'Jurassic World' - Dar de comer al bicho
En 2013, coincidiendo con su veinte aniversario, Universal Pictures decidió re-estrenar 'Parque Jurásico' -según algunos rumores en 3D-. La excusa del 3D era lo de menos, el trabajo ya se había hecho muy bien veinte años atrás. Los mismos que no parecían haber pasado para el citado filme, tan saludable de ver y tan disfrutable como aquella primera vez que tantos huesos ayudó a desenterrar. No sólo se superaba con creces la reválida de tan grato recuerdo (en el que otras como 'Poltergeist' se hunden...), también se ponía de manifiesto -una vez más- que por mucho que se tire de efectos lo importante es lo que sepas hacer sin ellos: Que puedas hacer que un dinosaurio cobre vida no quiere decir que dicho dinosaurio pueda dotar de vida a una película...
Si el de la imagen fuera Ian Ziering y lo que está a su lado un tiburón... casi, pero no, 'Jurassic World' no llega a tales extremos aunque en esta ocasión la presencia de Chris Pratt no sirva de salvoconducto. El gran handicap al que siempre se ha enfrentado la franquicia de Parque Jurásico es a la aparente auto-limitación de su repertorio una vez se le han devuelto la vida a los dinosaurios, el cual se resume en un grupo de personas atrapadas en una isla a merced de unos bichos con ganas de hincar el diente. Esta es la estructura básica de los cuatro filmes de la franquicia, y prácticamente ninguno ha ido más allá. Porque por mucho que escaves los dinosaurios no dejan de ser dinosaurios. O para el caso, un efecto (digital) que ya no sorprende como pudo hacerlo en 1993, cuando para muchos un ordenador aún seguía siendo "un Amstrad" (¡un Amstrad!).
Por eso mismo la razón de existir de este 'Jurassic World' es el Indominus Rex, un nuevo dinosaurio "diseñado genéticamente para el siglo XXI" porque, como se explica en la película, cada x tiempo hay que hacer algo que reanime el interés en el parque... o para el caso, en la franquicia, pues hablamos de la misma razón de ser, renovar el interés por la licencia y la venta de pines jurásicos. A menudo a cualquier precio y sólo fijándose en los números (aunque la moraleja trate de vendernos lo contrario...). Llámese Indominus Rex o llámese Spinosaurus, como en la tercera, que para el caso sigue siendo la misma teoría de Uwe Boll sobre el miedo: Cada nuevo bicho tiene que ser aún más grande que el anterior. O más es más. Y con ello volvemos a lo mismo: Al producto "diseñado con escuadra y cartabón" para reavivar el nombre de una franquicia (y la venta de pines).
Aunque posiblemente sonase peor como punto de partida, 'Jurassic World' hubiera tenido más presente (y futuro) como remake puro, libre y sin alambradas, antes que como secuela demasiado condicionada por el respeto hacia su productor ejecutivo. No sólo por su hueca aura a pulida imitación Made in Corea, también por repetir errores similares a los que 20 años atrás llevaron a un T-Rex a las calles de San Diego y a casi poner fin al sueño (y la franquicia) de los Hammond. Fallos de coherencia y sentido común que salpican todo el metraje que igual uno no tendría tan en cuenta de haber sido tan sencilla como la tercera: Directa e independiente, 90 minutos y poco margen para pensar en más que unos depredadores persiguiendo a sus presas. Pero no, 'Jurassic World' juega a ser lo que ahora está tan de moda, un reinicio encubierto que como coartada honre tributo como la auténtica secuela "espiritual" por la que no pedir perdón cuando se estrene la siguiente.
Ser más grande no sólo no te convierte automáticamente en algo mejor, sino que además puede dejar más al descubierto tus carencias, especialmente si como es el caso buscas tan a menudo la referencia como para dejar sin partitura incluso a Michael Giacchino. Joe Johnston entendió mucho mejor que Colin Trevorrow que no se trataba de emular a Spielberg, sino de reventar la taquilla con un derivado apañado que cumpliese en las distancias cortas. Algo similar a lo perpetrado por Gareth Edwards y su 'Godzilla', un blockbuster avergonzado de esa misma condición que con tanta alegría abrazaba la versión mucho más juguetona de Roland Emmerich. Trevorrow trata de proyectar una apariencia de película que no hace sino poner en evidencia su simpleza y racanería como producto, en especial una duración de dos horas marcada por una falta alarmante de nervio, tensión o urgencia (dadas las circunstancias).
Es posible que aquella gran mayoría que ignoró el primer filme hace un par de años no lo tengan tan en cuenta, capaces de ahogar en un bol de palomitas la sensación manifiesta de que 'Jurassic World' es un lavado de cara que ya hemos visto un millar de veces, sea con dinosaurios u otra clase de bichos, y sobre todo mejor planteado. Incluso de ahogar aquella vocecilla que te adivina el destino de cada monigote unidimensional y/o recurso racial en cuanto este aparece en pantalla (lo de Vincent D'Onofrio es de traca, por ejemplo). La verdad es que 'Jurassic World' no sabe sacar partido ni de sus efectos especiales para, dado su palpable concepción digital, al menos, sentirnos acongojados como con los Transformers siendo un recurso del que siquiera se pueda decir que viva. Porque 'Jurassic World' es incapaz de llevarnos "a Jurassic World" como Brad Bird ha sido capaz, sin ir más lejos, de llevarnos a 'Tomorrowland'.
Y la culpa de todo, como siempre, la tiene el que se supone es el fundamento de toda película, su guión, que entre agujero y agujero recurre con simpleza todos los clichés temáticos para dar forma a una secuela que, diseñada genéticamente para que no muerda, está planteada como una inocua suma de instantes a lo spot de televisión. Una re-edición remasterizada a lo George Lucas de un primer filme del que podría haber sido un remake antes que una imitación resuelta, quizá, con la misma pereza vía satélite como lo fuera 'El mundo perdido'. Aún sin ser un desastre 'Jurassic World' carece de sangre en las venas una vez desprovista de sus a estas alturas convencionales efectos, sin personajes o argumentos que le den vida a un Indominus Rex que no sea el... porque sí, porque podemos, porque no hemos reparado en gastos. O porque hay que dar de comer al bicho.
Nota: 4.5
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Jurassic Park es la primera película de la que tengo recuerdo vívido de haber ido al cine a verla. Se con quien fui, a que cine, donde me senté y hasta que bebí. Y eso, para mi nefasta memoria, es todo un hito. Pese a ello, intento no pecar de poner por nostalgia films en un pedestal y acuchillar a cualquier intento de revivirlo a modo de remake, secuela, precuela, reinicio o refrito de todo ello. "No era necesario" es tan cierto como injusto. Si no se parece en nada, porque no tiene nada que ver con la original y si es similar, porque es una copia a lo moderno. Películas necesarias en este mundo, pocas.
Partiendo de esa base, sobra decir que la primera es notable, un clásico del entretenimiento, con esa firma característica de Spielberg de mezcla de entretenimiento para todos los públcos, con hacerte dar algún salto en la butaca. No voy a repasar los numerosos momentos inolvidables que deja el film, pero si reseñar que se sigue conservando de forma genial. La 2ª no tenía recuerdo de haberla visto jamás y aunque empieza bastante plana y le cuesta arrancar, la segunda parte es muy buena y secuencias como la de la autocaravana colgante son pura adrenalina. La 3ª es ya más "random", más entretenimiento ligero pero aún así, con momentos flojos pero de nuevo acaba repuntando y dejando buen recuerdo.
Y centrándonos en la que nos ocupa, la de 2015, no es que le tuviera fe, pero ha sorprendido para bien. Mantiene el espíritu de la primera, el factor nostalgia te cautiva desde el primer momento, aunque es cierto que en ocasiones confunda las referencias y guiños con calcar situaciones. Muy entretenida, buenos efectos (aunque tengo la sensación que la primera sigue pareciendo adelantada a su época y no desmerece nada), escenas de acción notables y muy buen sentido del humor.
Nota: 6'6
Creo que se le podían perdonar algunos fallos por ridiculez porque seamos honestos, los últimos diez minutos dejaron a todos sin aliento. Fue una escena que nadie veía venir y que consigue emocionar a todo el público en el cine.
Como cualquier película, tiene sus fallas, pero por favor, hablamos de una película cuyos protagonistas son dinosaurios recreados a partir de sangre extraida de mosquitos fosilizados.
No puedo bajar de una nota de 7 a mis queridos dinosaurios .