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'Cleaner': El limpiador que limpie este estropicio, buen limpiador será

Vía El Séptimo Arte por 11 de junio de 2009

La historia nos habla de Tom Cutler, un policía retirado que ahora se gana la vida de una forma muy peculiar: se dedica a la limpieza, pero sólo limpia las casas en las que ha muerto alguien, dejando el habitáculo limpio de sangre, miembros amputados u otras cosas desagradables que puedan perturbar la plácida existencia de las familias en luto. Un buen día, Tom recibirá un encargo para “limpiar” una lujosa casa. Lo que parecía un trabajo como cualquier otro acabará convirtiéndose en una auténtica pesadilla que hasta pondrá en serio peligro a su familia.

El nuevo filme del mediocre Renny Harlin arranca bien jugando al despiste. Las leves pero desenfadadas notas funky que se oyen mientras el protagonista explica en qué consiste su profesión apuntan hacia una prometedora comedia negra. La situación en el hogar de Tom podría derivar en un interesante drama familiar. De la trama de corrupción, engaños y asesinatos se podría desprender un envolvente thriller policiaco. Aunque parezca imposible, los primeros compases de la película consiguen borrar las malas vibraciones que -admitámoslo- transmite el conjunto antes de su visionado.

Es justo cuando las expectativas empiezan a dispararse cuando nos damos cuenta que estamos ante una soberana montaña rusa. Todo el camino inicial, lento pero ascendiente, se convierte de repente en una vertiginosa caída en picado hacia los infiernos. Es por ello que ‘Cleaner’ debería ser objeto de estudio durante mucho tiempo en las facultades de cine. Y es que da una lección magistral de cómo elegir el peor camino posible para la resolución de una historia. Como ya se ha comentado, durante la primera media hora el director hace malabarismos para mantener un sinfín de prometedores frentes abiertos.

Pero como todos somos humanos, tarde o temprano nos acabamos cansando, y cuando Renny Harlin se cansa de mantener el equilibrio, tira la toalla de forma contundente. Y lo hace desembarazándose de la forma más absurda y previsible posible de una historia que llegados a este punto está claro que para él no es más que un engorroso lastre. Con una puesta en escena incomprensiblemente irritante (véase a modo de ejemplo la escena del final del intranscendente partido de fútbol, a cámara lenta y con el sonido magnificado), Harlin experimenta con la teoría de la relatividad, demostrando que cuarenta minutos mal empleados realmente pueden parecer una eternidad.

Hecho ya el crimen, sólo se puede confiar en que de alguna manera la labor interpretativa del trío protagonista pueda limpiar semejante estropicio. Lo cierto es que a pesar de las adversidades, Samuel L. Jackson mantiene el pulso de su personaje, Ed Harris está genial (lo mínimo que se puede esperar de él) y la belleza de Eva Mendes es un potente bálsamo. Tres actores a los que siendo realistas sólo se les puede pedir que cumplan en su labor. Y cumplen, pero si consiguieran que nos quedáramos con una buena sensación de ‘Cleaner’, más que una buena limpieza, habrían obrado un auténtico milagro.

por Víctor Esquirol Molinas

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