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'Emoji: La película' - Sin cobertura

Vía El Séptimo Arte por 11 de agosto de 2017
Imagen destacada Vía El Séptimo Arte por 10 de agosto de 2017

Creo que en el fondo 'Emoji: La película' no es sino un reflejo de la estupidez del espectador y/o consumidor medio. Un castigo paradójico, por cuanto es el tipo de película que pone en riesgo la supervivencia de los cines como un negocio al alcance de una parada de autobús. Y eso que a efectos prácticos, si eliminamos la manía de la ecuación, no hay grandes diferencias respecto a otras exitosas producciones de animación comercial... y casi que me ahorro cualquier tipo de comparación, para evitar suspicacias y no desviarme de lo importante.

Lo importante, lo que hace de 'Emoji: La película' una producción realmente molesta, es que hay algo que no podemos concederle ni de casualidad: El beneficio de la duda. No existe ningún debate, pues dicha producción es literalmente, el mínimo. Como si estuviera improvisada en una servilleta de papel cinco minutos antes de una reunión, y escrita antes de la de la semana siguiente. Un mero trámite, y todos contentos. Incluso muy contentos dado que se trata de algo que no necesita de presentación, siempre lo más complicado a la hora de vender lo que sea.

¿Por qué si no tantos remakes, secuelas, adaptaciones... o producciones como 'Emoji: La película'? Hay un detalle que parece ofrecer un por qué muy significativo, y es que una parte importante de los despachos de Hollywood están ocupados por gente que ni tiene pajolera idea de cine, ni le preocupa no tener ni pajolera idea de cine. Resultados, no más que resultados y complicaciones, las mínimas. Y para alguien que no tiene ni pajolera idea de cine, ni le preocupa no tener ni pajolera idea de cine nada como una tarta que habla, y también, nada como un emoji.

Un nombre, una idea, una cifra. ¿Quién no conoce lo que es un emoji? Es tan sencillo que abruma, tan lógico que asusta. Como aquel que acusa a un futbolista de mercenario por ir a dónde le pagan más, ejem, ejem. La diferencia, probablemente, está en las maneras. En lo de "quedar bien" o "como amigos". O lo que sea que podamos resumir en... el beneficio (o perjuicio) de la duda. Y ahí es dónde falla estrepitosamente 'Emoji: La película', una película que rezuma tanta pereza como para hacerle sentir a uno el sudor de un miembro viril ajeno chorreando por la cara.

Constantemente además, en lo que vendrían a ser los huesos de una película cualquiera. No es que 'Emoji: La película' sea mala propiamente dicho, es que es una suma ramplona de (casi) todos los clichés conocidos dentro de lo que algunos consideran "el cine de animación para todos los públicos". Una racanería tan evidente como para lo dicho, convertir lo que bien podría haber sido una rutinaria pero inofensiva producción del montón en una molesta, particularmente indigesta pérdida de tiempo de las que se le clavan a uno en el alma, si es que la tiene.

De ahí surge todo lo demás, que no es poco. Una pequeña gran diferencia que como se supone que hace un agujero negro, lo consume todo. Que además justifica ese agresivo odio visceral prepartido (y prepúber), ahora ya no tan irracional hacia lo que no tendría por qué. Ahí tenemos 'La LEGO película', un juguete que no cobro vida en la gran pantalla por ser lo que era, sino porque alguien puso interés. Algo tan fundamental como un mínimo de interés. Ese mínimo de interés, y de vergüenza que brilla con mucha, muchísima fuerza por su ausencia en 'Emoji: La película'.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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