Siendo sinceros, 'Sin rodeos' no es una mala película. Podría serlo, y de hecho lo sería si no fuera porque no es una película. No lo es, pero tampoco intenta serlo. Es un producto, no más que un producto con forma, o apariencia, o tufillo a una película que nunca es ni llega a ser de casualidad, en esta o en cualquier otra vida. En este o en cualquier otro país.

Tanto Maribel Verdú como Santiago Segura, al igual que prácticamente todos los involucrados, ponen la mano y agarran la pasta, y a correr sin mirar atrás que la vida es un día y medio. En el caso de Maribel, porque se lo puede permitir, que ya no tiene nada que demostrar; en el caso de Santiago, porque como cineasta no parece que puede dar más de sí.

Como si fuera "una de esas americanadas", de "esas llamadas comedias" con alma de infomercial y aparentemente improvisadas sobre la marcha en torno a un concepto al que se fustiga de forma harto evidente, perezosa, grotesca e increíble, y de forma harto predecible (y prescindible) como para que lo único de provecho, si llega a serlo, sea su tráiler.

Puede que 'Sin rodeos' no sea una mala película porque no es una película, pero sí es una mala comedia precisamente por lo mismo: Porque tiene más de tetrabrik que de comedia. Es un burdo, cansino y estúpido chiste envuelto en papel de aluminio que convalida el ingenio con los cameos y cualquier cosa que pueda contar con una canción de Alaska.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex