La 'Gran Estafa' del cine español
Vía El Séptimo Arte
por wanchope 07 de diciembre de 2009
El pasado Viernes 23 de octubre, sin que apenas nadie se percatase de ello, se produjo el limitado estreno en salas comerciales de la cinta del debutante Hernán Migoya, '¡Soy un Pelele!'. A raíz de este estreno, el propio Migoya (cuya profesión habitual es guionista de cómics y escritor) ha hecho público su malestar por unas prácticas por desgracia extendidas y bastante conocidas en el mundo del cine español, no así a nivel público, o al menos no de forma notoria. Por el motivo que sea, no parecen ser muchos los medios de comunicación o páginas webs de relevancia que se han hecho eco del suceso al margen del periódico El Mundo, cuya punta de lanza es el excelente artículo que podíamos leer en en su edición del pasado Jueves (y disponible online en su versión de pago), y firmado a cuatro manos por Luis Alemany y Luis Martínez.
Pero sin adelantar acontecimientos, hay que remontarse primero a finales de Octubre, y aún más allá, para entender todo este suceso (y lo que con ello conlleva) que poco a poco va teniendo algo más de relevancia en la red, y que manifiesta lo que podría llamarse la "gran estafa" del cine español y el sistema de las subvenciones (y el cierto oscurantismo en el que a veces parece estar envuelto, lo que da lugar a ciertas dudas en algunos casos bastante razonables). Como todo, el que una pequeña parte realice según qué artimañas ilegales en favor de su beneficio propio no significa que el resto de los integrantes de la comunidad cinematográfica española sean partícipes de las mismas prácticas, y por ende, no resulta oportuno prejuzgar en base a unos hechos a todo un sector que en su mayoría respeta las normas (que al fin y al cabo, gusten o no, son las que hay) y que honradamente trata de sacar adelante su trabajo.
Sí, efectivamente, el eterno debate sobre las subvenciones públicas al cine español está presente, pero en esta ocasión resulta conveniente dejar de lado en gran medida el debate sobre si estas subvenciones son procedentes o no, y en qué manera, y centrarnos en cómo algunos las utilizan para a costa de otros y en nombre del arte embolsarse un dinero a su cuenta personal. Y es que si al año se hacen en España oficialmente unas 175 películas (según los datos oficiales del Ministerio de Cultura, 173 en 2008, entre íntegras y co-producciones) no es por el amor al arte... al menos no en todo los casos.
Empezando por el principio, '¡Soy un Pelele!' es una comedia que ya se pudo ver en el Festival de Sitges en su edición de 2008. Dirigida y escrita por Hernán Migoya, éste denunció públicamente a finales de Octubre a los productores de la película y en declaraciones tanto a el periódico El Mundo como en el programa de radio 'En Casa de Herrero' (esRadio), daba a conocer su particular calvario con la realización de su primera película (y cuyos principales detalles pueden conocer a través de la carta que el propio director y varios integrantes del equipo de filmación firmaron e hicieron pública a través de varios blogs el 26 de Octubre, y la cual podrán encontrar AQUÍ).
Básicamente y resumiendo, y para no salirnos demasiado del tema, los principales puntos que interesan para lo relatado en este artículo vienen a ser que la productora del largometraje Iris Star (y que ahora trabaja con el sello Stardis) habla oficialmente de un film rodado íntegramente en catalán en 8 semanas y con 1,2 millones de euros de presupuesto. La versión que recoge el director y su equipo es la de un rodaje en castellano de tan sólo 27 días (y terminado abruptamente y por la malas 3 días antes de lo previsto) y cuyo presupuesto real andaba entorno a los 572.000 euros. La cinta acabó siendo estrenada el citado 23 de Octubre sin contar con ningún tipo de promoción o apoyo por parte de su productora, y de manera prácticamente anecdótica y fantasmal en tan sólo 7 salas (una en Madrid, Valencia y Barcelona, y otras cuatro repartidas por Cataluña, y siendo obviada en muchos medios por simple desconocimiento, incluído el nuestro) y cuyas copias exhibidas en la comunidad catalana se anunciaban como proyectadas en su versión original... en catalán. Como remate a la situación, los cines que la proyectaron contaron con una versión del cartel oficial realizada deprisa y corriendo de forma chapucera por haber perdido los productores los originales que siquiera habían pagado a sus creadores (la empresa Red Pixel, que ya ha demandado a la productora), quienes se negaron a facilitar nuevas copias, y cuyo testimonio gráfico podéis encontrar a continuación, y donde entre otros fallos se les olvidó incluir el nombre de su protagonista femenina (también les llevó, por ejemplo, tres semanas encontrar una copia del montaje final de la cinta para su proyección en Sitges).
Este caso en particular prueba la existencia de unas prácticas sospechadas por muchos y desconocidas para la mayoría pero que, por contra, parece ser ignoradas por parte de administraciones públicas (en tal vez un caso consciente de mantenimiento de una economía sumergida, quién sabe), y en un caso más grave, los medios de comunicación, y sobre el que tiende un manto de obscurantismo un tanto inquietante. Pere Doménech y su hijo Jaume Doménech (responsables tanto de la citada productora como de la empresa de representación de venta de derechos internacionales Coach 14, con la que deben dinero a alguno de sus representados como Tele 5 o Fausto Producciones) personifican el prototipo del empresario/estafador que utiliza las ayudas públicas para obtener un beneficio propio e inmediato de forma inmerecida y fraudulenta, en este caso auspiciados por la Cultura y en nombre del cine español. Iris Star/Stardis Pictures ha producido en total ocho películas en otros tantos años, todas ellas óperas primas, supuestamente rodadas en catalán y estrenadas de tapadillo (a excepción de 'Cámara Oscura' , de Pau Freixas). Por todo ello, podría haber recibido fácilmente una cantidad cercana a los 4 millones de euros en subvenciones de la más diversa índole.
Flagrante el caso que la prensa catalana, en estos tiempos de "editoriales conjuntos" (y sin ánimo de levantar suspicacias con otros temas que no vienen al caso), se mantengan callados y sin hacer referencia alguna en general ante el hecho de que películas íntegramente rodadas en castellano hayan recibido ayudas de la Generalitat de Catalunya por valor de 180.000 euros (como es el caso) por estar supuestamente rodadas en catalán, una práctica al parecer común y que se suele excusar alegando que su versión castellana "posee un gran doblaje". Es curioso constatar como en la base de datos de películas calificadas del Ministerio de Cultura consta la cinta de Migoya únicamente por su título en catalán, Sóc un Ninot, e incluso se incluye el nombre de Nacho Vigalondo, primer protagonista previsto, o se entremezclan nombres de otros actores con el de personajes de la cinta, en una muestra de cierta despropósito que podría poner en tela de juicio los datos aportados por la administración pública en cuanto a la forma de recabar los datos oficiales que presenta anualmente. Según el director Hernán Migoya, y en tono irónico, casi el único dato que parece real es el número de espectadores oficiales: 2.306.
Un film rodado íntegramente en catalán puede recibir por parte del Institut Català de les Indústries Culturals hasta 200.000 euros de subvención; el Ministerio de Cultura otorga subvenciones a la realización de óperas primas que puede alcanzar hasta los 500.000 euros, a la par que sus ayudas a la producción lo son en proporción al presupuesto de la cinta en cuestión, y cuya condición básica para recibir tanto esta como los derechos de emisión en TV (las televisiones, por ley, tienen que invertir en el cine un 5% de sus ingresos) es haber sido estrenada en cines, y para lo que vale con alquilar una sala de pueblo un día cualquiera para ser considerada ya oficialmente estrenada; a todo esto hay que añadir ayudas llamadas de "amortización" en función de un mínimo de recaudación en taquilla (330.000 euros un film corriente, 220.000 euros una ópera prima, y 110.000 euros un documental), o las ayudas al desarrollo de proyectos por parte del ICAA. Sin embargo, es cierto que estas cifras bailan y dependiendo de las fuentes son más o menos volubles, existiendo cierto vacío en relación a su transparencia y la fidelidad a la realidad de las mismas, aunque las arriba expuestas son como mínimo muy próximas.
