Invitados de última hora
Vía El Séptimo Arte
por reporter 22 de mayo de 2011
Hubo una época no demasiado lejana en la que se puso de moda llegar tarde a las fiestas. No solo porque así uno se aseguraba no aportar absolutamente nada a las siempre engorrosas tareas de montaje de la celebración en cuestión, sino además porque se suponía que atrasar la llegada hacía que aumentaran las ganas de ver al invitado de momento ausente. Claro... ¿qué podría estar haciendo a parte de estar en la estupenda celebración? ¿Le había surgido un plan mejor? Sería eso... de modo que cuando apareciera, tocaría un interrogatorio masivo para averiguar en qué había ocupado su tiempo. A más tardanza, más popularidad. Esta regla que parecía cumplirse en toda reunión social, no acostumbra a verse correspondida en los festivales de cine.
Cannes no es la excepción, al menos este año tampoco, ya que la película encargada de clausurar la Sección Oficial a Competición ha recogido el abucheo más sonado registrad a lo largo de la presente edición, por parte de la crítica especializada. Y eso que el director que la amparaba es un auténtico revienta-festivales, al haber conseguido éste premios gordos tanto en Venecia, como en Berlín, como en Sundance. Su asignatura pendiente está en La Croisette, y por lo visto, y excepto gran sorpresa, así seguirá siendo. Muchas ganas había de ver lo nuevo del franco-rumano Radu Mihaileanu, autor de la que fuera una de las mayores sorpresas del cine europeo hará ya dos años: 'El concierto', estimable filme en el que un grupo de músicos judíos, antiguas estrellas del Bolchoï se buscaban una última oportunidad de alcanzar la gloria... ahora en el Teatro del Châtelet de París.
Tanto ésta, como 'Vete y vive' y 'El tren de la vida', tenían como principal punto en común la elección de personajes judíos para llevar el peso de las historias. Virtuosos de instrumentos musicales que malvivían en Rusia, emigrantes etíopes que llegaban a Israel, o un pueblo entero que intentaba huir de la amenaza nazi montado en un tren que debía llevarles a la tierra prometida. Un cineasta fiel a sus orígenes... unas raíces que en 'La source des femmes' (cuya traducción literal sería "La fuente de las mujeres") son dejadas de lado, al centrarse ahora la acción en un pueblo norteafricano, en el que los credos hebreos quedan muy lejos. Quizás sea por esto (porque el cineasta se encuentre desubicado) que podemos hablar claramente de su primer trabajo decepcionante en la que de momento era una notable carrera cinematográfica.
Uno de los directores europeos que mejor domina la conciliación entre drama y comedia (nunca estando estos del todo compactados, pero sí coexistiendo con una naturalidad pasmosa) resbala estrepitosamente con esta historia que, aunque desarrolle las diversas problemáticas con relativa solvencia, no puede decirse lo mismo de su planteamiento, que se intuye forzado, buscando descaradamente una tragedia recalcada de forma patosa con todos los medios de los que dispone Mihaileanu, en especial una banda sonora cargante, que de alguna manera obliga -que no invita, ahí está el problema- al espectador a sentir pena por lo que está viendo. No hay libertad, al igual que ese pueblo en el que las mujeres se ven obligadas a declararse en huelga de sexo en pos de una paridad inexistente. El argumento no podía pintar mejor; no podía tener ante sí más posibilidades... lástima que Mihaileanu pierda el sentido de la naturalidad y credibilidad en esta sermoneada ilustración sobre el choque entre modernidad y tradición.
Lástima también que las sensaciones no hayan mejorado con el visionado de 'Les bien-aimés', pésima manera de despedir este año las sesiones en el Grand Théâtre Lumière. La mejor noticia concerniendo la última cinta del fecundo Christophe Honoré nos llegó antes de que empezara el festival, y se ha confirmado hoy, al no estar dicha película en la pugna por la Palma de Oro. Inexplicable hubiera sido el que este filme con pretensiones nouvellevaguistas se hubiera colado entre autores como Terrence Malick, Lars Von Trier o Pedro Almodóvar entre muchos otros. Acierto cogido por los pelos por parte de los organizadores, que no obstante nos han castigado con una última proyección que parece haber estado pensada exclusivamente para el público local.
Del París de 1964 a la ciudad de Londres en la actualidad, Honoré se mueve entre una ligereza odiosa, una transgresión inofensiva y un dramatismo impostado, con una historia que mezcla enredos amorosos con bochornosos números musicales, y que frivoliza con las infidelidades conyugales hasta el punto de convertirlas en una especie de running-gag de casi dos horas y media... y que pierde toda su gracia al cuarto de hora. En el tiempo restante, solo queda disfrutar de alguna que otra breve alegría brindada por los veteranos Milos Forman, Catherine Deneuve y Michel Delpech, que a pesar de los esfuerzos, están lejos de conseguir que el barco se hunda. Como era de esperar, los espectadores franceses se lo han pasado en grande... el resto de la humanidad, empezábamos a exteriorizar el deseo de que este festival llegara a su fin.
O que al menos acudiera al rescate Un Certain Regard, que hoy sí, ha salvado la jornada. Y lo ha hecho gracias a 'Elena', filme encargado de cerrar dicha sección. Una clausura que se ha encargado de echar al suelo la teoría de que los invitados de última hora nunca son bienvenidos en estos certámenes... ojalá todas las propuestas de hoy hubieran sido igual de impertinentes. Ojalá los filmes comentados hasta ahora hubieran mostrado ni que fuera la mitad de maestría del ruso Andrei Zvyagintsev, que con su tercer largometraje, nos regala lo que podría considerarse como un auténtico ejercicio de certeza cinematográfica. Solo así puede definirse una película de ritmo tan lento... pero que siempre cuenta con el interés -creciente- del público.
Y es que no hay absolutamente nada gratuito en este drama sobre una mujer adulta casada con un hombre también de la tercera edad desde hace dos años. Duermen en habitaciones separadas, pero cuando coinciden en la lujosa casa en la que viven, muestran una buena sintonía que solo se ve truncada cuando aparece el tema de sus respectivos hijos, que por lo visto, tan solo mantienen el contacto con ellos por el dinero que van pasándoles periódicamente. Sin prisa pero sin pausa, Zvyagintsev va desmenuzando las relaciones entre sus personajes, que por complejas y veraces, se muestran más y más atractivas a cada giro argumental inteligentemente introducido. Contando además con una soberbia interpretación de la actriz protagonista Nadezhda Markina y una banda sonora que remueve el alma, 'Elena' se descubre como una historia adulta que reflexiona brillantemente sobre el poder de los vínculos de sangre, por mucho que éstos nos den a veces muy pocos argumentos para mantenerlos.
Con Zvyagintsev, podemos decir, después de once intensísimos días, que ya está todo visto en Cannes. El cartel designado por el equipo capitaneado por Thierry Frémaux ya ha puesto todas las cartas sobre la mesa, y, sean cuales sean las decisiones tomadas por el Jurado presidido por Robert De Niro, en El Séptimo Arte ya podemos decir que hemos visto la Palma de Oro del año 2011. ¿Cuál será? Esto ya es otro asunto, ideal para que este cronista se moje, ni que sea para que en unas horas se constaten sus más bien escasas dotes predictivas. Como siempre, hay nombres que suenan con fuerza, pero ninguno de ellos se desmarca claramente del resto. Si me preguntan, concedería el máximo galardón a 'The Tree of Life', de Terrence Malick, y de hecho sigo confiando en que dicho premio se confirme. De cara a buscar alternativas, no me importaría en absoluto que se reconociera como es debido al formidable Aki Kaurismäki y su entrañable 'Le Havre' (a su favor, que se hace inconcebible que no le guste a alguien; en su contra, su peculiar humor, incluso dentro de la concepción europea, que no puede cuajar con algunos miembros del jurado), o Hazanavicius y su 'The Artist', una de las mayores sorpresas este año en Cannes, que no obstante tiene encima el lastre de ser una película que inicialmente estaba programada fuera de la Competición Oficial. Y cómo no, también están los Dardenne, que con la sobrevalorada 'El niño de la bicicleta' han demostrado que cuando están en La Croisette, están en casa. Una lista de candidatos en la que no pueden faltar los aquí siempre poderosos Almodóvar, Ceylan y Von Trier, por muy vetado que esté éste último. La cosa está al rojo vivo, y como siempre, no saldremos de dudas hasta el ultimísimo momento.
Donde ya no hay dudas es en Un Certain Regard, al entregar esta tarde el Jurado presidido por Emir Kusturica, unos premios que han elegido a la Mejor Película de la Sección ex aequo a la emotiva y dolorosa 'Halt Auf Freier Strecke (Stopped on Track)', de Andreas Dresen, y al interesante experimento egocentrista 'Arirang', de un Kim Ki-duk que ha deleitado al respetable con una interpretación en directo (nominación a los Grammy ya, por favor) de la canción que da título a la cinta. El Premio especial ha ido con todo merecimiento a la comentada 'Elena', de Andrei Zvyagintsev. La Mejor Dirección ha sido considerada la de Mohammad Rasoulof (que no ha acudido a la cita por solidaridad a Jafar Panahi, y por lo limitados que tienen sus movimientos las autoridades de Irán) por su trabajo en la hiriente 'Bé Omid É Didar'.
El Jurado Ecuménico también ha hecho los deberes, y ha concedido su Premio a 'This Must Be the Place', de Paolo Sorrentino, por filmar "... un drama clásico de una gran riqueza y estética, un filme que abre con gracia diversos caminos que invitan a la reflexión profunda". Además, ha habido Menciones Especiales tanto para Aki Kaurismäki y su 'Le Havre' ("Una oda a la esperanza, a la solidaridad, a la fraternidad. Llevada a cabo a través de una realización elaborada, Kaurismäki nos hace entrar en un mundo caracterizado por la magia de sus colores, el humor de sus diálogos y la humanidad de sus personajes."), y Nadine Labaki y su 'Et maintenant on va où?' ("Con fineza y tacto, la directora filma una fábula poética siempre en delicado equilibrio entre la comedia y la tragedia, provocando una emoción cercana a la esperanza").
Por último, nuestro finés favorito ha conseguido también el favor de la crítica internacional, al hacerse su película 'Le Havre' con el Premio FIPRESCI, galardón que en la Sección Un Certain Regard se decantó por la francesa 'L'exercice de l'État', de Pierre Schöller.
Mañana, más.
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Por Víctor Esquirol Molinas