Pero sobre todo y más importante, ¿y quién es el engañado aquí? Adaptación cinematográfica de un relato corto del escritor alemán Bernhard Schlink, autor de la novela en la que se basa 'El Lector', la historia gira entorno a la investigación que lleva a cabo Liam Neeson a raíz de que este empiece a sospechar que Laura Linney, su esposa en la ficción, le pone los cuernos con un desconocido, papel que recae evidentemente en el que falta, Antonio Banderas. ¿Y? Tanto monta que monta tanto, la película empieza, transcurre y una vez finalizada uno se queda tal cual, con algunos minutos menos de vida y la indiferencia por número de la Seguridad Social.
¿Es un drama? ¿Es un thriller? Ni lo uno ni lo otro, sino un suma y resta a mitad de camino de ambos, en tierra de nadie pero sin embargo pagando el tributo a los dos géneros. Si lo que cuenta es la intención al film no le falta poca, pero si juzgamos lo que de esa intención ha llegado a la pantalla el resultado no puede ser más que insatisfactorio ante un quiero y no puedo constante, una especie de pseudo pretenciosa versión europea un tanto light y desubicada del 'Infiel' de Adrian Lyne, pretendidamente adulta e inteligente pero que se queda en no más que un discreto e irritante telefilm de sobremesa ante la torpeza de su propia construcción narrativa. No es el concepto el que falla en sí, sino más bien la mano que mece la cuna.A pesar de su inconsistente desarrollo, el ansia por dejarse ver como una "profunda y seria" producción europea sin nada que ver con el punto comercialmente popular del cine yanqui y, especialmente, un tramo final un tanto confuso, la idea que subyace entorno al film no deja de ser interesante hasta el punto que aguanta el visionado durante buena parte de su metraje. Pero esta vuelca de tuerca sobre la infidelidad, sin embargo, tiene "trampa": es un film con truco, y como bien dicen los norteamericanos en la celebración de su Halloween, ¿truco o trato?. El riesgo es máximo, especialmente cuando dependes de este factor para darle salida al tramo final de la cinta. ¿Aceptamos?. Ni sí ni no, sino todo lo contrario.
Y es que el cambio de marcha del relato a mitad de camino, aun siendo chirriante, no es el problema en sí, sino el como la historia reacciona pinchando la burbuja con la que sus responsables la habían disfrazado. Difuso el marco de su trama y deslavazado el cuerpo dramático que sustente su metraje y dé cobijo a la cohesión de todo su argumento, este relato inflado artificiosamente pierde de vista sus virtudes ante sus propio vicios, a los que deja aflorar sin medida. Y encima, por si no fuera ya bastante lastre ser víctima del conocido factor “relleno”, se dedica a reiterar lo obvio desechando la complejidad que podría emanar del original literario en favor de un efectismo barato a contrapié que adormece un relato a la postre demasiado convencional. Así, el intento por materializar un film con algo de arte y ensayo termina por frustrarse por lo hueca y tramposa que resulta su propia pedantería simplista.
Ni siquiera la presencia de unos correctos Liam Neeson o Laura Linney, un tanto apalancados en sus roles, o de un Banderas que sin hacerlo necesariamente mal aparece completamente desubicado, como si tal vez se hubiera confundido de película, consigue imprimirle el suficiente fuelle para que la fallida reconstrucción de este relato en formato largometraje aguante los ajustados 90 minutos de metraje que languidecen con más pena que gloria.
Nota:
4.0
por Juan Pairet Iglesias