Imagina el fin del mundo. Ahora imagina algo peor. 'Llega de noche' habla de cómo el pánico, la desconfianza, el dolor y la paranoia crecen a medida que sentimos como el mundo exterior amenaza nuestro mundo interior. De cómo no hay mayor peligro que dar rienda suelta a lo que sea que podamos llevar dentro. Y de cómo el miedo se puede abrir camino de múltiples formas, algo que el mundo en general no siempre parece tener claro.

'Llega de noche' es de esas películas que, como 'La bruja', también distribuida en Estados Unidos por A24, están llamadas a dividir al espectador entre aquellos que las adoran y aquellos que las detestan, posiblemente por la misma razón. La discrepancia, la capacidad de sugestión de ese regusto circunstancial, del culto al detalle durante el que puede no estar pasando nada, o puede estar pasando de todo. Del servicio al gusto, o del servicio en la cama.

De la capacidad, de las posibilidades que ofrece el llamado cine (de terror o no) como un medio para un fin... mayor, que no necesariamente... mejor. Mayor que el de un Mike Myers persiguiendo jovencitas semidesnudas a través del bosque, que no necesariamente... más efectivo, en especial si la ambición termina por hacer sombra a la intención y, como es el caso, la dirección se sitúa sensiblemente por encima de lo que ofrece el guión.

'Llega de noche' es una constante y persistente atmósfera de intensa incomodidad construida de manera pausada, concisa y minimalista; más con insinuaciones que con hechos, y con la debida sutileza como para que, sin sustos en los que parapetarse, no sean pocos los que, enfurecidos, y aburridos, pongan en duda su adhesión al cine de género. De hacer partícipe al espectador de algo no tan tangible en lo que sumergirse, sin más.

Todo en 'Llega la noche' refuerza esta idea. Este dramatismo sofocante que no obstante envuelve una hoja de ruta que palidece, por trillada, ante lo fascinante de su puesta en escena. La constancia frente al efecto, la inmersión frente al impacto. Una obra muy sugerente, e incluso inquietante... aunque lastrada, vista en su conjunto, por una exposición temática y narrativa que acaba dejando una sensación continúa de bonito y desasosegante déjá vu.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex