'Little Birds' - Gazpacho
Que 'Little Birds' es una serie singular salta a la vista, prácticamente desde su primer fotograma. El cariz que le aplica su creadora, la artista pluri multidisciplinar y multicultural Sophia Al-Maria, es un arma de doble filo equiparable al trabajo de ambientación realizado en 'Batman & Robin'. No tengo claro por qué, pero no puedo dejar de ver a la Gotham de Joel Schumacher reflejada en las calles de Tarifa que simulan ser el Tánger de los años 50.
En mi cabeza es una asociación indivisible, deduzco, que por el caricaturesco y acartonado irrealismo teñido de bruma somnolencia que lo baña todo, así como por la teatralidad expresada frente a las cámaras. Es como si 'Little Birds' se enorgulleciese de su propio artificio, algo que brilla por encima de cualquiera de sus otros elementos hasta convertirse en su voz. En la esencia de una apuesta similar a que una moneda lanzada al aire caiga de canto.
Artificio. Teatralidad. Pezones. Y un mundo de cartón con espejos que reflejan a perpetuidad los rayos del sol, como destellos en una película de J.J. Abrams. Un desfile de postales antes que una sucesión de escenas, una baratija de los chinos antes que una pieza de orfebrería. 'Little Birds' es ante todo un envoltorio, profundamente estético y material. Lo que hay es lo que se muestra, lo que se muestra es una máscara colgada en una llamativa pared.
'Little Birds' es como un edificio en llamas ante el que el común de los mortales reaccionaría de dos maneras: O corriendo hacia él, o corriendo lejos de él. Una apuesta interesante, por cuanto tiene de apuesta como para ser considerada como tal, por cuanto se arriesga a entrar en aquel edificio en llamas. Al-Maria propone y juega sus bazas con descaro y orgullo, impregnándola de una apariencia singular que pueda resultar fácilmente reconocible.
Es cierto que a su vez, Al-Maria parece más preocupada en dicha apariencia, falsamente provocativa, que en profundizar bajo la misma, en una propuesta que bajo ese pedante y artificioso erotismo no esconde nada realmente provocador que la apuntale más allá de lo superficial y distraído. Que en resumen, simula en lugar de ser. Como si fuera, no sé, el anuncio de una línea de juguetes disfrazado de película de superhéroes con pezones.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex