Tratar de resumir la vida de Ernesto "Che" Guevara es una tarea harto complicada, dada la infinidad de acontecimientos y sucesos protagonizados por este personaje. Steven Soderbergh decidió centrarse precisamente en su etapa de revolucionario, y en Che El Argentino narró la lucha que junto a Fidel Castro llevó a derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista. Dibujó a grandes rasgos la personalidad de este guerrillero cimentándola al mismo tiempo con las bases de su doctrina ideológica - mostrada en pequeñas dosis - sirviéndose para ello de pequeños saltos en el tiempo y componiendo así un collage con claro enfoque documental.
Guerrilla se centra en la última campaña revolucionaria que el Che llevó a cabo en Bolivia, y que acabó con su vida a manos del ejército nacional. Comienza con la famosa carta enviada a Fidel en 1965, cuya lectura fue retransmitida por televisión, en la que anunciaba su renuncia a todos los cargos como miembro del gobierno cubano, a su nacionalidad, y anunciaba su partida hacia "nuevos campos de batalla".
A partir de aquí el desarrollo del film es muy diferente a lo que el director americano nos mostró en su primera aproximación al personaje. Bastante más convencional y dejando al margen el aire a documental, la selva boliviana se convierte en un compañero de viaje más y en casi el único escenario donde transcurre todo. Repite pasos ya vistos como la fundación y formación de un ejército propio, las dificultades de las condiciones agrestes, los primeros enfrentamientos armados con el ejército boliviano, etc. De forma lineal y eliminando la posibilidad de introducir el factor sorpresa, salvo por algunas apariciones de caras más que conocidas. Bien rodado y con un gran ejercicio de realismo en todas las secuencias (sobre todo de "acción"), sin duda. Pero también carente del dinamismo que nos ofrecía su predecesora y que era uno de sus puntos fuertes.
Desde el punto de vista político, al margen de las célebres frases de Guevara, la película tiene sustancia; la conexión establecida en los ideales del Che entre socialismo y agricultura, la situación y la relación con el campesinado, la lucha contra un imperialismo que oprime al hombre y que derroca o alza gobiernos a conveniencia, y la necesidad de que esa lucha sea internacional con la mayor cantidad de "focos" posible. No es que desprenda una gran intensidad en las formas - el carácter tranquilo y educado del personaje no da pie a ello - aunque sí lo hace en el fondo. ¿Cómo? Sencillo. Si algo destaca por encima del conjunto de la película, es la sensación de inquebrantable determinación y fe en sus ideales de la que hace gala el personaje del Che, encarnado a la perfección por Benicio del Toro. Independientemente de las simpatías o resquemores que propicie la figura del revolucionario y sin entrar en el debate de las formas, Steven Soderbergh ha plasmado una visión (más o menos objetiva) de alguien que antepuso su ética, su desasosiego interno en la búsqueda de un mundo distinto, a las comodidades de una vida propia de un cargo de gobierno. Su compromiso, podría resumirse perfectamente en la cita con la que comienza esta crítica, ni más ni menos.
Por la poca frecuencia con la que se ven cosas así hoy en día, quizás sea la mejor herencia que Ernesto Guevara dejó a las generaciones posteriores. Desde luego muy alejada de la imagen bastante superficial y del todo capitalista (que ironía) de su imagen plasmada en miles de camisetas.
por Jason
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