Capítulo II: Y yo me pregunto
Y yo me pregunto ya que me apetece, ¿por qué no 'El olivo'? ¿No se presentó o no superó la selección, sin dejar claro cuál de las dos opciones sería la peor? La cantidad de rumiaciones offshore que pueden llegar a suscitar un festival de, por ejemplo, cine. Y por supuesto todo el mundo tiene algo que decir, españoles ante todo aunque la sabiduría proceda de un amigo del amigo de otro amigo... o de lo que sea.
Lo cierto es que sobre el papel se echa en falta la presencia por aquí de, entre otros, lo nuevo de Icíar Bollaín. Y lo que es aún peor y esperemos que no tan cierto, que la sensación es que dentro de una semana la seguiremos echando en falta todavía con más razón (y sobre todo pesar). Y eso que apenas nos hemos bajado del tren autobús...
¿Por qué? Pues porque tras el traspiés de 'Katmandú, un espejo en el cielo' parece que Bollaín ha recuperado el pulso demostrado en 'También la lluvia', la que fuera su primera colaboración con el guionista Paul Laverty quién, como es habitual, no puede evitar meter algún guiño a su amigo Ken que aunque algo molesto, por intrascendente e innecesario, no pasa de ser poco más que una anécdota que apenas si afea a la auténtica película.
No tengan miedo: al margen de este desliz, lo peor que podrán encontrar en la cinta es su horroroso cartel español, porque por demás Bollaín sabe conducir con brío y firmeza este relato que, entre el drama y la comedia, el costumbrismo y la picaresca, busca tocar la fibra sensible con dulzura y sobre todo mucha educación. Para ello echa mano de aquello que a todos nos puede unir de una forma u otra: los recuerdos de nuestra infancia. Da igual si entiendes o no a su protagonista, Alma, que cuando uno adquiere consciencia de sí mismo y del mundo, prácticamente, también adquiere la certeza de que no hay nada como la infancia para dar forma a los mitos.
Oh, aquellos maravillosos años. Oh, y que maravillosos eran nuestros abuelos (antes de convertirse en las sombras del pasado que suelen acabar siendo). Si hay tierra con Alma, también hay recuerdos que llaman a lo más hondo de nuestro corazón, que es precisamente allí a dónde apunta Bollaín. ¿Acierta? No del todo... pero casi, casi. A Bollaín le falta redondear la tarea en lo que se refiere a algún personaje o interpretación como la de su protagonista, una irregular Anna Castillo, así como en algunos detalles argumentales que, a toro pasado, se muestran como callejones sin salida que restan dimensión a la cinta.
Y lo cierto es que estos detalles por lo general pequeños molestan, más finalmente no pesan del todo en la satisfacción que otorga el filme. Molestan, más por impedir a 'El olivo' alcanzar la categoría de gran película que con un poco más de finura podría haber alcanzando. El resultado sigue mereciendo la pena, por supuesto, más que suficiente como para llamar a las puertas de la emoción ya sea propia o importada, dejándonos así un regusto (muy) agradable y la convicción de que se trata de un filme que tiene algo que no tienen todos los filmes: un pedacito de alma. Y ojo, eso ya es más de lo que muchas de las que se pasean por Málaga pueden decir...
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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