¿Es necesario ver esta 'Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore' para poder juzgarla? La respuesta, si atendemos a la lógica, debería ser casi siempre más bien un si, por respeto, decencia o ética, y aunque sólo sea por otorgarle un beneficio de la duda que clama por considerar como derecho fundamental dar una oportunidad a casi todo lo que se encuentre impreso en celuloide antes de bramar una opinión a los cuatro vientos, y que aboga por una amnistía con la que tratar de minimizar o neutralizar los posibles prejuicios y suposiciones varias, a pesar de los pesares que a priori pueden parecer insinuar una posible amenaza para la integridad mental del espectador, y que a veces condenan a un film de antemano con, en no pocas ocasiones, crueles, salvajes y hasta inhumanos veredictos que condicionan un posible visionado posterior supeditado casi lo menos que a certificar y aunque sea de una forma artificiosa dar validez a una opinión fundamentada de antemano cuya negación, aparentemente, parece que podría conducirnos a una situación en la que nos considerásemos menos hombres, mujeres o algo parecido.
En fin, que el aspecto que parece lucir previamente 'Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore' no es obstáculo para que en la práctica tengamos la obligación casi moral de catarla antes de descartarla mediante poco elaborados juicios premeditados, temerarios e interesados... aunque como en tantas ocasiones su resultado final esté ampliamente advertido por una promoción que evidencia lo que no deja de ser. Si, por supuesto se trata de una cinta eminentemente infantil, y lo es hasta un punto excesivo que incita a la confusión en torno a las aparentes similitudes entre los términos "infantil" y "estúpido", aunque con la que siendo buenos tampoco habría que ser, tal vez, especialmente exigente desde el punto de vista de un adulto pues no cabe descartar la posibilidad un tanto realista de que pueda resultar, sin embargo y a pesar de sus dificilmente cuantificables defectos, un pasatiempo más que aceptable para niños a los que aún les quede unos cuantos años para conocer la adolescencia. Una cinta sencilla y simple, evidentemente floja si se le pretende exigir un mínimo pero que, no obstante, al menos entretiene gracias a una duración muy limitada y ocasionales bromas aisladas muy acertadas que, en última estancia, salvan una producción por demás excesivamente prefabricada y tremendamente supeditada a la escasa ambición que muchos parecen considerar representan las expectativas mayoritarias del público más menudo.Un compañero recientemente me ha vuelto a comentar lo de que para qué darle y dedicarle tantas vueltas y palabras a una producción cuya calidad queda definida desde un principio de forma lo bastante escueta y clara con apenas un puñado de expresiones o términos. Y yo he vuelto a responder que he aquí la diferencia entre crítica y reseña, aunque por una vez y sin que sirva de precedente, o tal vez sí, me voy a aplicar el cuento de que lo bueno si es breve dos veces bueno y que para qué perder más el tiempo, tanto el mío al escribir como el vuestro al leer, tratando de dar fundamento a lo que en verdad no deja de ser un presunto ejercicio de estilo de dudoso regodeo moral que trata de subrayar los ya de por sí evidenciados puntos débiles tratando de resultar lo más ingenioso posible a base de, eso sí, más o menos repetir lo mismo pero con diferentes palabras y/o expresiones. No deja de ser un placer que a veces no conduce a nada en particular, otras veces a experimentar en nuestras carnes la soberbia y prepotencia de quien opina valiente y cómodamente desde una butaca en vez de salir a jugársela sobre el terreno o, simplemente, a sentirse como un estúpido por regodearse en una mala experiencia cinematográfica que más valdría olvidar en vez de, como si se fuera un cerdo, retozar en ella.
Y porque no todas las películas han de ser buenas, pues tiene que haber otras tantas que más bien no lo sean para darle un valor añadido a las de por ejemplo Pixar, una compañía que parece haber entendido como pocas que infantil no quiere decir necesariamente estúpido, una costumbre muy fea para los que piensan que cualquier tontería es aceptable siempre y cuando ésta se excuse ante la alusión de que son vehículos para el regocijo inconsciente e irracial de los que miden medio palmo o menos, y que he aquí que los progenitores para lo único que están es para contribuir cual ciudadano con sus impuestos, con el agravante además de que en los últimos tiempos la dictadura del consumismo infantil ha encontrado en el 3D una excusa perfecta para aplicar un valor añadido al precio de la exclavitud parental. Hallazgos ocasionales diseminados por todo su metraje, por lo general en forma de parodia y particularmente de James Bond, no son suficientes para contentar a un adulto que se precie de serlo a pesar de que mantengamos cierto interés con la esperanza de que a la vuelta de la esquina nos aguarde algún que otro "momentazo" por demás demasiado esporádicos que rompa la desidia que produce lo relatado.
'Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore' es un film estúpido, puede que incluso también lo sea para aquellos a los que va dirigido que, no obstante, todo es posible, lo acabarán disfrutando como enanos que son ante una propuesta sin patas ni rabo, dicho así para que parezca un chiste, que apenas alcanza para 80 minutos de metraje, con créditos, lo que evidencia lo telegráfico de su guión formato sms cuya esperanza de vida se fundamenta en las perrerías y gatonerías de unas animales monísimos cuando los gráficos digitales no interceden entre ellos y el espectador. Aunque bien mirado sigue siendo más barato y menos molesto ir al cine que comprarse un perro o un gato, y al menos sabemos que no se meará en la alfombra... y lo siento si has llegado a leer hasta aquí. Creo que al final no me aplique el cuento, y como es costumbre volví a extenderme hasta cerca de los cerros de Úbeda. En fin...
Nota:
3.5
por Juan Pairet Iglesias