'Sin amor' - Mátalos suavemente
El 'Sin amor' de Andrey Zvyagintsev gira en torno a la desaparición de un chico de 12 años cuyos padres, enfrascados en a ver quién puede más, no advierten su ausencia hasta que les avisa la directora de la escuela... Boris y Zhenya, una pareja que aunque no desaprovecha el momento para poner de manifiesto, en petit comité, que no se soporta permanece casada de manera circunstancial por mero interés. En un principio, a excepción de su hijo y sus nuevas parejas, nadie conoce la farsa que llevan en secreto. Pero la situación está a punto de cambiar....
El nuevo film del director de 'El regreso' o 'Leviatán' arranca allí donde el orgullo choca contra el sentido común, el hombre (y la mujer) con la misma piedra (o pared) de siempre: Un matrimonio sólo de palabra que quiere separarse, pero ninguno de los quiere ceder la última palabra, quedar como el derrotado o convertirse en una víctima de SU guerra. Y justo en medio del conflicto, como en casi todos los conflictos, el tan inoportuno como a la vez dependiendo el momento, oportuno inocente condenado a ser usado y apaleado a partes iguales.
¿Quién se hará cargo del pequeño Alyosha cuando lo que importa, lo último que verdaderamente importa es el pequeño Alyosha? Y luego pasa lo que pasa, que hay quién se hace el sorprendido aunque sorpresa... poca, que por algo siempre hay alguien "que lo veía venir" (aunque nunca lo dijera). 'Sin amor' confirma -por si era necesario- que el realizador ruso rueda como Dios. La atmósfera, tensión y excelsa fotografía que gravitan en torno a la brillante -a nivel formal- mano del cineasta ruso, otro más, sumergen al espectador en un universo desconcertante.
Como conocerán los amantes del cine de Zvyagintsev, los matrimonios en descomposición -siempre con menores desatendidos de por medio- son la excusa de base para las dos líneas monotemáticas que definen su escueta filmografía. Por un lado la crueldad humana ejercida de igual a igual, y por el otro, la representación simbólica del abismo al que se dirige el pueblo ruso. En este sentido, cabe decir que 'Sin amor' (Nelyubov - Loveless) es la película más sosegada, narrativa y moralmente así como en la exposición de ambas ideas.
Visto el índice de violencia verbal y física en los matrimonios de Zvyagintsev, el de Boris y Zhenya es, más bien, una batalla pasivo-agresiva. Pero hay otra clase de sadismo manifestándose frente a nuestros ojos sin que tengamos, necesariamente, consciencia de ello a la manera de la estupenda (e injustamente olvidada) 'Mátalos suavemente'. Cada vez que los protagonistas se quedan mirando el televisor, o escuchan la radio mientras se desplazan en el coche de Boris, terminan sintonizando las noticias; concretamente, los sucesos de la Guerra de Ucrania.
En un primer momento diríamos que 'Sin amor', como cualquier otro thriller estructurado en torno a la búsqueda de un desaparecido, nos sitúa en medio de una odisea infernal por hospitales, depósitos de cadáveres y demás rincones que visitan Boris, Zhenya y un grupo de voluntarios que reemplazan, en este caso, a los agentes de la ley -por supuesto un tanto negligentes- que no muestran demasiado interés por "una chiquillada". Pero el relato en sí -la anécdota del niño que huye de casa porque sus padres no le prestan atención- no es sino un grito de alerta.
La naturaleza crítica (y convenientemente reposada) de 'Sin amor' se halla en una simple escena. Los ojos de uno de los personajes, que viste con el chándal de la bandera tricolor rusa mientras ve los bombardeos en Crimea, mirarán fijamente a la cámara. En esos ojos se ven reflejados los del propio autor de la cinta. Son los de un ciudadano que se pregunta, ¿por qué no abandonar nuestros hogares como el pequeño Alyosha? ¿Por qué seguir en un país que ha dejado de amar a su pueblo de la misma manera que tampoco ama a sus homólogos ucranianos?
por Carlota Moseguí & Juan Pairet
@carlota_mosegui / @Wanchopex
Le doy un 8.
EDITO: Wancho, se te ha olvidado poner lo mejor y lo peor.
EDITO: Añadido...