Antes de comentarla yo ya me confieso, y es que escribo desde la más suma "ignorancia" al no haber leído la novela. La contra es que no podré opinar sobre si la adaptación ha sido buena o no, pero por otro lado seré objetivo ya que iba "virgen", sin saber lo que ocurriría. Por lo tanto, me ceñiré sólo a lo que entró por mis ojos y oídos en la sala de cine, y mi humilde opinión básicamente es que me ha dejado una buena impresión.
La sobrevalorada 'El código Da Vinci' dejó el listón alto pero ésta no se queda atrás. Ron Howard convierte la segunda obra de Dan Brown en una emocionante y entretenida película en la que a grosso modo se nos presenta al profesor Robert Langdon quien junto con una guapísima científica llamada Vittoria Vetra tendrán que resolver un montón de enigmas eclesiales a contrarreloj para evitar la muerte de cuatro cardenales y la destrucción de buena parte de Roma. Interesante ¿no?, pues vamos al lío.
Tom Hanks vuelve un poco más viejo que hace tres años, pero sin perder la frescura interpretativa en su personaje. Es de los pocos actores que poseen esa fantástica habilidad de hacer que el espectador se crea al pie de la letra cada una de sus entramadas y sabias teorías. Hanks vence y convence otra vez, esto no nos pilla de sorpresa a nadie. Ewan McGregor no destaca, su papel en casi toda la cinta está comido por el de Hanks. El propio Ewan aquí hace de curilla repeinado, exactamente como Camarlengo, es decir, la mano derecha del Papa y que cuando muera éste, hará las veces de "Papa en funciones" hasta que finalice el Cónclave. La chica-florero es una tal Ayelet Zurer (totalmente desconocida para un servidor) y que se complementa como puede con Hanks. Aunque no se la dé mucho protagonismo, salva su papel y luce como una madurita muy cachonda.
La historia va como una montaña rusa incluyendo sus giros en la trama como buen thriller de intriga. Lo que más entretiene son las referencias históricas y todo el rollo de salvar a los cardenales. Hay escenas que sobran (la de la biblioteca Vaticana cuando falta el oxígeno), otras con un extra de fantasmada (la del paracaídas) u otras que resultan demasiado tediosas (la del Castillo de Sant'Angelo). Ron Howard arriesga alargando la cinta hasta casi las dos horas y media, y es por eso, que el final, aparte de rocambolesco, se hace algo largo.
En cuanto a la banda sonora comentar que Hans Zimmer se los ha tocado con las dos manos, me explico. Al principio y al final abusa del magnífico temazo "Chevaliers de Sangreal" que sonó al final de 'El código Da Vinci' -aunque aquí en modo slow no os hagáis ilusiones- y es que la olvidable partitura en toda la película es lo más normal del mundo.
Lo mejor de todo sin duda es ese viaje a Roma y a la Ciudad del Vaticano que hace el espectador sentado desde la butaca. Hay que reconocerle el mérito a Ron Howard y a todo su grupo de montadores, porque sin que les dejara la Iglesia grabar en las iglesias (valga la redundancia), lo que es la Plaza de San Pedro, su Basílica o las grutas Vaticanas donde andan enterrados los papas, lo clavan respecto a la realidad.
En fin, no me enrollo más. Quizá se hacen un poco larga esas dos horas y media y tardará muchos años en que la vuelva a ver, pero 'Ángeles y demonios' cumple de sobra su cometido: entretener.
por Edu
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