Recuerdo, sin mirar chuleta alguna, que fue el 8 de octubre de 1993 cuando se estrenó en España 'Parque Jurásico', prácticamente cuatro meses después de que lo hiciera en Estados Unidos (algo que por aquella época no suponía ninguna tragedia). Lo recuerdo perfectamente porque, ese mismo día y de la mano de mi madre, contando con apenas 13 años de edad en mi casillero, acudí al extinto cine Avenida de la Gran Vía madrileña para verla; el día del estreno, nada menos, y en una sala de cine no ubicada en un centro comercial... que hoy en día es un H&M (véase como han cambiado las cosas). Aquella ocasión fue especial, y dicha experiencia algo que no olvidaré jamás, tanto por la película como por los ojos a través de la cual los vi, los ojos de alguien ilusionado que más que una película estaba viendo, sencillamente, algo mágico.

Hace veinte años que se estrenó la cinta con la que un servidor descubrió que no hay nada como la pantalla grande para ver una película, por mucho que los aparatos domésticos puedan alcanzar algún día por encima de las cien pulgadas. De hecho, se puede decir que aquel día fue cuando la magia del cine para quien esto suscribe se hizo realidad; exactamente, cuando el T-Rex aparece, majestuoso, por primera vez para dejar claro quien es el que manda allí (escena que ilustra la imagen que acompaña este texto). Los dinosaurios de nuevo estaban vivos y compartiendo plano con los humanos, y lo mejor de todo, los fantásticos efectos especiales nos hacían olvidar que se trataban de un truco a lo Ray Harryhausen (con todo el respeto, y más). Veinte años, tiempo de sobra para que cualquiera sepa -debería- de qué película hablamos, por lo que este texto va a ser de todo menos una (innecesaria) crítica, por más que no sea una película perfecta ni aunque nos empeñemos.

Recuerdo, también, entrar un año después a la Fnac y ver como la proyección de la película, en una de las televisiones con motivo de su lanzamiento en VHS (¡¡VHS!!), congregaba a una multitud a su alrededor. La escena, la persecución de los Velociraptores en la cocina; la reacción, la de la gente alabando la proeza técnica de su hábil planificación narrativa. Aquel día salí de la Fnac con el VHS en la mano, por supuesto, que para eso había ido con los ahorros del mes en el bolsillo. Leyendo entre líneas da la sensación de que, por lo general, cuando se habla de 'Parque Jurásico' se habla de efectos especiales. Y así es la cinta fue un hito, en gran medida, por el empleo pionero de unos efectos digitales que, hoy en día, siguen luciendo igual de bien... o mejor incluso, especialmente si tenemos en cuenta del mal uso (y abuso) que les han dado otros desde entonces. El arte de planificar, de pensar, de no dejarle toda la responsabilidad a los de los pixeles.

Pero recordar a 'Parque Jurásico' sólo por sus efectos especiales sería injusto, tanto como recordar 'El secreto de la pirámide' sólo por el efecto "del caballero de la vidriera", o en un ejemplo más popular, hacerle la ola a esa OBRA MAESTRA que es 'Terminator 2: El juicio final' sólo por la creación del T-1000 (con la que 'Parque Jurásico' formó una de las primeras sesiones madrileñas de Phenomena Experience, por cierto). Si bien lo que más llama la atención de 'Parque Jurásico' -además del cigarrillo de Samuel L. Jackson siempre a punto- son sus elaborados y nada discretos efectos principalmente digitales (sin menospreciar al gran Stan Winston), estos se sumergen de forma natural en la narrativa y a favor de la causa, no para su lucimiento o estorbo gratuito a lo 'King Kong' de Peter Jackson. Eran un medio, no el medio, usados de manera tan sabia e inteligente como cabe esperar de uno de los padres del cine moderno, Steven Spielberg, quien se valió de ellos para ofrecer una gran aventura para todo tipo de públicos que sigue siendo tan actual como lo fue hace veinte años.

Esto último es, precisamente, el principal y más sólido argumento de un filme que visto hoy en día... es igual de efectivo, como si no pasara el tiempo, cualidad que certifica su calidad. Vale que sea sensiblemente inferior al excelente original de Michael Crichton, y que por más que revoloteen sobre ella algunas cuestiones importantes sobre ética y ciencia lo que prima, en última estancia, sea una aventura familiar sencilla y de contornos populistas. Pero menuda aventura, y menuda banda sonora de John Williams, capaz de resonar días y días en nuestras cabezas. Siempre es un GRAN placer recuperar películas como 'Parque Jurásico' en la gran pantalla, una película que marcó un antes, un durante y un después en la vida de unos cuantos cinéfilos -de primera o de segunda- entre los que me incluyo, aunque sea en una versión que algunos dicen, si hacemos caso a la rumorología, es en 3D. Pero lo del 3D es lo de menos, el trabajo ya se hizo muy bien hace 20 años. Y eso siempre luce, y más en pantalla grande.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex