'Los europeos' - Sin pasaporte
España, finales de los años 50. 'Los europeos' es la historia de Miguel Alonso, que se gana la vida como delineante, y de Antonio, el hijo tarambana de su jefe que lo arrastra a veranear a Ibiza, donde le han hablado de lo fácil que es ligar con europeas...
'Los europeos' es una película costumbrista y con sabor añejo la mar de sencilla. Tanto, que en lo que en un primer momento podría ser bueno acaba siendo más bien malo debido a eso mismo, su sencillez teórica y práctica. Porque de lo sencillo a lo simplón no hay mucho; especialmente, cuando como es el caso, se trata más de describir un momento en el tiempo que de narrar, propiamente dicho, una historia que no es más que el marco de la imagen.
Un momento del que, como si fuera una fotografía, puede emanar tanta vida como puede no emanar nada. Juan Diego Botto y Stéphane Caillard le ponen algo de brillo, pero ni el guión ni la dirección, ni tampoco el apagado personaje de Raúl Arévalo logran que esta imagen estática transmita movimiento. Si a menudo decimos de forma coloquial que a una película "le falta algo", 'Los europeos' es esa película a la que le falta "ese algo". Lo que sea.
Una historia sencilla y plana que se acaba haciendo pesada, salvo que tal vez, supongo, los recuerdos de uno mismo puedan arrojar algo de vida sobre la pantalla. Demasiado sencilla y plana, demasiado correcta y estática. La película se presenta ante nosotros como si fuera un flax de Coca-Cola descongelado. Como uno de esos artificioso posados de estudio que simulan ser improvisados cuando lo único que proyectan es a un grupo de maniquís sin alma.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex