'Las leyes de la termodinámica' - Las leyes están para algo
'Las leyes de la termodinámica' es, a priori, la extraña incursión de alguien como Mateo Gil en un género como el de la comedia romántica, un terreno tan resbaladizo como poco dado a las inquietudes artísticas. A priori, si bien una vez vista ni resulta una incursión tan extraña, ni resulta una incursión tan poco inquieta (como podría parecer).
Con mayor o menor fortuna, el que en su momento fuera conocido como "el amigo" de Alejandro Amenábar siempre ha mostrado a lo largo de su carrera una clara inclinación por la variedad y por intentar, en la medida de lo posible, darle lo suyo al género que se le ponga por delante. Y esta su última película no es, claro está, la excepción.
'Las leyes de la termodinámica' es un original cruce entre el drama y la comedia romántica que juega con los límites del género al que se supone que pertenece. Que los pervierte con osadía, entusiasmo y respeto. Toda una pirueta narrativa, moral e incluso espiritual que veremos cómo encaja dentro de un teórico público potencial...
... poco dado a salirse de su zona de confort, a que los desafíen de alguna manera. Sin salirse del cauce más o menos ortodoxo, Gil pone a prueba a un género tan superficial mediante la representación lógica, y racional de un modelo irracional, en una especie de documental deconstructivo que estrecha lazos entre el corazón y la razón.
Gil tiende al caos, al desconcierto, y al hartazgo prematuro de manera sumamente estimulante. Un constante fluir de teorías, palabras y argucias pseudo científicas entre las que uno se acaba perdiendo sin importar demasiado si su lógica tiene lógica, o si es mera apariencia. Y entonces el género cobra vida, que no necesariamente sentido.
Gil no engatusa, sino que arrolla (o atropella) con (o tal vez a) una película fresca, muy echada pa'lante y con un encanto propio que la sitúa en una situación complicada, comprometida como una (muy) respetable arma de doble filo entre dos aguas: la de lo que parece correcto, y la de lo que no es que sea incorrecto, sino sólo distinto (y a su aire).
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex