Entrevista a Hermes Paralluelo, director de 'No todo es vigilia'
Con motivo del estreno en los cines españoles este 15 de mayo de 'No todo es vigilia' entrevistamos a su director, Hermes Paralluelo, quién para la ocasión se ha inspirado y trabajado junto a sus propios abuelos, quiénes viven en un pequeño pueblo de Teruel, Muniesa, en la comarca de las Cuencas Mineras.
Lo primero de todo, ¿es o no es un documental? ¿Hasta qué punto es documental o ficción?
Yo diría que todo es ficción. Me gusta pensar en la película como una ficción porque hemos trabajado como se trabaja una ficción. La película nace de mi necesidad de retratarlos. La película casi es un pretexto para verlos caminar juntos. Con eso a mí ya me bastaba pero esa imagen, a mí, me evoca un montón de cosas entre ellas un deseo de ficción. Un deseo de ficción para llegar a una cierta verdad sobre lo que les pasa, y sobre el sentimiento que tienen de su momento vital. Yo quería entrar un poco en esa subjetividad, en cómo viven ellos ese momento.
¿Te inspiraste directamente en ellos? ¿Es una representación de lo que serían los personajes, o es una interpretación más o menos libre?
La película es que la es porque ellos son como son. La película necesita de su particularidad. Tiene una forma determinada, se va moldeando en función de su particularidad. En función de su modo de respirar, en función de su modo de caminar, en función de su modo de hablar, de la relación que tienen entre ellos dos. Y a partir de ahí se va construyendo la imagen de un modo determinado.
Entonces, básicamente, se trataba de adaptarse a ellos.
Es encontrar la manera en que yo pueda transmitir un poco el papel que tienen que hacer ellos. Para mí los momentos más satisfactorios es cuando ellos comprenden lo que no tiene de ficción. Normalmente en el documental hay una barrera muy grande entre la cámara y a quién está retratando. Y esa barrera se intenta olvidar, que los personajes se olviden de ella. Yo no me siento cómodo con ese modo de trabajar, me gusta que ellos sean muy conscientes de la cámara, y que sean muy conscientes de cuál es su papel. E intentar hacerles comprender de qué manera ellos tienen que trabajar sin dejar de ser ellos mismos. Porque también ellos tienen una facultad muy buena que todo buen actor debería de tener, y es que no tienen una necesidad de vender su imagen de una determinada manera. Les da igual como se van a mostrar. Eso hace que parte de lo que tienen adentro pueda salir afuera.
Se trataría, entonces, de convertir el documental en ficción y a la inversa. De una especie de híbrido, ¿no?
No sé, vuelvo a defender mi posición férrea sobre que esta es una ficción pura y dura (risas). Pero que es una ficción que yo no la construyo, que no he sentido la necesidad de inventar cosas que no estuvieran en ellos. Yo quería grabar ciertas cosas, tenía la sensación como de retablos. Ciertas escenas que a priori no veía yo la conexión, pero que tenía como la necesidad de retratar ciertas escenas. Y después en ese vincular todas las escenas buscar una película, un tejido que es para mí donde está la ficción. La ficción no quería que estuviera en inventarme algo.
¿Se trataba de rodar mucho y después encontrar la película en montaje? ¿Cuanto material se ha desechado en el montaje final?
Casi todo lo que rodamos es lo que está en la película. La línea dramática de la película se fue descubriendo en los ensayos. Nos poníamos a ensayar diferentes secuencias que normalmente eran sobre textos que yo ya había escuchado muchas veces, que ellos ya se los sabían porque eran de esas batallitas que habían contado a menudo. Eso me parece que era muy bueno para la película. Ya estaba parte del trabajo hecho. Ya estaba todo más engrasado. Había que encontrar de qué manera eso se podría representar, expresarse en lo cinematográfico. Era ahí dónde ponía todos mis esfuerzos.
Precisamente lo que más destaca de la película es esa autenticidad. O sea, la ves y hablas con gente que la ha visto y es esa duda, hasta dónde es o no es un documental, hasta qué punto es una interpretación de la realidad. Es raro encontrar una película que transmita tanta autenticidad, como si la cámara no estuviera allí.
Paradójicamente, es algo hecho a través de que ellos tengan mucha conciencia sobre la cámara, sobre los medios. Porque cuando le das libertad absoluta a una persona se pierde. Siempre está pensando sobre "¿Qué va a querer de mí el que está grabando?", pero lo que pueda creer que quiere no tiene por qué ser lo que realmente quiera. La excesiva libertad acaba desviándolo todo, y para mí el camino es el contrario, vas a vivir entre estas dos líneas. Hasta aquí te puedes mover, por aquí ya no puedes pasar. Darle como las normas de un juego, juguemos a este juego de cine pero estas son las normas.
¿Es el mismo modus operandi que el de tu primera película, 'Yatasto', esta si reconocida como documental?
En la mitad de la película si. En 'Yatasto' se trabajó como de dos maneras diferentes. Había una que eran las secuencias del carro, donde poníamos la cámara y pensábamos que con ese punto de vista el universo se iba a revelar a sí mismo. Buscar esos momentos en los que el mundo se revela y se expresa en lo cinematográfico, como si sólo hiciera falta encontrar dónde colocar la cámara. Y la otra manera era más parecida a lo cómo se ha trabajado en 'No todo es vigilia', en base a ensayos e ir depurando todo eso.
En ese sentido habría una voluntad de estilo. De ir depurando, como cineasta, ese estilo propio película a película.
Quizás indagar en una manera de trabajar. Para mí el cine es reducir todo a lo básico, quitar lo superfluo. Dos personajes y un teléfono. No hace falta más. Y el objetivo es expresar esa cierta verdad que yo, como cineasta, veo en la realidad, y que quiero que se represente en las imágenes. Buscar con mis medios como puedo ir más directamente hacia esa verdad. Y muchas veces es con todo el artificio de la ficción.
¿Cuanto tiempo se invirtió, y cuanta gente participó en la producción de 'No todo es vigilia'?
El equipo fue bastante reducido, fueron entre 6 y 8 meses de ensayos, no me acuerdo muy bien, y otros 8 meses de rodaje. Pero no grabando todos los días sino de manera escalonada. Había que ir dosificándose. En el rodaje lo que más teníamos que cuidar era la energía de ellos, dosificarla para que estuvieran siempre bien. Sólo el hecho de ponerlos frente a la cámara ya era a veces toda una odisea. En la parte de la casa éramos 6 personas, los mínimos indispensables, a veces incluso parecía mucho pero era lo que necesitábamos. Porque también son espacios pequeños. En el Hospital dependiendo de la secuencia llegamos a ser creo que 8, 10 ó 12 personas en el equipo, dependiendo un poco del espacio o de la iluminación.
A veces parece que hay películas que son sólo "de festival", que hay como una distinción. ¿Crees que el público en general percibe alguna diferencia en ese sentido? A veces ves películas que van de festival en festival y funcionan muy bien, pero a lo mejor luego llegan a los cines y no parece que obtengan el mismo recibimiento. Como si hubiera una barrera entre festival y exhibición comercial.
Para mí debería de ser lo mismo. Pero supongo que tiene que ver cuando entras en la parte de la exhibición comercial en cines, dónde juega mucho el marketing. Para que vaya la gente a las salas se necesita normalmente buenas campañas de marketing. En el 99% de las veces se necesita que la gente sepa que está esa película más allá de las otras, que en cartel compites contra películas que no sé cuanto dinero, pero que invierten mucho dinero en marketing. Y la batalla es muy desigual. Entonces, pasa que la gente no sabe que existe la película. No se le da la oportunidad por igual a que la gente se entere de la existencia de las dos películas. Luego también es verdad que hay cierto tipo de cine que se pasa en los festivales que, a veces, se encierra mucho en sí mismo. A veces la incomprensión viene dada porque es un cine muy cerrado, a veces porque es una cosa muy concentrada o elaborada.
Para defender 'No todo es vigilia' como si fuera una campaña de marketing, si tuvieras que venderla con una frase en plan comercial, en plan cartel o spot de televisión, ¿con cuál te quedarías tú? ¿Cómo presentarías la película al espectador?
Pues... yo me negué a que fuera una historia de amor, pero finalmente me tuve que rendir a la evidencia (risas). Un poco así. Intenté hacer una película sobre... qué pensé que iba a tratar sobre otras cosas pero finalmente fue una historia de amor. Una bonita historia de amor. No es algo buscado, surgió un poco por el camino. Es algo, no sé, yo empiezo a trabajar y no pienso mucho en el resultado, por eso me sorprende casi siempre. Porque en lo que pienso es en la manera en que voy a trabajar, no en lo que voy a obtener. Y ha pasado así. Y eso me gusta. Pasan siempre cosas diferentes. Pero no pienso que se vaya a presentar sólo para ciertos círculos o circuitos comerciales, me gustaría, obviamente supongo que a todo el mundo que hace una película, me gustaría que se pase en todos los sitios y que sea lo más popular posible. Yo tengo esa idea, que el cine debe de ser para todo el mundo. Que el cine nació con esa vocación de lo popular.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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