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'Lady Bird' - Y luego se termina

Vía El Séptimo Arte por 22 de febrero de 2018
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'Lady Bird' comienza bien, pero luego se termina, así, sin más.

Bueno, no exactamente. 'Lady Bird' comienza bien, con un estupendo prólogo, y cuenta con un poderoso argumento como es Saoirse Ronan, a sus 23 años la firme sucesora de Meryl Streep en esto de acaparar premios, nominaciones y alabanzas en general. Pero luego se termina, así, sin más. Y como ha venido, es como se ha marchado.

Entre medias se supone que hay más, bastante más, y de hecho la verdad sea dicha, algo hay. Pero como pasa en buena parte de los filmes que ha protagonizado Greta Gerwig a las órdenes de Noah Baumbach, Whit Stillman, Daryl Wein o Rebecca Miller, da todo un poco lo mismo que lo mismo también da un poco igual, y viceversa.

Aunque esta es una de esas afirmaciones que claramente tienen más de subjetivo que de objetivo, si es que no lo es siempre así, lo esgrimamos con más o menos descaro. 'Lady Bird' es lo que un servidor llamaría un filme cotidiano durante el que casi no pasa nada relevante mientras en realidad puede estar pasando de todo.

El concepto, de principio a fin, está claro; tanto o más que las intenciones, las referencias o a la hora de la verdad, unas ambiciones que no hay que permitir que los premios levanten del más humilde de los suelos. Lo cotidiano, terrenal, lo modesto y anecdótico, incluso lo vulgar y común de cualquier vida más o menos normal.

Cuestión de sensibilidades, tal vez, o de la falta de sensibilidad para llegar a dónde llegaron las 'Mujeres del siglo XX' de Mike Mills. Tal vez el oportunismo de llegar en ese momento en el que lo "cotidiano" pasa a ser algo excepcionalmente circunstancial. O no, que la vida viene a ser esto, un cúmulo de circunstancias que... bueno, a saber.

'Lady Bird' comienza bien, pero luego se termina, así, sin más ni tampoco de menos.

Pero es cierto que algo queda después del fin y tras, por otro lado, un visionado ligero, fácil y siempre agradable. No es mucho, pero si lo suficiente. Como si fuera esa pequeña e irrelevante contribución que sin embargo, con el paso del tiempo, sigue siendo pequeña pero ya no tan insignificante como un mero cambio de nombre.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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