA no es ni lo uno ni lo otro, navegando por ese punto intermedio que hacen que, como el propio Kubo, y con la misma sencillez quijotesca de la que hace gala la película, sea complicado encontrarle un lugar en el mundo. Tan complicado como para no estar condicionados más que por nosotros mismos, obligados a valorar una obra tan interesante como para que no dependamos de la opinión de quién se sienta a nuestro lado.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex