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Día 1: El primer día y Trier ya provoca un orgasmo

Vía SEFF por 06 de noviembre de 2021
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357 días después de cerrar la 17ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla más difícil y complejo de su historia, la 18ª edición echaba a rodar ayer viernes día 5 de noviembre. Con la situación por el coronavirus muchísimo más contenida y asegurada que el año pasado, este año vuelven a ganar importancia las películas y los artistas que las hacen, que de nuevo darán lujo y pedigrí a la capital de Andalucía durante los próximos 8 días. Gente como Jacques Audiard, Ildiko Enyedi, Daniel Brühl o Mia Hansen-Løve visitarán la ciudad hispalense para presentar sus últimos trabajos o recibir premios que homenajean su carrera cinematográfica.

El primer día tenía a Francia como el país que inauguraba este SEFF. Era Jacques Audiard con su último trabajo, 'París, distrito 13', el que abría la veda en este certamen, y a decir verdad, la francesa no será una de las películas inaugurales más recordadas de la historia del festival. Audiard, junto a las aquí guionistas Céline Sciamma y Léa Mysius, plantean un irregular retrato de personajes sujetos a relación que nunca llena. Es una película que funciona mejor en sus subtextos (amor virtual o precariedad laboral/estudiantil), que en su trama central de no ficción.

Los personajes están oprimidos por sus emociones pero su comportamiento es bastante anárquico, algo que desestabiliza el relato. Solamente una estupenda Noémie Merlant (se nota la categoría que ya tiene en el cine) consigue esbozar sentido y coherencia con su actuación. La cinta mide a dos generaciones de un estrato social muy ambiguo quizá desde una mirada autoral no correspondida y demasiado plural, por eso los momentos cómicos son torpes, las decisiones narrativas son ilógicas y el final luce absurdo. Ni siquiera el B/N tiene criterio para con la historia.

La tarde viajaba a Austria para encarar la segunda mitad de la primera jornada. "Todo es cárcel menos lo que hay en la cabeza", debe pensar el director austríaco Sebastian Meise. Es la lectura más evidente que se extrae de 'Große Freiheit (Great Freedom)', película que juega con la narración fracturada por tiempos para diagnosticar que los homosexuales estaban etiquetados como criminales no hace mucho tiempo y que la única prisión real es la de la existencia. Una cinta que va de menos a más y que culmina con un epílogo tan poético como conclusivo.

La película depende casi incondicionalmente del estado de su reparto, por situarse en un mismo espacio y por no tener demasiado trabajo de maquillaje o peluquería para exponer el paso del tiempo. Franz Rogowski sale triunfante del reto de ser el alma, la sangre y el cerebro del relato (ojito con él en el palmarés). A ratos explícita y con mucho retardo a la hora de arrancar, 'Große Freiheit (Great Freedom)' usa el género carcelario para marcar conducta humana y sobre todo orientación sexual desde la más absoluta espontaneidad y desde el más triste de los miedos.

Con la penúltima sesión del día llegó el primer orgasmo cinematográfico del festival. Qué placer ver el viaje de la extraordinaria Renate Reinsve en 'La peor persona del mundo'. Como el que entra en un parque de atracciones o mira por un caleidoscopio, la película es una estimulante experiencia que además es multigenérica, desacomplejada y diferencial. Absoluta genialidad la que se ha marcado el noruego Joachim Trier, un filme que aspira a mucho en la categoría de Mejor Película Internacional en esta próxima edición de los Oscars.

Hay una ristra incontable de decisiones artísticas de las que el relato sale victorioso, no porque sean ligeros (algunos estallan en la cara del espectador sin vergüenza alguna), sino por lo convincente y decidida que está la película a romper esquemas. El abordaje de la complejidad humana desde la mira de una protagonista femenina espléndida con amor, sátira, drama, comedia e incluso su pizca de animación. Noruega como la probeta de lo difícil que es sentirse comprendido, sin necesidad de enfriar la imagen. Top de este Festival de Cine Europeo de Sevilla hasta el momento.

El último pase del día trasladaba a los espectadores del SEFF a una pequeña localidad italiana a finales del siglo XIX donde el paisaje iba a dejar la huella que no lograba causar el relato. Toda la fuerza de las imágenes de 'The Tale of King Crab' se desinfla cuando el guión, también escrito por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, empieza a mover las piernas. Una concatenación de desdichas de personajes de cuento sin ningún alma ni padecimiento donde el segundo capítulo, más convertido al neowestern dejando a un lado el retrato local, es claramente superior al soporífero primero.

Resulta una lástima desperdiciar así el excelente trabajo en el apartado fotográfico de Simone D'Arcangelo. Una imagen ligeramente granulada con luz nada artificial, casi salida del medio, que dota de fuerza a elementos naturales como el viento, el agua o la vegetación. Normal que le quiera al lado un tal Woody Allen en sus últimas películas. Por lo menos, la cinta permitía reencontrar a la talentosa Maria Alexandra Lungu con el SEFF tras su inolvidable debut hace 8 años en la también italiana 'El país de las maravillas', dirigida por Alice Rohrwacher.

El primero de los dos viernes de vida de este Festival de Cine Europeo de Sevilla finaliza y por delante queda un ilusionante calendario de películas fantásticas por disfrutar. A Sevilla ha llegado en noviembre el frío y la noche cerrada, pero también ha llegado el mejor cine europeo directamente en vena. Muchos días por delante para deleitarse con lo último y más selecto de la industria cinematográfica del continente europeo. Sonrían, que ya está aquí el SEFF.

That's what I say.

Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_


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