Algunas personas tenemos la suerte de vivir en una época dorada en cuanto a preferencias cinematográficas se refiere. Somos ese grupo de gente que lleva años (y no me refiero a 3 ni 5, sino en mi caso unos 16) siendo unos apasionados del cómic en general y que siempre soñamos con ver las andanzas de sus protagonistas en pantalla grande, pero de manera “bien hecha”, no como lo que se había rodado hasta el momento véase El capitán América con Matt Salinger o los Spiderman japoneses y que sabíamos que se podía hacer algo bueno con un poco de empeño como ya había ocurrido con los dos primeros Superman (de los otros mejor ni hablamos).
Todos esos sueños se están viendo cumplidos últimamente, unos con más acierto que otros todo hay que decirlo, la industria cinematográfica siempre buscando filones que explotar parece haber encontrado uno ENORME con cómics y novelas gráficas. Lógicamente en el momento en que esto se hizo palpable y no siendo pocos los que estamos en ese mundo, no transcurrió mucho tiempo antes de que alguno de esos apasionados que para colmo eran directores de cine (estamos infiltrados en todos los estratos de la sociedad) se implicase en proyectos de sus cómics favoritos. Tenemos el caso de Bryan Singer con X-Men, Sam Raimi con Spiderman, Zack Snyder y su 300, Jon Favreau en Iron Man o nuestro director de hoy Guillermo del Toro con el personaje de Hellboy.
Aunque el ejercicio de un “Friki” (esa palabra que hoy en día se utiliza malamente para casi todo) no significa necesariamente que este sea bueno, Del Toro es de esos que ya conoce los fundamentos del cine moderno a la perfección y si siempre es garantía de buen hacer en otros géneros, en este tipo de cine lo es todavía más… o eso parecía. Si con Hellboy demostró que los monstruos también podían tener cabida en la manera realista de rodar que se utiliza en este género sin caer en el absurdo más absoluto, en esta segunda parte intenta ir un puntito más allá e intenta adentrar a los personajes en conflictos morales y sentimentales que los hagan más humanos a la vista del espectador y en eso ya no es un maestro.
Hellboy 2: El Ejercito Dorado peca de pretender hacer de todo. Con una primera parte fantástica en la que engrana a la perfección narrativa tipo cuento al más puro estilo El Laberinto del Fauno con acción sin tregua y situaciones que acercan los personajes al público, de repente decae (y mucho) cuando esas situaciones se fuerzan intentando desarrollar absolutamente todos los personajes y eso se resiente en el metraje (120 min de los que sobran al menos 20) y en el tratamiento de algunos de ellos que se quedan a mitad de ninguna parte como no podía ser de otra forma. Si el personaje del Príncipe Nuada enriquece mucho la película y se agradece en pantalla, especialmente sangrante es el caso del personaje de Liz (Shelma Blair) que aun habiendo intentado darle un gran protagonismo se pierde entre el amasijo de sentimientos que acaban enterrándola (a veces por exceso y otras por defecto) haciendo que se desperdicie un gran personaje. Sólo se recupera el espíritu de la película en el cuarto de hora final, en el que de nuevo Del Toro parece recuperar el instinto del que hace gala en la primera parte.
Aun así la película sigue siendo un derroche visual explendido del que Del Toro es un maestro, recreando monstruos (ojo que aparece hasta Yoda), submundos coloridos como el Mercado Troll, inventando el sublime Ejercito Dorado, o simplemente rodando unas fantásticas escenas de acción. En este terreno se mueve como pez en el agua y en esta película se emociona tanto que en algunos momentos satura la pantalla con tal cantidad de “cosas” que uno no puede aprovechar tanta información. A veces menos es más y donde algunas veces sobra, en otras escasea.
En definitiva, sin llegar a la altura de la primera, es un buen ejercicio de entretenimiento que satisfará las pretensiones de los que simplemente buscan pasar el rato y desconectar, pero que dejará con ganas a los que como yo buscaban ese “in crescendo” al que últimamente me estoy mal acostumbrando (cuanto mal hacen las secuelas que son mejores que la original).
Lo Mejor:
- La creación de un buen villano
- La riqueza visual y estética
- El personaje de Mannig
- El ejercito dorado
Lo Peor:
- Duración excesiva
- La escena de las “Hadas de los dientes”
- El poco provecho sacado al personaje de Liz
Nota: 6
(+ Críticas...)