Ya estaba tardando en aparecer esa película rancia que, como quién dice, no está más que para poner en duda el prestigio de un festival (sin que queremos saber del todo el por qué de su presencia). Hablamos de 'Brava', de Roser Aguilar, una caricatura de película que se mantiene en pie sólo por el morbo de ver hasta dónde se derrumba, cosa que no hace... por completo al menos, no. Una película errática, arbitraria... y ridícula.

Por su parte 'La mujer del animal' de Víctor Gaviria no llega a ser ridícula, aunque si muy, muy cansina. Una sucesión monótona, repetitiva y superficial de vilezas cometidas por "el animal" contra "su mujer", principalmente, que no aporta nada más que un evidente y malsano sensacionalismo que insiste una y otra vez en resultar lo hueca y vacía que está esta película, lo dicho, tan insistente como agotadora.

También llega a agotar 'Gilda, no me arrepiento de este amor', biopic sobre la cantante Miriam Alejandra Bianchi aunque en esta caso por su irremediable corrección hacia quién no se le quiere bajar del pedestal. Lorena Muñoz firma el clásico filme inspirado en hechos reales tan, tan, tan correcto y tan, tan, tan respetuoso que emociona más bien poco. Tan correcto que para eso, casi mejor, ponerse a escuchar un disco de la tal Gilda... ¿no?

Tampoco emociona especialmente 'Verano 1993', película eso sí algo más que correcta. Con muy pocas sorpresas y en la que "prácticamente" no pasa nada salvo el tiempo, si acaso sorprende por la sutileza de la debutante Carla Simón, virtualmente desaparecida tras las cámaras (en el buen sentido). El problema, que por mucha naturalidad que aporten sus dos niñas protagonistas, al final, no deja de ser como ver jugar a los niños del vecino.

Y como ver jugar a unos niños acaba siendo 'El intercambio', comedia de Ignacio Nacho con un comienzo prometedor que se diluye a medida que el chiste de trazo grueso, y ese umor sin h típicamente español, se apropian de su ya nula credibilidad hasta sucumbir en un meh. La idea prometía, hasta que 'Un dios salvaje' paso por el humor de 'Cuerpo de élite', y se acabo lo que se prometía... aunque aburrir, lo que se dice aburrir, no aburre.

Como tampoco aburre la fascinante 'Redemoinho', cinta del también debutante José Luiz Villamarim, cuyo nombre sugiero se apunten en la agenda y que se erige como uno de los grandes títulos de esta edición número 20 del festival. Una apuesta formal exquisita, de largos planos encuadrados con gran pulcritud y mucha profundidad de campo, sin música que los acompañe y que remite a la sencillez plástica de cineastas como Andrei Zvyagintsev.

De por si, una delicia que da forma a una de esas películas, se admite, venga, va, que permiten ser vistas como una obra de arte... o como una tomadura de pelo. Dos viejos amigos se reencuentran casualmente para entre tragos, recuerdos, arrepentimientos y rencores rememorar el pasado. La belleza magnética de hablar de todo y nada para que sea el espectador, antes que sus personajes, el que formule sus propias conclusiones.

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex