Para mí, los Hombres G es uno de tantos grupos de los 80 que existen porque un par de canciones suyas han sobrevivido al paso del tiempo gracias a las verbenas de verano. No lo digo de forma peyorativa, sino como un hecho. Me traen sin cuidado ellos y su música. De ahí que no me hayan servido para remontar los sinsabores que me han provocado 'Voy a pasármelo bien', un musical sosete que parece desarrollado y realizado con un desganado conformismo industrial.

Vamos, un producto comercial tan poco trabajado como inspirado es de suponer que al servicio de la nostalgia de aquellos que conocen algo más de dos canciones e incluso llegaron a pagar por verles en directo. Es obvio que esto parte en dos a los espectadores: los que van por la música y los que van por el cine. Es legitimo, pero siendo de los segundos no he encontrado los suficientes argumentos con los que la película me sobreviva sin lo primero. Como que no suena bien.

No dudo de las buenas intenciones de la película, más que evidentes. Pero David Serrano siempre ha demostrado ser un guionista blandito y un director aún más blandito. 20 años después de 'El otro lado de la cama', 'Voy a pasármelo bien' es como un eco lejano que ha necesitado del respaldo de un grupo famoso para poder existir. Es una de las cuestiones que siempre me planteo en este tipo de proyectos, y sin este respaldo la película se queda en un descarte de una cara B.

Máxime, cuando el aporte de las canciones es tan sustancial como una pausa publicitaria y su relación con la trama es mera casualidad. Por no mencionar lo aleatorio y esporádica que es su presencia, siendo que lo que debería marcar las diferencias y la personalidad del filme es lo más superfluo de un filme de por sí superfluo. Un filme demasiado servicial e insustancial que en vez de proyectar su propia imagen personal rehúye el partido escondiéndose tras la de otros.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex