'El lobo de Wall Street' - Que viene el lobito
Hace apenas una semana hablábamos de que a 'La ladrona de libros' la podríamos definir como una especie de mini-serie de pongamos ocho horas resumidas en apenas dos. Curioso, siendo una versión tan literal del original al que adapta. Esa era la sensación. Y de manera literal es como parece que adapta 'El lobo de Wall Street' las memorias de Jordan Belfort, a la que podríamos definir de una manera similar, una especie de miniserie de cuatro horas -según cuentan- cuya versión cinematográfica se redujo a tres para poder pasarla, sin anuncios, en los cines más cercanos (que no perteneciesen a Cinesa). O al menos esa es la sensación.
Corto y sencillo. Lo bueno si es breve, ¿dos veces bueno? 'El lobo de Wall Street' viene a ser lo que podríamos llamar una versión aburguesada de la OBRA MAESTRA que responde al nombre de 'Casino', obra de un director, Martin Scorsese, que actualmente muestra algunos de esos síntomas de que la edad no perdona a nadie. Puede ser aquello que llaman sugestión, pues el propio realizador es quien ha revelado sentirse cansado; o puede ser que su trabajo simplemente refleje el estado emocional de la persona que se esconde detrás del nombre. En cualquier caso tratar a 'El lobo de Wall Street' de lo que es, un trabajo "menor" (con el término "acojonado" entre comillas), dentro de la filmografía de alguien como Scorsese sigue siendo un resultado más que válido para el consumo humano, con o sin exceso de respeto o el aprecio que nos hayamos traído de casa. Porque con o sin comillas, de excesos se trata.
Porque 'El lobo de Wall Street' no es un mal filme, ni aún dejándonos llevar por un hipotético odio hacia sus responsables (como tampoco lo eran 'El aviador' o 'Al límite'). A lo largo de las tres horas que dura ofrece momentos tan notables como, por ejemplo, el intento de soborno del personaje de Kyle Chandler por parte del de DiCaprio o el intento desesperado y bajo el efecto de las drogas, por parte del propio DiCaprio, de llegar a casa a tiempo de evitar que se produzca una llamada. Momentos que de por sí justifican su visionado, tanto como de breves son los cinco minutos en pantalla de Matthew McConaughey. El problema de 'El lobo de Wall Street' no es tanto algo que podamos señalar con el dedo como la propia película en sí, un conjunto que en apariencia transmite cierta sensación de acomodamiento narrativo donde el entusiasmo de su reparto, en especial de DiCaprio (en su línea), es lo que termina proporcionando el fuelle necesario para aguantar sin poner mala cara.
Lo cierto es que 'El lobo de Wall Street' es y se hace larga, bastante, algo que pasadas las dos horas empieza a pesar de cara a un tramo final en donde el cansancio empaña lo que no deja de ser una película modélica salpicada de escenas notables, pero carente de agresividad o mala leche. Esas tres horas, excesivas como película en su actual distribución pero tal vez no tanto siendo cuatro y como mini-serie (ojo, el "complejo Watchmen" lo llaman), son la causa de lo que sería el auténtico hándicap de la cinta, un montaje obra de -quién si no- Thelma Schoonmaker al que más que energía le falta trabajo. O tal vez, simplemente tiempo. De ahí es de donde surge en gran medida la falta de chispa, de músculo, de alma, de la falta de un montaje enérgico que se queda largo como película pero, es posible, corto como mini-serie. De un filme que parece resuelto con la profesionalidad y suficiencia de los nombres que lo cobijan, pero sin la pasión de las personas que se ocultan bajo (y detrás de) ellos.
'El lobo de Wall Street' me remite a la versión televisiva que hará un par de años dirigió Todd Haynes de 'Mildred Pierce', una producción de la HBO de intachable factura técnica pero que se permitía una excesiva atención al detalle que ponía a prueba la paciencia. En aquel caso como en este no se trata, necesariamente, de una cuestión de quitar o de agilizar nada; siquiera de una cuestión de un ritmo, en verdad y en ambos casos, ajustado a sus propósitos. Se trata, sencillamente, de que 'El lobo de Wall Street' se muestra demasiado responsable a la hora de no hacer suyos los excesos de Jordan Belfort, de ser y mostrarse en apariencia demasiado formal como para que su presunta locura se proyecte y provoque más allá de la pantalla. Y así el espectáculo se forma en una cabeza que recuerda con agrado el valor de los puntos pero no una experiencia de ganarlos que indican que, en época de crisis, por desgracia, ya estamos curtidos ante el caca, culo, pis.
Nota: 6.75
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Ese estancamiento de DiCaprio no varía precisamente en esta película eh..
Se advierte un cambio de mentalidad en actores que han superado la cuarentena de edad, como DiCaprio o McConaughey, muy remarcable. A Leo como he dicho le llegó antes, pero es cierto que ahora un actor no suele ir únicamente buscando el dinero o la dicha de un papel sino el mayor culmen de su autorrealización. Lo creo firmemente, sí.
Fue un escenón. Es de las mejores interpretaciones en la carrera de DiCpario sin duda alguna.