Si usted tiene algo de lo que vulgarmente se conoce como cinéfilo, muy posiblemente el cartel de 'Joven y bonita' le sugiera acceder al recuerdo que tenga en su cabeza de 'Belle de Jour', una de las películas más conocidas de un Luis Buñuel del que sobran más presentaciones. Si usted tiene más bien poco, nada o necesite de ese "del director de 'En la casa', ganadora de la Concha de Oro" para saber quién es François Ozon, muy posiblemente el cartel de 'Joven y bonita' le remita a una Joven y bonita de muy buen ver. Y tanto el uno como el otro, simplificando la visión de las cosas de este mundo nuestro a lo más básico, tendrán razón. ¿Y todos contentos?

Vivimos en un mundo aquejado de una malsana obsesión por la inmediatez. O mejor dicho, por lo instantáneo. Aunque sea para nada no hay tiempo que perder. Como si los integrantes de la humanidad tuviéramos tantas y tantas cosas qué y por hacer cuando, la verdad, la mayoría de nosotros somos pobres diablillos condenados a una existencia insignificante que, cuanto antes se acepte, antes nos permitirá esgrimir esa sonrisa tan natural del Joker de Heath Ledger. Como si nuestras vidas no admitieran pasarnos 7 minutos en un andén esperando con las manos en los bolsillos, vaya. Pero no, y de la misma manera parece que no pueden pasar más de 7 minutos antes de ofrecer un veredicto sobre, pongamos, una película: gente saliendo del cine con el móvil presta a dar a conocer su opinión a través de una red social, como alma lleva el diablo. A lo instantáneo. Hay quien toma sopa de sobre, instantánea, y hay quien se la hace dejando que las cosas adquieran su forma de manera natural.

Puede que 'Joven y bonita' no sea el mejor ejemplo de ello, y puede que toda esta morralla que pretendo hacer pasar por una reflexión sea, sólo, por causa de la mudanza que he llevado a cabo, la cual prácticamente me ha dado una semana entre el visionado de la cinta y cualquier pensamiento derivado de ella. Y parece que fue el año pasado, entre caja abajo y caja arriba y tras comprobar la cantidad de mierda que acumulamos Dios sabe para qué, y sin embargo me ha resultado enormemente sencillo, una semana después y sin ningún comentario mediante, ordenar mis pensamientos para dar con un veredicto. Porque a simple vista 'Joven y bonita' va de una joven que se mete a puta. Dicho así, sin retórica y a lo basto, sin una sinopsis que tienda a edulcorarlo de la misma manera que Lars Von Trier trata de ocultar su actual tendencia a la provocación gratuita rememorando los tiempos en los que dejaba que la provocación surgiera de su labor como cineasta.

En fin, que François Ozon gustará más o menos, o sólo a veces, si bien se aprecia su intento casi constante por buscarle los tres pies a los patrones en los que se inmiscuye. 'Joven y bonita' parece simple, más no lo es -del todo- y aunque alejada de la complejidad rica en matices de 'En la casa' es otra historia desarrollada de manera sencilla que es más, más que una excusa para desnudar a Marine Vacth (por exigencias del guión). No es la excepción, es la norma. Es Ozon. Del mismo modo que ocurre con la notable 'Nebraska', filme del que dentro de doce años no nos habremos olvidado, el arte de Ozon es tratar de hacer fácil lo difícil haciendo que lo difícil parezca fácil. Esto es, ofrecer una imagen de aparente sencillez que durante el reposo se revele como algo más que en este caso, a lo basto, el "tiran más dos tetas que dos carretas". A un servidor se le viene a la cabeza 'Sleeping Beauty', cinta a la que alguno habrá recurrido para "ver en bolas a la prota de 'Sucker Punch'"... algo así, pero en mejor.

Y en cierto sentido puede costar, si uno es perezoso, ver más allá del cuerpo de una modelo reconvertida en actriz -que convence como tal- expuesto sin prejuicio como otras antes lo hicieron en manos de François Ozon (inolvidable la Ludivine Sagnier de 'Swimming Pool'). Como puede ser complicado sentir alguna calidez ante la frialdad voyeurística de un realizador tan exquisito como para ser francés, haciendo de ello un chiste macarrónico. Ozon vuelve a amagar con su enésimo intento, con su enésima propuesta que apunta y dispara sin dar en un blanco que justifique su fama. 'Joven y bonita' está de buen ver para, sin habernos impactado o sorprendido de ninguna manera reseñable, rememorarla más de 7 minutos después con la sensación de que admite un visionado posterior. O más de uno. Porque bajo su aparente sencillez burguesa sentimos que se esconde algo más... aunque, como suele ocurrir con Ozon, casi nunca lo encontremos. Seguiremos intentándolo, eso sí.

Nota: 6.5

Por Juan Pairet Iglesias