François Ozon se consagra en San Sebastián
Vía Festival de San Sebastián
por reporter 29 de septiembre de 2012
Se han acabado las dudas. La 60ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, una de las más ajustadas y potentes de los últimos años, se ha clausurado hoy con el esperado anuncio de los ganadores. Al final no ha sido 'Blancanieves', sino la segunda favorita, o mejor dicho, la co-favorita. 'En la casa', de François Ozon, ha sido sin duda la gran triunfadora de la noche, al conquistar la Concha de Oro y el Premio al Mejor Guión. Pablo Berger no se va de vacío, al hacerse su maravillosa película con el Gran Premio Especial del Jurado y la Concha de Plata a la Mejor Actriz (ex aequo). Todas las decisiones del Jurado presidido por Christine Vachon y compuesto además por Ricardo Darín, Michel Gaztambide, Mia Hansen-Love, Peter Suschitzky, Julie Taymor y Agustí Villaronga, después del salto.
SECCIÓN OFICIAL A COMPETICIÓN
Concha de Oro: 'En la casa', de François Ozon.
Premio Especial del Jurado: 'Blancanieves', de Pablo Berger.
Concha de Plata a la Mejor Dirección: Fernando Trueba por 'El artista y la modelo'.
Concha de Plata al Mejor Actor: José Sacristán por 'El muerto y ser feliz'.
Concha de Plata a la Mejor Actriz: (Ex aequo) Macarena García por 'Blancanieves' y Katie Coseni por 'Foxfire'.
Premio del Jurado al Mejor Guión: 'En la casa', escrito por François Ozon.
Mención Especial del Jurado: 'El atentado (The Attack)', de Ziad Doueiri.
Mejor Fotografía: 'Rhino Season', de Bahman Ghobadi.
Premio FIPRESCI: 'El muerto y ser feliz', de Javier Rebollo.
Premio Nuevos Realizadores: 'Carne de perro', de Fernando Guzzoni.
Premio de la juventud: '7 Cajas', de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori.
Aparte de la esperada Gala de Clausura, hemos tenido también tiempo para hacer nuestras dos últimas paradas en Zabaltegi Perlas. Sí, en nuestra sangre había más cansancio que cafeína... y con los cafés corriendo a cargo de la organización, ya es mucho decir. A estas alturas el cuerpo ya no estaba para apuestas arriesgadas, de modo que, ¿qué mejor que ''probar suerte'' (si es que puede emplearse esta expresión hablando de una sección dedicada a recolectar los mayores éxitos en los grandes certámenes de la temporada) con dos de las películas mejor situadas en el ranking del Premio del Público? Aparecía en la segunda posición lo último de un veterano como Ken Loach, y no tienen que sucederse demasiadas escenas de su 'The Angels' Share' para entender el por qué de este privilegiado lugar. Contrario -pero a la vez muy fiel- al estilo al que nos tiene acostumbrados, el cineasta británico se pasa a la comedia para presentarnos a una panda de delincuentes de poca -poquísima- monta que, por los designios judiciales, se une en diversas sesiones de trabajos para la comunidad. Velando por el bien de todos ellos está una figura a simple vista agresiva pero inmediatamente después de trato amable y sin lugar a dudas entrañable. Dicho hombre responde al nombre de Harry, y no tardará en erigirse en figura paterna de esos parias sociales con un pasado oscuro. Especialmente tenebroso es el del protagonista de la función, Robbie, pero el cielo se le abre cuando su nuevo mentor le introduce en el fascinante y complejo mundo del whisky. La sorpresa estalla cuando este joven desgraciado de Glasgow resulta tener un olfato prodigioso para la materia. Deambulando por su conocida clase obrera brit, Loach hace el amago de masacrarnos por enésima vez con dramones relacionados con drogas, deudas de juego y otras sordideces. El dibujo de dicho panorama existe, pero afortunadamente no llega a concretarse nunca, en pos de una comedia tan inverosímil como -y ahí está el qué- con capacidad para conectar con el gran público. La autocomplacencia del guión, rebosante de lagunas calculadamente dispuestas, asusta, pero no resta poder cómico a una panda cuya efectividad en estas labores es innegable de la primera a la última escena. Así, a base de chistes groseros pero bien contextualizados, avanza una película tan endeble frente a cualquier análisis mínimamente riguroso, como impenetrable a la hora de arrancar sonrisas en el patio de butacas. Aceptamos. Por último, y directamente llegada de Sundance, una de estas propuestas que da sentido a aquel tópico tan odioso. ¿La realidad supera a la ficción? Lo hace. Y a veces, le da una paliza tremenda. 'El impostor', firmada por el debutante Bart Layton es una de estas películas que exigen a su audiencia, como ya hiciera el similar y aquí inaudito título 'Catfish' un grado elevadísimo de credulidad. En efecto, empieza el relato de este documental (recuérdese, debe enmarcarse en la categoría de no-ficción) y uno no puede dar crédito a lo que está pasando. La historia resumida: un chaval de trece años desaparece, sin dejar rastro, de su hogar en San Antonio, Texas. Tres años después, y sin que ninguna investigación consiguiera la menor pista al respecto, el mismo niño aparece en España. Podría ser, ¿por qué no? Casos más extraños de abducción se han dado. El problema está en que, a medida que va avanzando la narración (a través de las entrevistas de los personajes implicados, y de magníficas recreaciones que simulan la ficción noir más auténtica) Layton nos va envolviendo de forma magistral en una historia que ha cambiado lo anecdóticamente ''raro'' por lo escalofriante; lo terrorífico. Los pelos se ponen de punta ante este caso real de identidades robadas, no sólo por lo que nos cuenta, sino también por lo bien empaquetada que se nos presenta. Imposible dejar de escuchar; imposible borrar (al menos a corto plazo) el poso que deja esta american crime story que parece surgida de la mente del mejor guionista. Mientras esta brillante reflexión sobre la naturaleza del engaño va calando dentro del espectador, no hay opción para salir de este oscuro embrujo... solo puede anotarse bien en la agenda el nombre de este genio en potencia llamado Bart Layton. Suya es una de las películas más perturbadoras de los últimos años. Mañana, más.Click aquí para más información
Aparte de la esperada Gala de Clausura, hemos tenido también tiempo para hacer nuestras dos últimas paradas en Zabaltegi Perlas. Sí, en nuestra sangre había más cansancio que cafeína... y con los cafés corriendo a cargo de la organización, ya es mucho decir. A estas alturas el cuerpo ya no estaba para apuestas arriesgadas, de modo que, ¿qué mejor que ''probar suerte'' (si es que puede emplearse esta expresión hablando de una sección dedicada a recolectar los mayores éxitos en los grandes certámenes de la temporada) con dos de las películas mejor situadas en el ranking del Premio del Público? Aparecía en la segunda posición lo último de un veterano como Ken Loach, y no tienen que sucederse demasiadas escenas de su 'The Angels' Share' para entender el por qué de este privilegiado lugar. Contrario -pero a la vez muy fiel- al estilo al que nos tiene acostumbrados, el cineasta británico se pasa a la comedia para presentarnos a una panda de delincuentes de poca -poquísima- monta que, por los designios judiciales, se une en diversas sesiones de trabajos para la comunidad. Velando por el bien de todos ellos está una figura a simple vista agresiva pero inmediatamente después de trato amable y sin lugar a dudas entrañable. Dicho hombre responde al nombre de Harry, y no tardará en erigirse en figura paterna de esos parias sociales con un pasado oscuro. Especialmente tenebroso es el del protagonista de la función, Robbie, pero el cielo se le abre cuando su nuevo mentor le introduce en el fascinante y complejo mundo del whisky. La sorpresa estalla cuando este joven desgraciado de Glasgow resulta tener un olfato prodigioso para la materia. Deambulando por su conocida clase obrera brit, Loach hace el amago de masacrarnos por enésima vez con dramones relacionados con drogas, deudas de juego y otras sordideces. El dibujo de dicho panorama existe, pero afortunadamente no llega a concretarse nunca, en pos de una comedia tan inverosímil como -y ahí está el qué- con capacidad para conectar con el gran público. La autocomplacencia del guión, rebosante de lagunas calculadamente dispuestas, asusta, pero no resta poder cómico a una panda cuya efectividad en estas labores es innegable de la primera a la última escena. Así, a base de chistes groseros pero bien contextualizados, avanza una película tan endeble frente a cualquier análisis mínimamente riguroso, como impenetrable a la hora de arrancar sonrisas en el patio de butacas. Aceptamos. Por último, y directamente llegada de Sundance, una de estas propuestas que da sentido a aquel tópico tan odioso. ¿La realidad supera a la ficción? Lo hace. Y a veces, le da una paliza tremenda. 'El impostor', firmada por el debutante Bart Layton es una de estas películas que exigen a su audiencia, como ya hiciera el similar y aquí inaudito título 'Catfish' un grado elevadísimo de credulidad. En efecto, empieza el relato de este documental (recuérdese, debe enmarcarse en la categoría de no-ficción) y uno no puede dar crédito a lo que está pasando. La historia resumida: un chaval de trece años desaparece, sin dejar rastro, de su hogar en San Antonio, Texas. Tres años después, y sin que ninguna investigación consiguiera la menor pista al respecto, el mismo niño aparece en España. Podría ser, ¿por qué no? Casos más extraños de abducción se han dado. El problema está en que, a medida que va avanzando la narración (a través de las entrevistas de los personajes implicados, y de magníficas recreaciones que simulan la ficción noir más auténtica) Layton nos va envolviendo de forma magistral en una historia que ha cambiado lo anecdóticamente ''raro'' por lo escalofriante; lo terrorífico. Los pelos se ponen de punta ante este caso real de identidades robadas, no sólo por lo que nos cuenta, sino también por lo bien empaquetada que se nos presenta. Imposible dejar de escuchar; imposible borrar (al menos a corto plazo) el poso que deja esta american crime story que parece surgida de la mente del mejor guionista. Mientras esta brillante reflexión sobre la naturaleza del engaño va calando dentro del espectador, no hay opción para salir de este oscuro embrujo... solo puede anotarse bien en la agenda el nombre de este genio en potencia llamado Bart Layton. Suya es una de las películas más perturbadoras de los últimos años. Mañana, más.
por Víctor Esquirol Molinas