Exactamente diecinueve años y once meses después de su estreno norteamericano es cuando nos llega la secuela de 'Dos tontos muy tontos'. Un proyecto que durante todo este tiempo siempre ha estado ahí, aguardando, a la espera principalmente de Jim Carrey, quien siempre había mostrado muy poco entusiasmo en el mismo. De ahí que los responsables de sus derechos, en su defecto, decidiesen en 2003 hacer un sucedáneo en forma de precuela... en lo que sin duda fue un claro error. Pero la pela era y es la pela, y ahora que la taquilla no le responde igual que en aquel 2003 que era "como un Dios" de la comedia Carrey le ha dicho que sí a esta re-edición de un antiguo éxito suyo... ¿casualidad?

Todo lo que sube tiene que bajar. Algún día. Hay una regla escrita en alguna acera de Hollywood que dice algo así como que toda estrella necesita una franquicia que guardarse bajo la manga. O en su defecto, de algún título del que rechazar una posible secuela hasta que pongamos casi 20 años después, cuando su estatus como estrella pueda ser cuestionado en base a las matemáticas que todo lo rigen (en una industria). ¿Ejemplos? Harrison Ford reapareciendo como Indiana Jones o Han Solo, Sylvester Stallone como Rocky Balboa o John Rambo. Proyectos rechazados en muchos casos durante los que se ve que fueron los buenos tiempos. No es casualidad, sino supervivencia. Porque a todo el mundo le gusta sentirse importante, y además que le mantengan un determinado nivel de vida. Comprensible. Y tan lógico como (dicen que) son las matemáticas.

A nadie le debería de escapar que esta tardía secuela de 'Dos tontos muy tontos', un clásico en toda regla de la comedia de los años noventa, se fundamenta en exclusiva en esa misma cuestión comercial tan recurrente en estos tiempos de abusar de los "derivados", falsa garantía de nada que no requiera igualmente un pequeño esfuerzo y voluntad. Es un hecho: Que la película comience 20 años después es un apunte que en su escaleta podría haber sido sustituido por 15 ó 25 años después. Los que hicieran falta. La carrera de los hermanos Farrelly tampoco es que pase por su mejor momento después de vivir un pico tan deslumbrante como el de 'Algo pasa con Mary', un exitazo que a la larga les ha pesado como una losa de cuya sombra nunca han podido, querido o sabido salir.

En fin, que 'Dos tontos todavía más tontos' no es una secuela que como las de Richard Linklater y sus 'Antes de' busque enriquecer un mensaje que, en esta trilogía sí (y no como en 'Boyhood'...), se expande narrativa y dramáticamente con el paso del tiempo. Y a cada nueva película. Sencillamente, porque el valor de 'Dos tontos todavía más tontos' es nulo, algo por otro lado comprensible: es una farsa tontorrona basada en el desfile de gags, uno tras otro a lo especial de Martes y 13. No hay nada que expandir o ampliar, siquiera el sueldo de Jim Carrey (otra vez las matemáticas, más generosas esta vez con un Daniels no necesitado...). El argumento son sus dos protagonistas, y sus dos protagonistas son la película. En realidad nada nuevo que no venga implícito con ese "todavía" que sugiere que el tiempo no ha pasado...

... aunque sí que haya pasado (a ambos lados de la pantalla), diecinueve años y once meses para ser exactos. Y a pesar del entusiasmo infantil de Carrey y Daniels se nota, como se nota que los Farrelly ya no son esos "treintañeros irreverentes" que tanto llegaron a prometer (en vano). 'Dos tontos todavía más tontos' es un eco medio desesperado y algo trasnochado por intentar llamar -de nuevo- la atención a través de la melancolía, la de aquellos que hace casi 20 años tenían edad para ir al cine. Una tonta colección de chistes buenos, pasables, malos y muy malos (y tontos) que dependerá de la condescendencia que se tenga o bien hacia Lloyd y Harry o bien hacia con quién la estés viendo. Porque ya sea por lástima, pena o simple interés hay quien, como decía Forrest, piensa que hacer una tontería significa hacer(se) el tonto...

Nota: 5,5

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex