Anticuerpos surcoreanos
Vía Festival de Sitges
por reporter 05 de octubre de 2012
Todo en marcha una vez más en Sitges... y ya van 45, que se dice pronto. Arranca una nueva edición de nuestro Festival de Cine Fantástico favorito, y lo hace con un sabor agridulce. Las malas noticias, las que en definitiva afectan a todo el mundo: una terrible crisis económica que, gestionada de la peor de las maneras, se está cebando con determinados sectores, siendo la cultura uno de los más afectados. El certamen del Garraf no es ajeno a la tormenta, mucho menos a unos recortes presupuestarios que parecen ser la única receta viable según la clase gobernante. En este sentido, este año ha sido peor que el anterior... y todo apunta a que será mejor que el que viene. Para echarse a llorar. Al fin y al cabo, ésta es la reacción que causaría en la mayoría de mortales el fin del mundo.
El apocalipsis, convertido este año en el leitmotiv del festival, lo anunció para estas fechas una cultura que lleva siglos desaparecida pero a la que, misterios de la humanidad, se decidió otorgarle una credibilidad suprema en dicha materia. Lo que ya es más indiscutible es la lógica aplastante -nunca mejor dicho- de unos mercados que día tras día, nos van chupando la sangre, como si de un vampiro se tratara. La conclusión es obvia: si no es a causa de las predicciones de los mayas, será debido a los intercambios de capital, a las bolsas, a las primas de riesgo y a las especulaciones que ocupan buena parte de la actualidad. Una vez asumido esto, es cuando las papilas gustativas se centran en lo dulce. Es cuando llega Sitges. Y es que por mucho que en su cartel promocional se vaticine el fin de los tiempos, lo importante aquí es la forma con la que se trata el tema.
¿Qué hay que hacer cuando todo apunta a que se acabó lo que se daba? Si se lleva una cámara encima, gravarlo, por supuesto. Nunca se sabe si se va a sobrevivir al cataclismo de los cataclismos, de modo que a disfrutar. Una vez más nos topamos con Sitges, el festival donde en la cola de la prensa los miembros acreditados fardan tanto de greñas, como de barbas que han ido madurando durante meses -o años-, como de camisetas de heavy metal o referenciales a hitos pop cinematográficos, como del ancho de banda que les ha permitido descargarse ciertas películas que van a proyectarse en el certamen. Sin ningún pudor, que estamos en Sitges. ¿Las sesiones? Enemigas número uno de ese concepto tan menospreciado llamado "puntualidad". Sí... un año más, la organización ha cuidado hasta el más mínimo detalle (incluso el factor desidia) para que nos sintamos como en casa. Para muestra, la apertura, cuyo pase de prensa -abierto al público- ha empezado con casi media hora de retraso.
Visto lo visto, la proyección podría haberse cancelado. Entonces no hablaríamos de catástrofe, sino más bien de bendición. Y es que 'El cuerpo' ha marcado la excepción a una regla quizás demasiado buena. 'El orfanato', '[REC]', 'Los ojos de Julia'... fueron títulos que la organización del certamen se reservó para la inauguración de las ediciones pasadas más recientes. Sabia elección por su parte al demostrar todos ellos el buen momento por el que está pasando actualmente el cine de género en nuestro país. Dar el pistoletazo de salida en Sitges se ha convertido pues en una responsabilidad, más que en un honor -que también-, al tratarse de una ocasión en la que buena parte de la comunidad cinéfila pone su vista en el Auditori Melià para comprobar si el formidable estado de forma -cualitativo- por el que pasa nuestra cinematografía es un espejismo o una realidad consolidada.
Pero todo lo que sube, tarde o temprano, acaba bajando. Ahí está la ópera prima de Oriol Paulo (guionista de la mencionada 'Los ojos de Julia') para dar vergonzoso testimonio de ello. Y eso que los ingredientes apriorísticos son inmejorables: presencia de la que se ha convertido en la diva del cine de terror patrio (Belén Rueda), acompañada por uno de nuestros actores en mejor estado de forma (José Coronado), estando detrás el mismo equipo que ya presentó grandes éxitos de crítica y público en este mismo escenario... y un punto de partida tan enigmático como atractivo. A saber: el vigilante de un depósito de cadáveres sale corriendo, muerto de pánico, de su puesto de trabajo. Tras un espantoso accidente que acaba con su vida, las investigaciones policiales determinan que en el centro de tanto miedo está la inexplicable desaparición de un cuerpo de dicha morgue.
¿Este expediente X responde a un clásico cuento de fantasmas, o a la línea de salida de una apasionante trama detectivesca? Mientras la respuesta no está clara, la propuesta mantiene su encanto, pero a la que Paulo pone las cartas sobre la mesa, todo se derrumba a una velocidad alarmante. Mientras José Coronado (de largo, lo mejor del conjunto) y un pésimo Hugo Silva compiten para ver cuál de los dos luce un look capilar más extraño, se van sucediendo una serie de flashbacks que, combinados con la acción del presente, deben ayudar a iluminar las innumerables zonas oscuras planteadas por el director y guionista. La obviedad (entendida como falta de sutileza) a la hora de usar los distintos recursos narrativos repercute seriamente en el espectador a la hora de tomarse mínimamente en serio lo que se le ofrece.
Esto no sería un problema si la cinta pudiera analizarse como mero divertimento. Pero ni así. 'El cuerpo' naufraga al tomarse en serio a sí mismo. Es tal el fracaso que hasta la casi siempre entonada Belén Rueda parece tomárselo todo a cachondeo (como para no hacerlo), marcándose así una inesperada tónica de comicidad que hace de esta mascarada con pretensiones shakespearianas una triste comedieta de teenagers interpretada por gente supuestamente madura, y cuya última oportunidad de redención queda ahogada por un último giro argumental de rigor y de chiste, de una inverosimilitud casi insultante... casi tanto como preocupante es que esta temporada sea éste nuestro producto de género presuntamente más exportable.
Ante el desánimo y el mal cuerpo que se nos ha quedado, una panda de surcoreanos han visto clara su ocasión para ocupar el vacío dejado por la desaparición técnica de Paulo et altri. Suena a relato mafioso, efectivamente... algo tendrá que ver el que las dos siguientes propuestas que han llegado a nuestras retinas tuvieran en los bajos fondos su marco de acción. Presentada en la Sección Oficial y dirigida por Yun Jong-bin, 'Nameless Gangster' empieza a principios de la década de los noventa, cuando el Primer Ministro de la República de Corea del Sur declaró en público la guerra a una de las mayores lacras del país que gobernaba: el crimen organizado. A partir de la detención de uno de los supuestos pesos gordos de la trama (muy grande... y muy hinchado Choi "Daesu" Min-sik) arrancará un exhaustivo repaso al ascenso del susodicho tipejo, quien sin quererlo va a convertirse en una muestra más que representativa sobre los avatares de la sociedad contemporánea de ese pequeño gigante asiático.
Yun Jong-bin se pone el traje del Martin Scorsese de 'Uno de los nuestros' y 'Casino'. La jugada se salda con un balance intachable en términos académicos, pero insatisfactorio en el plano espiritual. 'Nameless Gangster' funciona a la perfección como recopilación de momentos álgidos, en los que los destellos de una violencia filmada sin concesiones, reflejan la podredumbre de un sistema manchado en todos sus estamentos, y que tiene en el sucio dinero (así como en esa ficción llamada "poder") su único credo. Las guerras entre clanes por el control de casinos, hoteles y todo tipo de garitos están contadas con buen pulso y nunca llegan a aburrir a pesar de un metraje que se antoja excesivamente alargado. La lástima es que por el camino quede desdibujado el retrato humano, quedando así la narración global privada del nexo conector presente en cada gran película dedicada al inagotable tema de la mafia.
Con mejores vibraciones en el cuerpo, y con la duda puñetera rondando en la cabeza (¿por qué diablos se habrá colado en la Sección Oficial a Competición una película que de fantástico tiene lo que un servidor tiene de yakuza? ó ¿no pasó esto mismo el año pasado con 'The Yellow Sea'?), otra propuesta, del mismo país, y del mismo tema -qué cosas- aguarda en la Sección Nuevas Visiones-Ficción. 'The Taste of Money' se crece donde el anterior filme se empequeñecía... y viceversa. El director Im Sang-soo nos lleva, a través de los ojos de un joven y prometedor ayudante, al interior de una de las familias más influyentes de Corea del Sur. Ni falta hace decir que toda su influencia ha sido ganada a base de amenazas, extorsiones, violencia y, claro está, mucho, mucho dinero.
Un dinero que se huele, se palpa, se prueba... y crea adicción. Con la excusa de una posible fusión en el horizonte con una empresa americana (y mientras el heredero del imperio es acosado por la justicia), Im Sang-soo nos habla de nuevo sobre la corrupción, que de cara a la galería es combatida, pero que en realidad es ansiada (sobre todo codiciada) por todo el mundo. El plus del filme (aparte de sus conquistas estéticas) está en introducir las variables clásicas del drama familiar (en el que las puñaladas y los engaños amorosos están en el orden del día) en un contexto cuya superficie parece reacia a ello, pero cuyas entrañas lo piden a gritos. La combinación no emociona, pero funciona, quedando latente una vez más que, incluso en los productos que han quedado más rezagados con respecto a los más aventajados de la clase, sigue habiendo señales de que la cinematografía surcoreana es ahora mismo una de las más potentes del mundo.
Por si todavía no ha quedado claro, una nueva visita a la Competición (en programa doble de madrugada, ideal para empezar con buen pie) nos hace descubrir una película... correcto, surcoreana. 'Doomsday Book' nos recuerda que hemos venido aquí a disfrutar del fin de los días. Así lo hace al menos la dupla compuesta por dos vacas sagradas del certamen como son Kim Ji-woon y Yim Pil-sung. Como toda buena película de capítulos, la irregularidad se impone en este tríptico apocalíptico (que puede reducirse a una triple amenaza encarnada por zombies, robots y extraterrestres) en el que se mezclan referencias bíblicas, philip-k-dickianas y budistas, todas ellas aderezadas con un humor entre negro, absurdo y directamente surrealista que, como se ha dicho, funciona más o menos bien según el capítulo, pero siempre a gran nivel cuando la locura (igual cuando el sentido crítico autoral apunta a los medios de comunicación, con un desternillante cameo del gran Bong Joon-ho) se impone a la razón.
Por último, pasamos por fin la frontera para encontrarnos con el nuevo trabajo de Douglas Aarniokoski. 'The Day' es una combinación imposible -o no tanto- entre 'La Carretera', de Cormac McCarthy y el 'Asalto a la comisaría del distrito 13', de John Carpenter. La serie B va de la mano del survival post-apocalítptico grisáceo con el canibalismo como principal enemigo de unos protagonistas expresamente mal dibujados que permiten que la acción se imponga al contenido. Así pues, no es país para reflexiones, mucho menos para cualquier tipo de contemplación. Aarniokoski ni se molesta en construir un clímax porque de hecho ya nos los estampa en la cara desde el primer minuto. El montaje final parece no merecer este calificativo, y la acción destapa la carencia de medios de la producción, no obstante, la crudeza y crueldad con la que avanza la historia es carnaza suficiente para que el público de Sitges no pase hambre... mientras espera que la siguiente sesión no empiece con tanto retraso.
Mañana, más.
Click aquí para más información
Por Víctor Esquirol Molinas