Resulta extremadamente fácil comparar esta 'Caperucita Roja' con 'Crepúsculo', tan fácil como imposible resulta no hacerlo... ¿alguien ha dicho prejuicios? Puede. Al fin y al cabo la mano que mece la cuna tras las cámaras es la misma de la primera entrega cinematográfica de la obra de Stephenie Meyer, algo que se deja sentir en no pocos fotogramas y amenaza que la promoción de la cinta ya se encargar de subrayar. ¿Quien avisa no es traidor? No tengo claro si el libreto fue lo que atrajo la presencia de Catherine Hardwicke o si la mencionada Hardwicke fue quien modeló el libreto a su gusto, pero lo cierto es que son tal para cual hasta tal punto que cuesta imaginarlo en manos de alguien capaz de hacer una película de provecho con él, o al menos algo impreso en el celuloide cuyo interés vaya más allá de su diseño de producción, quizá no por casualidad la ex profesión de la ahora directora.
'Crepúsculo Roja' viene a sumarse a la doble tendencia actual del Hollywood más arrabalero de, por un lado, darle una vuelta de tuerca a cualquier relato más o menos clásico de forma oportunista y superflua con la excusa de su (dispersa y forzada) actualización como si del Windows estuviésemos hablando; y por el otro el de emplear el fantástico como coartada para la arquetípica, estilizada y profundamente simple historia casta y pura con forma de tweet formada por un sin fin de miradas romanticoides entre adolescente y adolescenta en la que lo importante es lucir bien y bonito, y todo lo demás una irrelevante carga a la que no hay que prestarle más atención que a un mosquito que haya sucumbido al empuje de nuestro parabrisas. Si, queda patente que igualmente resulta tan fácil como imposible no afilar las garras con una producción a la que lo queda grande no son ni los ojos ni las orejas ni los dientes... sino la gran pantalla.No sé si será por llevar la contraria o no, pero me voy a permitir desviar el odio que en estas fechas se supone debería sentir hacia Justin Bieber en beneficio de Catherine Hardwicke, quien cabe decir que ha causado más mal en el mundo que el flequillo del que muchos consideran digno opositor a ser el "bebé de Rosemary". Porque al fin y al cabo de la de Bieber cabía esperar que el parecido con una película de verdad fuera casual, y mira tú por donde que a ratos hasta lo parece, no así de la última contribución a la sodomización de las neuronas prepuber con la que Hardwicke es capaz hasta de mancillar el nombre de Leo DiCaprio, el cual asoma en los créditos como productor y a quien no le vendría nada mal -ni a nosotros- los servicios de Dom Cobb y sus muchachos. No, no es que el odio me ciegue, simplemente al igual que en el cine de Hardwicke no es más que una pose, como la de la bonita instantánea que sirve para ilustrar el profundo concepto dramático que oculta esta 'Caperucita Roja', y la cual después de darle muchas vueltas sigo sin encontrar.
Esta floja reinterpretación del popular cuento, y que despoja al relato de prácticamente todo aquello que podría haber tanteado algo la madurez de alguna que otra hormona, no deja de ser una muy medida y premeditada combinación de elementos que, no obstante, conducen hacia ninguna parte y cuyo único fin es hacer del dicho aquel de que lo importante no es ser sino parecerlo un proverbio de provecho. Y es que uno acaba la proyección pensando que o es una película muy estúpida o que no la ha entendido a pesar de que constantemente parece estar pasando algo... sin que al final nos importe eso mismo que parece estar pasando, y que encima además pretende sorprendernos y causar emociones tales como miedo y demás, emociones que la cámara de Hardwicke se muestra incapaz de sonsacar más allá de allá de lo que podría ser un anuncio de Channel dirigido por Luc Besson y protagonizado por Estella Warren... O puede que su capacidad para atraer la atención más allá de su demográfico sea pareja a sus valores cinematográficos, los cuales cabe encontrarlos más cerca de la nulidad que de algún tipo de beneficio por el que merezca ser siquiera nombrada en cualquier lista que recoja algún matiz cinematográfico.
No dudo que esta revisitación de 'Caperucita Roja' pueda cumplir dentro de sus premeditadas intenciones artísticas y entre su público objetivo, el mismo que no se plantea una visita al cine con la intención de ver una película tal y como la describe la RAE, y que poco tienen que ver con las que sustentaban los primeros y algo más interesantes trabajos de la realizadora, 'Thirteen' a la cabeza. Una producción que nace fallida que no aporta nada por lo que merezca ser nombrada, y en la que si acaso destaca particularmente un nuevamente desbocado Gary Oldman, como en sus buenos tiempos, y al que sólo ver como se relame la boca cada vez que dice "wolfman" ya mejora con creces el resto de lo que le rodea y aporta algo de emoción y tensión a los fotogramas que tienen la suerte de contar con él. Por su parte la cabeza de cartel, Amanda Seyfried, parece como poseída por el espíritu maligno de Jennifer Check haciendo las veces de ese demonio interpretativo que es Megan Fox, abriendo y cerrando la boca como si este fuera el fundamento del método Stanislavsky. Y aun así está mejor que Shiloh Fernandez o Max Irons, los dos monigotes que hacen las veces de los Edward y Jacob de turno cuya expresividad rivalizaría con la del flequillo del mismísimo Justin Bieber. Del resto del reparto mejor ni hablar: cumple, que no es poco, y cobra, que ya es suficiente.
La nivel de producción y escenografía no está nada mal, la banda sonora se salva aunque resulta un tanto extraña por momentos, sus efectos especiales son lo suficientemente decentes como para evidenciar lo mal que están rodadas las (contadas) secuencias de acción y dentro de lo que cabe a la cinta cabe reconocerle que no aburre, que al menos ya es el principio de algo, y aunque sólo sea dicho para no hundir un film en la más profunda de las miserias que, dicho de paso, tampoco se lo merecería por más que sus méritos como película disten mucho de otorgarle el beneficio de la duda como tal. Incluso para sus propias intenciones se queda justa convirtiendo a esta 'Caperucita Roja' en un remedo barato, poco logrado y efectivo de ese 'Crepúsculo' que, digan lo que digamos, ni era tan mala ni se merece la irrespetuosa colleja que se ha ganado a pulso esta rancia versión que tan sólo resulta sobrecogedora por sus deméritos artísticos. Cuidado con los conejitos blancos, por cierto: los carga el diablo...
Nota:
3
Por Juan Pairet Iglesias
Necesitas mentalizarte, ¿verdad?
Pd: a veces no creo que sean necesariamente que las películas cada vez son algo peores, sino que por un lado tenemos acceso a mucha más variedad y de forma muy fácil, y que por el otro además tenemos mucha información de antemano sobre ellas, demasiada diría yo.
Los cuentos mejoran jejejeje. Que rica está caperucita, ayomá