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'Alacrán enamorado': Escorpión de barrio

por 12 de abril de 2013

El buen cine de barrio existe. Hay vida, gracias a Dios, más allá del famoso paquete de Galinsoga; más allá de los labios de Parada. Dicho concepto no tiene por qué asociarse necesariamente a lo -casposamente- añejo. Al oírlo no tenemos por qué pensar obligatoriamente en tonos terriblemente coloreados, sonidos distorsionados y argumentos diarreicos que no sirven ni para pasar las durísimas tardes de domingo. El buen cine de barrio existe. Es aquel que se crece en el retrato de lo cotidiano, en el muy noble arte de seguir, de bien cerca, los pasos de personas que se sitúan muy lejos de la definición tradicional de héroes -o villanos-. Hablamos de personajes marginales, casi anónimos, que día tras día llevan a cabo una incansable y patética lucha por una supervivencia que a veces parece ser la más cruel de las bromas.

El buen cine de barrio es pues algo similar a lo que podría verse como la evolución natural de la muy nuestra picaresca. Santiago A. Zannou se reivindicó hará ya un lustro como uno de los más claros exponentes de este menospreciado pero -tarde o temprano tocaba decirlo- necesario cine. Con 'El truco del manco' la Academia tuvo a bien recompensar con el Goya de Mejor Dirección Novel el nacimiento oficial de una voz que con el discreto pero muy apreciable encanto de lo próximo; de lo creíble, había demostrado saber acercarse a una realidad demasiadas veces ignorada. Sin excesivos alardes y con un compromiso total por la causa plasmada en la firme voluntad de no querer ni magnificar las luces ni maquillar las sombras para que así el objeto de estudio actuara con plena libertad. De este modo se otorgaba al espectador la oportunidad dorada de gozar de esta misma libertad a la hora de deambular por un entorno tan conocido como olvidado. Si la experiencia le gustaba, bien por él, sino, al menos le quedaba el nada desdeñable consuelo de no haber sido manipulado en un entorno que se presta con demasiada facilidad a ello.

Después de un lapso de cinco años dedicados al documental, Zannou vuelve al barrio con 'Alacrán enamorado', en la que un joven escorpión con complejo de lobo deberá elegir entre su manada y la formación como individuo independiente. El esperado regreso a la ficción asusta por un cartel abarrotado de carne joven. La figura de Álex González se ha estado cocinando a ambos lados del charco (con aparición estelar y fugaz en 'X-Men: Primera generación' incluida) y todo parece listo para la eclosión final de un nuevo fenómeno fan. Todos a temblar. Con lo que nos está costando a algunos acostumbrarnos al inmutable careto de Mario Casas... El que la familia Bardem se haya implicado de forma tan efusiva en el proyecto (no es de extrañar siendo éste un film que surge de la novela escrita por uno de los miembros del clan) no se sabe del todo bien si responde a una reafirmación de la calidad del producto o a una estrategia comercial para asegurar el éxito de la apuesta por la estrellita, en lo que sería una clásica maniobra del ''win win'' mercantilista.

Afortunadamente las discusiones de marketing quedan a un lado porqué, por lo visto, si en alguna materia es experto Santiago A. Zannou es en la de lidiar con egos. Ni Carlos ni Javier Bardem; tampoco Ález González, la auténtica estrella de la función es el director y co-guionista, garantizándose así de manera casi definitiva el balance positivo de su último trabajo. Pero sucede que los cálculos finales entrañan implícitamente el peligro de olvidar las operaciones que nos han llevado hasta la meta, y en este aspecto, a nuestro 'Alacrán enamorado' no le salen todas las cuentas. Esto es debido a que, si bien es de apreciar la valentía autoral a la hora de abordar temáticas ciertamente complejas (todas ellas enmarcables en el leitmotiv del odio), no lo es tanto el que la solución a todas ellas venga servida por el peligroso simplismo de la brocha gorda, cobarde y autocomplaciente política que podría haberse evitado de no haberse metido la película en tantos jardines con sobreabundancia de espinos.

La -estúpidamente- inflamable convivencia interracial sube a la lona pugilística en esta conceptualmente arriesgada mezcla de 'American History X' / 'Diario de un skin' con 'Million Dollar Baby' (y, por qué no decirlo, del clásico Romeo y Julieta). El papel de Edward Furlong se lo queda Álex González y el de Clint Eastwood Carlos Bardem, estableciéndose así un efectivo vínculo paterno-filial de extrema emergencia que obviamente va a erigirse en motor principal de la trama. El excesivo acomodo en los lugares comunes de los géneros visitados es contundentemente tapado por unos actores entonados que potencian en la justa medida el sabido talento de Zannou para tratar a sus personajes. Éstos se enfadan, sudan, gritan y golpean en este alarde de cine de músculo en lo estilístico (a rebufo de maestros del cine más potentemente moderno, como Jacques Audiard) y de barrio en la honestidad y pureza de un mensaje universal por el vasto conocimiento de un entorno urbano igual y tristemente -o no- univeral.

Nota: 6 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

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