'Los mundos de Coraline' - El extraño mundo de Coraline
Es triste saber que el grande éxito de un director en el colectivo pensamiento popular no le sea asignado a él, sino a una personalidad que en su renombre le hubo opacado. Lo quiera o no le pasó a Henry Selick con la cinta El extraño mundo de Jack (The nightmare before Christmas), que para los más avispados conocedores la identificación no les resulte difícil, para los menos, el apabullante nombre de Tim Burton resume el concepto general. Afortunadamente Selick puede decir que hasta hoy rompe con ese estigma con el que ha estado cargando; porque con Coraline y la puerta secreta (Coraline, EUA-2009), viene a demostrar que es un artífice genuino en lo que hace, y que el apadrinamiento de Burton fue solo eso.
En el que viene a ser su cuarto largometraje para cine y el tercero en animación completamente, Selick conceptualiza su particular visión de las historias que quiere contar, y para muestra, nos bastan los tres claros ejemplos. Mientras en El extraño mundo de Jack –que aunque la idea original surgiera de la bizarra mente de Burton, es Selick quien colapsa tal ideario en el tan olvidado stop-motion- nos muestra un reparto tétrico musical en el cual alude a una galería de personajes y una crítica inmiscuida del hombre ante la ciencia; del ver para creer. Con Jim y el durazno gigante (James and the giant peach) –también en stop-motion- sin embargo ocurre una cuestión diferente por no ser una historia original, sino una adaptación de la obra de Roald Dhal, -es obvio que no es la imaginería de Selick, pero un director elige lo que quiere dirigir y en base a su filmografía se autodescribe-, que en esta ocasión nos da para juzgar el desentendimiento de familiares hacia un huérfano hasta que tiene en sí, un regalo que es un pasaporte hacia un mundo lleno de requerimientos por parte del protagonista.
El escape. La salida. Selick revalora su pequeña y sustancial obra hasta el momento y nos trae con Coraline y la puerta secreta un resumen de dos mundos, que inexplicablemente no confabula, sino que adhiere a su perspectiva. ¿Qué pasa si juntamos el tema del desentendimiento y descobijo omitido de unos hacia otros como en Jim y el durazno gigante y lo ponemos a tope con el concepto sombrío de El extraño mundo de Jack? La respuesta es sencilla. Se llama Coraline y la puerta secreta.
¿Alguien dijo cine para niños? No, no exactamente. Aunque es el género al que va dirigido, esta cinta va más allá. No es que no sea sencilla o tenga un lenguaje infantil, sino que tiene un trasfondo bastante significativo que en el caso de llevar niños a la sala ocupa severamente la presencia de algún adulto por dos cuestiones. La primera de ellas es porque maneja un terror infantil que puede resultar inofensivo, pero no hay que confiarse, porque es muy efectivo y la cinta es tétrica, con muchos elementos góticos y bastantes adeptos oscuros, bizarros y escalofriantes –sumémosle que está cargada de elementos sexuales recurrentes-. En forma es algo así como Monster house: La casa de los monstruos (Monster house) y El cadáver de la novia (Corpse bride), pero en un plan bastante serio.
Y la segunda y más importante, es porque definitivamente, Selick, basado en la novela Coraline de Neil Gaiman, logra poner en la pantalla una crítica bastante efectiva con elementos bastante definidos. El abandono presencial de los padres hacia los hijos, las labores cotidianas del día a día de los adultos, que desencadena en los infantes un déficit de atención que los hace maquilar una realidad alterna en el que la protagonista, harta de que sus padres no le hagan caso, se encuentra en un mundo paralelo a unos papás perfectos, que juegan y hablan con ella. Sin duda alguna, es un retrato perfecto de lo que ocurre diariamente en millones de hogares en el mundo. Pero para este problema, otro mundo es la solución y una pequeña puerta la entrada. De eso, en el trasfondo, trata Coraline y la puerta secreta.
Airosos de poder narrar una historia en el que como adulto Neil Gaiman pueda evitar meterse en la cabeza de un niño, y no salir contaminado de elementos infantiles cuando no es la intención, y que Selick imite a la perfección la odisea, da cuenta de lo arriesgado de la propuesta en una cinta que tiene pocos defectos y muchas virtudes. La efectividad de la narración es puesta a prueba, la emotividad al límite, y el terror en una línea que se toca y se evita a lo largo del metraje. Hay ese dejo de querer el bien para todos, al tiempo que los vellos de la piel se erizan, porque sabemos que hay algo que puede no salir bien. Hay también, una seguridad latente en que la disfrutarán más los adultos que los niños, pero no es porque haya un lenguaje incomprensible –la lectura de trasfondo es sencilla para adultos, mientras que el lenguaje para niños es sencillo y transparente-, sino porque los elementos son eternamente vagos y en una mirada primaria, el universo irreal está regido por cierto tipo de atmósfera en el que la lógica del discernimiento se utiliza.
Narrada en mínimas ocasiones por una voz en off que no es intrusa a lo largo de la trama, se marca una distancia congruente entre los elementos que nos pueden ser revelados y los que no, es sólo el devenir de las situaciones. En cuanto a los elementos técnicos, la animación es stop-motion clásica con elementos 3D, por los que estaremos inmersos en todos los planos y se agradece cuando vemos a un todo en primer plano funcionando con todos los elementos de los otros dos. La textura de la imagen resulta bastante atrevida y la fotografía es excelente; pero la música es un referente sin embargo de lo logrado por Danny Elfman en cintas de similar factura y argumento, sin resultar un plagio.
Pero hay algo que no deja de resultar notorio. Casi redonda se notaba la cinta cuando observamos en su totalidad que en la narración, algunos acontecimientos son forzados en pleno, para conseguir un final bastante lógico pero muy premeditado. Lo oportuno del guión también es otra cuestión pues emerge en la forma en cómo se utiliza a personajes secundarios sólo para un propósito final. Es increíble que a pesar de lo anterior, el resultado final sea el consagrar a esta cinta decididamente como lo mejor en animación que veremos en este 2009 en el que las tramas muy infantiles comienzan a ser el común denominador de cada estación del año. Superando en muchos aspectos a El extraño mundo de Jack, Coraline y la puerta secreta es un clásico inmediato que se ha ganado su lugar por mérito propio.
por ÁngelNeg