'Lucy in the Sky' - Recuerda a Gully Foyle
Complicado, muy complicado pronunciar el nombre de la primera película de Noah Hawley sin rematarlo, al menos en nuestras cabezas, con un "...with diamonds" en referencia a la famosa canción de los Beatles. Una canción que algunos dicen que trata del LSD, otros -incluidos los propios Beatles- que sobre una simple alucinación. Sobre esa duda parece que se ha establecido Noah Hawley, originalmente conocido por ser el creador del 'Fargo' televisivo...
... pero que ha derivado, o tal vez degenerado en el creador de 'Legión', quizá, a bote pronto, la adaptación de una obra de Marvel más estimulante a la vez que frustrante. 'Lucy in the Sky', la película, parece confirmar esta deriva entre lo estimulante y lo frustrante: Entre la obra que atiende a una historia -Fargo- y la historia que atiende a una obra -Legión-. Lo que algunos dirían es, la diferencia entre narrar una historia o hacerse una paja mental, vaya.
Vaya por delante que a Noah Hawley merece un respeto, cuanto menos, por intentarlo. Por intentar hacer algo diferente, por más que 'Lucy in the Sky' se antoje como un filme de poco calado y difícil apreciación. Por intentar convertir lo que en potencia podría haber sido un telefilme de sobremesa en una película hecha y derecha. Por tratar de dotar de dignidad y amor propio a un relato que, según se adivina, perfectamente, no tendría por qué tener orgullo.
Esa es la naturaleza original de 'Lucy in the Sky', sospechamos, hasta que el proyecto cayo en manos del mencionado Hawley de igual manera que 'Prometheus' pasó por las de Damon Lindelof: Un cambio de carrocería, de muchas de las piezas de su motor pero sin dejar de ser el mismo vehículo original. O el por qué, en ocasiones, es mejor empezar desde cero antes que revisar por enésima vez lo que ya ha quedado suficientemente desfigurado con todas las anteriores revisiones.
Sin embargo 'Lucy in the Sky' no sería tanto como 'Prometheus', en la que la experiencia de Ridley Scott jugó muy a favor de la balanza, sino más bien como la secuela de esta, 'Covenant', en la que la experiencia de Ridley Scott jugó más bien en su contra. Son dos películas en una luchando cada una por tener su momento de gloria, como si el 'Ad Astra' de James Gray se pelease todo el rato con los 'Pasajeros' de Morten Tyldum dentro del mismo espacio.
Sobre todo en su primera mitad, Natalie Portman emula a Brad Pitt como una astronauta en plena crisis existencial. ¿Qué hacer en la Tierra después de haber tocado las estrellas? ¿Cómo siquiera igualar esa sensación con la que abre el film? Pero sin embargo, como sucedía en 'Pasajeros', la película arroja la piedra y esconde la mano y las cuestiones de pareja, en este caso un trío amoroso, se interponen en una premisa mucho más interesante sin ellas.
Y es que si bien todo, en teoría, forma parte de un mismo conjunto, es evidente que Noah Hawley se siente mucho más motivado jugando con lo extraordinario antes que con lo terrenal, derivando en esa inestabilidad tan obtusa y contradictoria de los filmes que no tienen claro qué contar. 'Lucy in the Sky' se debate entre la búsqueda de un más allá y el subrayado del más aquí, simulando recorrer una alternativa que sin embargo nos conduce al mismo lugar.
A pesar de algunos esfuerzos del propio Hawley, o de una como casi siempre Natalie Portman entregada a la causa, es como si 'Lucy in the Sky' no pudiera escapar de sí misma y su condición de telefilme, de lujo eso sí. Como esa misma película de 'Alien' que no quiere ser 'Alien'... sin dejar de ser 'Alien', y que más allá de ser buena o mala, resulta tan estimulante como frustrante por cuanto insiste en pisotear todo lo que deja entrever que podría haber sido...
... pero tan sólo se ha atrevido a insinuar. Que después de alcanzar las estrellas como un Dios, parece que se conforma con vivir en la Tierra como un simple mortal, más, sin por ello dejar de recordarnos constantemente que en algún momento fue un Dios. Que no somos dignos de las estrellas que en un momento dado fueron sus amigas. De que, como Gully Foyle, ansía tanto tener compañía como a su vez tanto echa de menos la soledad del espacio.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex