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'El hombre del corazón de hierro' - Como un melón

Vía El Séptimo Arte por 07 de julio de 2017
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Cédric Jimenez dirige esta producción europea (de factura americana) que gira en torno a una de las figuras más "populares" del régimen nazi, Reinhard Heydrich, conocido entre otras cosas por ser el arquitecto de la "Solución Final". Las siglas 'HHhH', título original de la novela que adapta 'El hombre del corazón de hierro', corresponden a la frase en alemán Himmlers Hirn Heiβt Heydrich ("El cerebro de Himmler se llama Heydrich").

Esto es lo que se decía en las SS de Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, considerado uno de los hombres más peligrosos del Tercer Reich, así como una de las figuras más enigmáticas del nazismo. Y eso es lo que trata la primera parte de 'El hombre del corazón de hierro', película que literalmente se parte en dos en 1942, cuando dos miembros de la Resistencia aterrizan en paracaídas en Praga con la misión de acabar con su vida...

... y si el argumento les suena, es posible que sea porque hace apenas unos meses 'Operación Anthropoid' nos contó casi la misma historia. Casi, porque en aquella competente cinta del siempre competente Sean Ellis el conocido como "el hombre del corazón de hierro" era poco más que una diana sobre la que abrir fuego en el momento oportuno. Jimenez, por contra, condensa eso en una hora para poder meter a Heydrich en la otra hora de metraje.

Esta estructura, que sobre el papel se adivina muy certera, no lo es tanto sobre la pantalla. La idea está clara: Convertir al monstruo en un hombre, y al personaje en un ser de carne y hueso. Eso es lo que con la complicidad de Jason Clarke, básicamente sucede durante la primera hora de metraje. Pero luego aparecen Jack O'Connell y Jack Reynor para en teoría, complementar la historia; en la práctica romperla en dos, literalmente.

El problema es la necesidad humana de contar con una estructura que, más o menos evidente, sirva de salvoconducto a una historia cualquiera. Ahí es dónde falla 'El hombre del corazón de hierro', en la unificación de dos mitades tan complementarias como a la vez diferenciadas. Como si lo que sucedió con Facebook y el juicio sobre lo que sucedió con Facebook fueran dos cosas distintas. Y es que lo que dios unió, el hombre lo separó.

Dos caras de una misma moneda que se presentan como si fueran dos monedas distintas. Esta sensación, clara y evidente, es lo que rompe en gran medida el encanto de 'El hombre del corazón de hierro', una producción de factura incontestable que nunca deja de ser interesante... pero a su vez, nunca consigue ser fascinante. No por lo que propone o podría proponer, sino por la manera de enfrentar lo que propone (o podría proponer).

Al final, una producción solvente y entretenida a partes iguales que se queda a medias y no destaca por nada en particular, salvo si acaso por el recuerdo amargo de parecer la suma de dos capítulos de una serie documental sobre la II Guerra Mundial. Bueno, y por la confirmación de que lo que realmente necesita Hollywood no son franquicias, sino más directores como Cédric Jimenez capaces de conjugar el buen gusto con la eficiencia.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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