Desde el entorno del Instituto de Cinematografía se dice que es imposible fraudes de esta índole ya que el Ministerio audita los rodajes, contabilizando los gastos y comprobando las facturas, al mismo tiempo que también se niega la posibilidad de que algunos distribuidores puedan "falsear" las cifras de espectadores y la improbabilidad de argucias de este estilo. No obstante, una ex-empleada de la productora de Doménech ha reconocido al periódico El Mundo cómo se inflaban los presupuestos (práctica por otro lado habitual, y pone de ejemplo dos títulos: 'Road Spain’ - 2008, y ‘Raval Raval’ - 2006) y se negociaba con proveedores a emitir facturas falsas, a la par que asegura que ella al menos en todos los años que lleva trabajando no tenía constancia alguna de que los rodajes fueran visitados por los auditores del Ministerio de Cultura o de la Generalitat de Catalunya. Y aún más. Que por parte de la productora/distribuidora se le entregaba un cuadro con tres cifras: los espectadores reales, los que se declaraban al Ministerio, y las entradas que se compraban a dos cadenas de salas para justificar la diferencia, cifras que distaban mucho entre unas y otras. Todo esto rematado por la conclusión de un productor (quien lógicamente prefiere no identificarse) que reconoce que "El problema es que el propio sistema ha invitado al fraude todos estos años. Sale rentable hacer películas y comprar tú tus propias entradas" .
Todo esto viene a ejemplarizar un modelo de lo que podríamos considerar una "estafa" en toda regla, y ante la cual y en este caso concreto de la cinta '¡Soy un Pelele!', tanto el ICAA como el Ministerio de Cultura prometen algun tipo de medida contra los responsables de lo que podríamos considerar una apropiación indebida. Como en muchos otros ámbitos se tienden hacia una serie de artimañas en busca de un beneficio: en el mundo del cine se puede tender a inflar los presupuestos, dar una falsa oportunidad a nuevos directores sin intención de proseguir patrocinando su carrera, rodar cintas en lenguas co-oficiales por usar en beneficio propio el nacionalismo mal entendido o llegar al extremo de comprar uno mismo muchas de las entradas disponibles para ver su propia producción (y por supuesto, aunque nadie acuda a la sala con dichas entradas), y casi todo ello con el punto de mira siempre en el dinero de las administraciones que, presuponemos que de buena fé, otorgan para mantener en pie nuestra frágil y falsamente considerada (en cierta medida) industria española de forma bienintencionada.
Casos cuanto menos cuestionables los podemos encontrar sin necesidad de rebuscar mucho. La cinta 'Hot Milk', de 2005 dirigida por un novel Ricardo Bofill, se benefició de una ayuda de 633.203 en función de un presupuesto declarado de 1.847.395 euros (y siguiendo datos expuestos por el periódico de El Mundo). Según Cultura, la cinta recaudó 221.210,18 euros; sin embargo, segun los datos de la consultora privada EDI-Nielsen, que registra la taquilla de todos los cines de España, la cinta sumó tan sólo 18.432 euros de recaudación en dos semanas de exhibición. No es la única en la que existe una discrepancia tan notoria entre unas cifras y otras, y que casualmente en beneficio de la duda suele otorgar el derecho a ser subvencionada segun las cifras que maneja el Ministerio, para el que películas como 'People' o 'Bajo Aguas Tranquilas' cuentan con recaudaciones por encima de los 300.000 euros mientras que la consultora estima en 15.245 euros la recaudación de la primera, y de 135.972 euros la segunda. El productor Salomón Shang lleva años estrenando documentales escritos, dirigidos, producidos y exhibidos por él mismo, siendo dueño como es de un cine barcelonés (y a cuyos empleados no paga muy bien que se diga, por cierto), producciones que en muchos casos han contado con subsidios de 100.000 euros y que según el Ministerio de Cultura cuentan con una media de 25.000 espectadores... para la consultora EDI-Nielsen nisiquiera están registradas como estrenadas en salas comerciales. Y otras cintas resucitan tiempo después o se exhiben meses y meses de manera incomprensible, o en casos como el de 'Matar al Ángel', recaudan un 67% más su último fin de semana en cartel que en el del día de su estreno (y de paso consiguen acceso a la subvención oportuna), cintas en su mayoría desconocidas y en las que no se invierte ni un euro en su promoción.
Para terminar este espero que, aunque extenso, entretenido e interesante artículo, tan sólo hacer constar en mayor o menor grado que una parte no significa que lo sea un todo. El fraude, la estafa y demas actitudes delictivas no son exclusivas y propias del género cinematográfico, y por desgracia es posible encontrar casos en multitud de ámbitos. Nuestra intención con estas palabras no es criticar al cine español, sino a aquellos que abusan, manipulan y retuercen los cauces legales para lucrarse a costa del trabajo y el dinero de todos los conciudadanos, y apoyar de paso a los que con su labor luchan contra la proliferación de energúmenos como ellos. Tampoco es nuestra intención acusar a nadie, ni aunque así lo haya podido parecer, salvo a aquellos a los que varias fuentes señalan como culpables y responsables de algunos de los males que aquejan a nuestra sociedad, centrados como debe ser en una página web como la nuestra en el mundo del cine, y donde en algunos casos pagan justos por pecadores. Como colofón, unas declaraciones del propio Migoya bastante elocuentes que resumen a la perfección la idea de este artículo, y la falta de transparencia: "Hacer cine es callar porque hay mucho dinero en juego. Todos callamos por miedo a ser marginados”. Concluímos con la misma pregunta con la que termina el artículo que ha servido de base a todo este texto: ¿Acabará esto con la nueva orden ministerial detenida en Bruselas? En fin...
Fuentes: - Web Oficial de Hernán Migoya
- Periódico 'El Mundo' (Artículos de Luis Alemany y Luis Martínez)
- Blog 'Comicsario'
- Blog 'Archipiélago Gulasch'
- Blog 'Fanfatal'
- En Casa de Herrero (esRadio)
- Burbuja Económica (Foro de Economía)
- Ministerio de Cultura
Fuentes: - Web Oficial de Hernán Migoya
- Periódico 'El Mundo' (Artículos de Luis Alemany y Luis Martínez)
- Blog 'Comicsario'
- Blog 'Archipiélago Gulasch'
- Blog 'Fanfatal'
- En Casa de Herrero (esRadio)
- Burbuja Económica (Foro de Economía)
- Ministerio de Cultura
Resquemor o como quieras llamarle, trabajar en el cine en este país es un camino de amargura. Hay demasiados ineptos y chorizos (a veces las dos cosas al mismo tiempo) metiendo las narices.
Sin subvenciones no existiría prácticamente ninguna película europea de los últimos 50 años. Joder, por no existir no existiría la Nouvelle Vague.
Mira, yo lo veo de esta forma. El cine es una expresión cultural más de un país, y eso la convierte en patrimonio cultural de una nación. Hoy en día no podemos decir que los clásicos de Chaplin sean productos comerciales, han pasado a formar parte de la historia de EEUU como elementos culturales, lo mismo con el cine de Buñuel para España, Murnau para Alemania etc etc
Las subvenciones y ayudas estatales al cine español (muchas de ellas no son a fondo perdido, sino que funcionan como créditos), que suponen en total, si no recuerdo mal, menos de 200 millones de euros el año pasado (no darían ni para rodar Avatar) son necesarias para que el cine español siga generando cultura.
Y bueno, también hay el elemento político. Si Pilar Bardem, Almodóvar y compañía no hubieran puesto a caldo al gobierno Aznar muy poca gente se quejaría de las subvenciones, igual que nadie se queja de las becas ADO, que de cara a Londres 2012 costarán más de 50 millones de euros de dinero público. Pues yo seré un cultureta, pero para mí es igual o más valiosa una buena película que una medalla de oro.