'7 días en Entebbe' - una propuesta arriesgada por parte del director José Padilha
El director José Padilha, conocido principalmente por 'Tropa de Élite' (2007) con la que ganó el Oso de Oro de la Berlinale, nos presentó en el quinto día de festival su nuevo trabajo '7 días en Entebbe', con Rosamund Pike y Daniel Brühl como actores en los roles principales. La película será sin duda de las más controvertidas del festival, por los temas que trata, pero no olvidemos el tono crítico de los anteriores trabajos del director y vayamos por partes.
'7 días en Entebbe' es una historia que se basa en hechos reales, concretamente en el secuestro de un avión que tuvo lugar en 1976 en la ruta de Tel Aviv hacia París. El grupo radical, compuesto tanto por palestinos como por alemanes, llevó el avión a Uganda, donde tenía el soporte de las fuerzas del país. Actuaron con el objetivo de intercambiar sus presos por las personas secuestradas, pero la operación terminó con una misión de rescate por parte del gobierno israelí y sin ninguna negociación.
La película habla de historia, pero también de actualidad, y aquí es donde hay que ir con cuidado por tratarse de temas políticamente muy sensibles. El conflicto entre Palestina e Israel, y el hecho de mostrar a los terroristas como personas humanas. Ambos temas pueden incomodar, pero me parece un riesgo significativo el decidir hacer una película que hable de ello.
El hecho de arriesgarse, dejar dudas y hacer pensar a la gente son razones por las que a Rosamund Pike le interesó el proyecto y decidió sumarse al reparto. En cuanto a Daniel Brühl, fue la primera opción por parte del director, que ya pensó en él cuando leía el guión. Después de que le ofrecieran el proyecto, Padilha, a quien le había cautivado la historia, empezó a documentarse para hacer un retrato cuidadoso de los hechos: leer, viajar para entrevistarse con los que vivieron los hechos -como los pasajeros del avión, supervivientes de la tragedia, o el ingeniero del vuelo Jaques Lemoine, que también asistió a la rueda de prensa y corroboró el realismo de la película-.
Los actores también hablan de la responsabilidad que significa interpretar unos personajes basados en caracteres reales. La cautela a la hora de construirlos, partiendo de lo que se ha investigado, pero desarrollándolos también en los puntos donde no hay información, con retos añadidos como el lograr el acento alemán de los años 70 (aparentemente distinto al de ahora). Por otro lado, la necesidad de entender lo que motivaba a esos personajes para haber actuado como lo hicieron, para poder luego hacer un buen retrato de ellos. Y justamente eso no significa necesariamente sentir empatía, como algunos podrían pensar. Las interpretaciones son un punto fuerte de la película.
La historia ofrece al espectador distintos puntos de vista, y lejos de posicionarse, a mi entender, lo que hace Padilha es recordarnos que esa herida existe y que sigue estando abierta. Todos somos humanos, y para resolver nuestras diferencias necesitamos el diálogo. Y eso va para todos los políticos del mundo. Por desgracia, demasiados necesitarían que se les recordara la importancia de la negociación en los tiempos que corren.
por Aina Riu
@ganiveta_online
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