'Un camino a casa' - Harvey Weinstein's Search Engine
Esta historia es real. O sea, que de verdad pasó. De verdad de la buena. Y si no te la crees, es tu problema. Y si no te emocionas, es que eres un monstruo. Dicho esto... un buen día, el pequeño Saroo salió de casa junto a su hermano mayor. Apenas llegaba a los cinco años de edad, pero ya se movía por este mundo con la valentía y agilidad de quien lleva décadas a sus espaldas. El chaval era listo y espabilado, y un encanto, y una ricura... pero era un chaval, al fin y al cabo. Aquel día cualquiera, cuando salió de casa junto a su hermano, el pequeño Saroo sabía en lo más profundo de su propio ser, que algo iba a pasar; que aquel sería un día para recordar... para bien o para mal. Y así fue. Entre idas y venidas, el pequeño Saroo perdió de vista a su hermano, y se quedó solo. Y esperó, y siguió esperando... pero nadie vino a buscarle. De modo que buscó refugio en un vagón de tren, y siguió esperando... y se quedó dormido. Y cuando despertó, estaba en la otra punta del país, a miles de kilómetros de su hogar. Y seguía estando solo, ni falta hace decirlo. Y nadie parecía querer ayudarle, y... lo que sigue es, si cabe, aún más chocante, e inspirador y, obviamente, real. De verdad pasó. De verdad de la buena. Y si no te lo crees, es tu problema. Y si no te emocionas, es que eres un monstruo.
Harvey Weinstein, productor de productores, amante del cine y bellísima persona, desde luego no era (ni es) un monstruo, y claro, al enterarse de la historia del pequeño Saroo, no pudo ni quiso evitar emocionarse. Tanto, que se concedió el lujo de verter alguna que otra lágrima a su honor (y al suyo propio) y de jurarle al universo que él, y sólo él, llevaría esta impresionante historia a la gran pantalla. Después de esto, se hizo con sus armas habituales para estos casos. Agarró el teléfono móvil, el bate de baseball y el cuchillo... por si las moscas. Llamó a su hermano y esbirro predilecto, le pidió que le consiguiera el número de contacto del joven Saroo, también el de Dev Patel (porque claro, el tal Saroo ése era indio) y por último el de Nicole Kidman, una de esas estrellas que el clan Weinstein tenía en nómina. Acto seguido, agarró el bate y se puso a aporrear puertas. La del abogado, la del CEO de aquel famoso buscador de internet, la del cuñado de Saroo, la de su primo segundo... todas las que se interponían entre él y la compra de los derechos de aquel compendio de valores humanos (algo con lo que el hombre estaba claramente familiarizado). Y así, tras haber puesto en práctica sus cualidades de ariete, y tras haber apuñalado a un par de personas (aquella historia tan bonita, es que lo merecía), Harvey se aseguró aquel tesoro, que sin duda le ayudaría a ampliar su palmarés particular.
Para esto último, es decir, para ganar premios (que desgraciadamente, a esto se reduce todo), era fundamental que la gente entendiera que la historia narrada era real. O sea, que de verdad pasó. De verdad de la buena. Y si no te la crees, es tu problema. Y si no te emocionas, es que eres un monstruo... Por esto Harvey se reservó los derechos de control absoluto de los primerísimos y ultimísimos instantes de dicha película. En ellos, se tendría que subrayar, sin compasión ni miramientos, el factor humano del relato; se tendría que dejar claro que esto, más que un film, sería una obra benéfica, y que por ello, darle apoyo (en las redes sociales, en taquilla, en las páginas de la prensa... en la temporada de premios) se traduciría en un acto de bondad tal que, de algún modo, se restablecería el orden moral en el cosmos. Y así se intenta dejar claro, sobre todo en un epílogo marca de la casa (Weinstein), en el que se incide, por enésima vez, en el carácter verídico de los hechos relatados, hasta llegar al punto de caer en ese tan típico (y grotesco) vicio de mostrar, al final de la función, a las personas detrás de los personajes... dejando hueco incluso para el anuncio de una página web a través de la cual se promete ayudar a todos los pequeños Saroos del mundo.
Saroo, por cierto significa "León", en inglés 'Lion', película que, efectivamente, podría aparentar no ser tal cosa, sino en realidad una campaña en favor de una serie de principios intachables... llevada a cabo con la desfachatez de quien se sirve de todo tipo de bajezas éticas para llegar así a la fibra sensible de un espectador con el sentido crítico desactivado. Cosas de las lágrimas, que no nos dejan ver lo que tenemos delante. En este sentido, el primer largometraje de ficción (no lo olvidemos) de Garth Davis, reputado publicista que hizo antes carrera en varias series televisivas, apesta en demasiados tramos a esas artimañas con las que el mainstream de prestigio nos intenta noquear a base de saturación sentimental. Lo que pasa es que, cuando no juega a hacer llorar al patio de butacas, se encuentran en él detalles, incluso maneras, de algo que, sin miedo, podría catalogarse de gran cine. Momento para repetir, por aquello de dejar constancia, el nombre del director: Garth Davis. Suyo es el mérito de elevar el producto hasta cotas insospechadas, al menos durante su primera hora de metraje. En ella, la cámara imita a la perfección la mirada de su joven protagonista, al tiempo que la transmite a un espectador que, de repente, se siente invadido por el miedo y la soledad ante la multitud.
Apoyándose en el magnífico trabajo en el apartado de fotografía de Greig Fraser (brillante en sus tonos oscuros), el director debutante ofrece un sobrecogedor retrato semi-silente (pero muy elocuente), más que de la India (que también), de una infancia cuyas traumáticas circunstancias nos hablan a la perfección de la sensación de desamparo del individuo (sin importar su nombre) ante un mundo de dimensiones y motivaciones igualmente monstruosas. Bendita contradicción. Hablando de... no deja de ser curioso (e ilustrativo) el que cuando Saroo va más perdido, sea cuando 'Lion' se muestre más segura a la hora de explotar sus -innegables- virtudes; el que cuando el mismo personaje parezca estar cerca de encontrar su tan ansiado destino, sea cuando el artilugio cinematográfico pierda más en interés; el que cuando Garth Davis vaya más por su cuenta (o lo que es lo mismo, cuando esté más lejos de la zona de influencia de los Weinstein), se antoje más atractivo su trabajo. Más allá de los momentos de inspiración, queda una segunda mitad demasiado prisionera de las rutinas académicas, en la que el abordaje a temas tan complejos como el desarraigo o los lazos familiares extra-sanguíneos se ve igualmente condicionado por la ranciedad de unas fórmulas que priorizan la lágrima fácil a la profundidad en la reflexión (que es ahí donde se encuentra el verdadero impacto). La historia es real, eso sí. O sea, que de verdad pasó. De verdad de la buena. Y si no te la crees, es tu problema. Y si no te emocionas, es que eres un monstruo. Queda claro, tanto como que ni los Weinstein ni Google encuentran siempre lo que buscan.
Nota: 6,5 / 10
por Víctor Esquirol Molinas
@VctorEsquirol
Si era por pinchar a Yeezus. A mi seguramente me cogió en un día muy propicio pero como dices tiene muchas virtudes. No creo que sea pretenciosa ni caiga en el melodrama barato ni huela a telefilm ni cosas de las que pueden o suelen pecar este tipo de films. Otra cosa es que mucha gente, viendo que está nominada al Óscar de por hecho que va a ser una maravilla y le parezca que no lo merece, pero eso pasa todos los años y la culpa es de pensar que las elegidas a las nominaciones son excelencia. Está claro que no es una obra maestra y en pocos Top de 2017 entrará, pero no creo que pretenda mucho más de lo que te da y en ese sentido pocos reproches se le pueden hacer.
Y creo que a pesar de la lágrima intencionada, es una película bien hecha, bien narrada y bien actuada que refleja entre tantas cosas, la enorme brecha que hay entre ricos y pobres.
8,5
Faltaría más. Pero yo argumento por qué no lo es...
Le doy un 9.
Llego a esta película con casi cuatro años de atraso, pero creo que tampoco me he perdido nada del otro mundo, si bien hay que reconocer las virtudes de la cinta de Garth Davis.
Para empezar, el reparto son nombres de primer nivel y se nota, con la excepción del actor infantil Sunny Pawar que debutó en este filme dando una grata sorpresa. Su contraparte adulta, Dev Patel, así como su madre, la gran Nicole Kidman (resucitada en los últimos años tras una época de cintas alimenticias y cuesta abajo artístico con trabajos como 'Las mujeres perfectas', 'Embrujada' o 'La brújula dorada') son los otros nombres a destacar del reparto.
'Lion' cuenta la historia de un niño indio perdido que es adoptado por una familia australiana y si uno es avispado, verá sin dificultad el final de esta historia que es bonita, sí, pero que juega con las cartas marcadas antes de empezar. Es por eso que no me cala tanto a pesar de sus evidentes esfuerzos de empatizar con el público. Reconozco el valor humano de la historia, pero si ya se sabe como acaba le resta algo de fuerza emocional.
Por otro lado, el guion echa a perder durante un rato al personaje de Patel con pataletas sin sentido que se justifican después, aunque yo no me lo trago. Para mí, era innecesario.
El balance, no obstante, es más positivo que negativo. No es una cinta que vaya a guardar en mi memoria ni en mi corazón, si bien esta no es una película hecha porque sí. Se nota que pusieron todo de su parte para que saliese lo mejor posible y se nota, las casi dos horas de metraje no son en balde. Una de esas películas que se ven una sola vez y pasará mucho tiempo en caso de que se revise.
6