Michael Grandage debutó como director en 2016 con 'El editor de libros', película con la que no por casualidad 'My Policeman' comparte esa intachable frialdad académica que tanto asociamos a un cine británico que, como el presente, Grandage mediante, trata de resultar tan respetuoso que a la postre carece de volumen y perspicacia. Elegante pero sin mordiente, educado pero sin pasión.

Un modelo de película muy encorsetado que no es capaz de explotar todo el potencial que se le presupone sobre el papel y por nombre. No es capaz, o dada su incuestionable virtud como ejemplar obra cinematográfica, prefiere no intentarlo siquiera. Nadar, y guardar la ropa. Sin esa agudeza (o valentía) para (intentar) trascender del dicho al hecho. Para dar vida (además de movimiento) a una historia.

'My Policeman' no es un mal melodrama, para nada. Se deja ver con agrado y una expectación... constante. Pero carece de un elemento de verdad resolutivo o diferencial más allá de la presencia de un insulso Harry Styles, siempre a la sombra del saber estar de sus compañeros de reparto. De ese tipo de películas, no siempre británicas, a las que parece que ha vestido un sastre de los pies a la cabeza.

Con esa elegante y constante, demasiado constante corrección de cara a la galería donde todo está tan en su sitio que pasa desapercibido en un plano general. Tan aseada y complaciente, que ya solo con la portada nos basta para hacernos una idea que no necesitaría de casi 120 minutos adicionales de nuestro tiempo, por más que no esté de más. No es "nuestro" policía, sino tan sólo "otro" policía.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex