'Eternal' - Plan diabólico
Hace seis años vi 'The Fall: El sueño de Alexandria' un poco de casualidad. Tras 'La celda' el ver una película dirigida por Tarsem Singh no es que me tentase mucho, precisamente. Me puse a verla con un compañero y a los dos nos gusto bastante, especialmente el tono de una fotografía tan especial... como a la postre accidental: resulta que no nos dimos cuenta hasta el día siguiente, pero dicho monitor estaba jodido y no mostraba los colores como debía. Aquel incidente propició "la leyenda" de la posibilidad de una versión "del monitor", amén del rechazo instintivo por volver a ver el filme que no sea con aquella gama de colores tan jodidamente maravillosa. Tan jodidamente irrepetible.
He intentado volver a ver 'The Fall: El sueño de Alexandria' pero no puedo. Lo siento, pero el recuerdo que ha quedado en mi cabeza no coincide, cromáticamente hablando, con la realidad. Y para eso prefiero quedarme con el recuerdo: porque como sucede en la propia película, no dejes que la realidad estropee lo que puede ser una bonita historia. Y durante aquellas horas en las que desconocía la verdad, antes del durísimo golpe moral que supuso conocerla (momento que daba para foto), pensé que había descubierto en Tarsem Singh a un grande cuyos filmes habría que ver partir de ahora sin mediar duda alguna. Incluso que tenía que volver a ver 'La celda', que seguro ya no me parecería tan mala...
... pero desde entonces el realizador ha estrenado 'Immortals' y 'Blancanieves (Mirror, Mirror)', dos cintas que disfrute y me gustaron como tengo la sensación que no sucedió con la mayoría de quiénes la vieron, así como ahora llega 'Eternal', cinta con la que aquella "leyenda del monitor" jodido llega a su fin mucho me temo. No sé muy bien por qué, no acierto a comprender el por qué Tarsem Singh se "ha borrado" por completo del partido. Porque lo pone en los créditos y habrá que creérselo, pero el gusto estético que ha predominado durante su carrera y que, básicamente, le ha definido como pintor antes que como narrador, brilla por su ausencia en la industrial 'Eternal'.
Despojado de la que debía ser su característica principal, 'Eternal' se desinfla una vez sus preliminares enmarcados en la ciencia-ficción dejan paso el enésimo filme que, tras un inicio prometedor y un concepto potente, se diluye en pos en favor del típico y rancio thriller conspiratorio del montón durante dos largas horas. Sin un director que de algún meno a un guión tan adormilado y poco subyugante, este pseudo remake no confeso del 'Plan diabólico' de John Frankenheimer ofrece las mismas prestaciones que un monitor jodido: pero no como aquel en el que vi 'The Fall: El sueño de Alexandria', sino en uno que sólo muestre un color... el negro. Porque ni aquel monitor salvaría a 'Eternal'.
'Eternal' es uno de esos casos en los que ver su tráiler casi, casi, con un poco de cara, nos serviría para votar la película en IMDb y hacer como si la hubiéramos visto. Porque virtualmente no hay más, una producción fría y claramente de encargo, impersonal, del todo aséptica y funcional que se olvida de cualquier cosa para caer en la nada más profunda. Olvídense de los nombres que puedan leer en sus créditos porque, como decía Michael Caine "Primero, elije los buenos papeles. Si no te ofrecen ninguno, elige los mediocres. Y, si los mediocres no llegan, elige los que pagan bien". Y así es 'Eternal', un filme que se conforma y resigna a encontrarse por debajo del umbral de lo mediocre...
Nota: 3.0
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
¡No se lo toma en serio!, y así no se puede escribir un guión ni hacer una película.
Se centra y obsesiona, en exceso, en la persecución, en la carrera incesante de caza a la presa, un correcaminos atropellado que se olvida del por qué de su velocidad y fuga, pues pasa por la explicación y motivo de todo el teatro orquestado como fábula ingenua para niños, incoherente y facilona atraviesa los diferentes y anticipados puntos como cuento de hadas infantil que no quiere perturbar, ni complicar en demasía la trama pues, hasta un niño debe ser capaz de seguirla, distinta cosa es que el adulto ¡no se aburra!
Porque lo hace, se observa el transcurrir de las escenas, la apertura y exposición de temas interesantes y es triste, lamentable el poco trabajo y dedicación que emplea en cada uno de los asuntos planteados, la obsesión por la inmortalidad, la falta de escrúpulos, la fascinación del poder, el ansia de jugar a ser Dios, el arma capitalista donde el dinero todo lo puede, los remordimientos, la lucha de dos conciencias en un sólo cuerpo, el mal uso de la ciencia, posibilidades futuras como alternativa a la vida presente, bajas menores necesarias, sacrificio de peones por la larga vida del rey..., pero su único objetivo es transitar por los mismos presto y velozmente, amén de la ridícula explicación, como justificación demostrativa de que todo era una excusa y patraña para correr, pegar tiros, jugar al héroe silenciado que adquiere ética voz y, camuflar una vulgar y mediocre cinta de acción a través de tintes vigorosos de traspasar la línea de la decencia y corrección humana.
Cambio de piel, como una serpiente, y acceso a una nueva existencia de misma razón y sentimientos, la muerte tiene un precio, y lleva un extra de consecuencias con las que lidiar, pues su anterior usuario, no dejará su porte corporal con tanta sencillez y rapidez como este desnutrido argumento insinúa y quiere hacer creer, ligereza ofensiva que pierde a sus clientes videntes por la flacidez de su juicio y lamento de pérdida de una habilidad, imprescindible, para hacer de esta insulsa narración algo sólido, consistente y atractivo, por no decir creíble, dentro de su fantasía recreada.
Fallan los hermanos Pastor en su guión, en su ausente don para encontrar la fórmula de contenido que atrape, inspire y motive al espectador, la dirección de Tarsem Singh y su estética, se limitan a seguir el simple y tirado patrón confeccionado por los susodichos y, el único que parece ganar algo es Ryan Reynolds como absoluto protagonista de una inventiva broma que le da para ser tres en uno pero ¡poco más!; aunque, pensándolo bien, no es claro su dividendo ya que le rodea una incompetencia de personajes, una ineptitud gramatical esclarecedora y un previo adivino-todo-lo-venidero ¡de tal descaro! que, quitarle un caramelo a un niño es tarea ardua comparado con dicho esfuerzo.
Burla para la inteligencia de la audiencia, sacrificio imperdonable del tiempo dedicado, más le valdría no tocar tantos puntos con precipitada aceleración, sin beneficio alguno, y haber reducido su anhelo de todo o nada pues las consecuencias son evidentes, sobresaliente en la segunda opción/fallo garrafal en su codicia de llegar a cumbre.
Como ir al supermercado, lista de compra y equipaje nuevo/adiós a lo viejo, sólo que la curiosidad mata, no sólo al gato sino también a sus adyacentes, excepto a un honorable ratón que puede volver a donde estaba; pobre, escasa, tonta ¡a fin de cuentas!, pues si su pretensión era narrar algo enérgico y contundente, déjate de sandeces y ¡aplícate mucho más! que, la presente cinta dista tanto del aprobado y satisfactorio agrado que parece una broma, un inepto borrador de esa historia seria y congruente que se tenía en mente.
La eternidad al alcance de la mano, a una hora, abarcar la infinitud, disponible a un talonario, no quiero que mi beneficio desapareza, quiero durar toda la vida, la tristeza sin nombre de no tener que dar a quien lleva la inmortalidad grabada en la frente pues, su ilusión y arrogancia lo pueden y abarcan todo..., o ver el mundo en un grano de arena, el cielo en una flor silvestre, ligarse a esa alegría que hace esfumar el fluir de la vida; las cosas que se mueren no se deben tocar pues muertas están y, allí, en su retiro, bien están.
Mayor gracia y esmero que ¡no cuesta tanto!
Todo no vale. Nota: 5.