Voy a ser breve, y esta vez espero que de verdad. Porque 'El círculo' es de esas películas que se definen rápido, baste leer su sinopsis oficial o echarle un ojo a su tráiler. Porque 'El círculo' es de esas producciones que ya hemos visto infinidad de veces, y si, también, es de esas producciones que nos sabemos tan de memoria como la tabla de multiplicar del 1. De esas películas que son exactamente lo que parecen que son, ni más ni menos.

Poco importa que veamos por ahí nombres como los Tom Hanks o James Ponsoldt, que la forma en la que película dilapida el posible potencial en favor de la racanería y conservadurismo habitual nos hace pensar, con muy poco margen de duda, no más que un 1%, que ambos han hecho un poco la de Nicolas Cage. Un poco nada más, que al menos se traen la dignidad de serie y prevalece el profesional competente ante el sudapollista financiado.

El problema de 'El círculo', básicamente, es que aunque avanza con cierta gracia, en última estancia es más que patente que circula en punto muerto por un recorrido tan de manual que carece de cualquier gracia, nervio o inquietud. Uno sueña con la posibilidad de que, después de todo, la cinta esconda algún tipo de as bajo la manga, de que aquello que ya nos conocemos de sobra no sea más que una careta. Pero no, uno despierta y no hay nada.

Incluso "el futuro" que plantea suena añejo, cual ficción fantástica de los años 60 hundida por su ingenuidad (ahora evidente).

Y la verdad, molesta. Molesta porque a uno no se le ocurre razón alguna para verla. Y es algo que molesta porque en realidad la película, como tal, no es mala... pero si tan rematadamente convencional, simplona, rancia, superficial y rácana en su ideario como para que no se pueda hacer ni un resalto del grano de arena que representa su competente neutralidad sin alma. Ya no es cuestión de que diera para algo más, es cuestión de que daba para algo.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex